Kosovo: Moscú condena expulsión de empleado ruso de la ONU
31 de mayo de 2019
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Schrader
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La cancillería de Rusia condenó este viernes (31.05.2019) la decisión de las autoridades de Kosovo de expulsar a un empleado ruso de la ONU, Mijail Krasnochokov, que fue detenido la pasada semana por las fuerzas de seguridad locales.
"Vemos las acciones de las autoridades kosovares como una continuación de una política abierta encaminada a agravar las relaciones étnicas en la zona y de desprecio de las normas internacionales de relación diplomática”, informa el Ministerio de Exteriores en un comunicado.
Rusia, que nunca ha reconocido la independencia de Kosovo y la sigue considerando una provincia serbia, advierte de que esa falta de respeto hacia Naciones Unidas como organización tendrá "profundas consecuencias” para Pristina. "Tales pasos fueron posibles sólo debido a la connivencia de Occidente con los kosovares”, apunta.
El Gobierno de Pristina declaró "persona non grata” a Krasnochokov, empleado de la Misión de la ONU en Kosovo (UNMIK), detenido durante una operación contra el crimen organizado en el norte del país de mayoría serbia, pero puesto después en libertad.
El primer ministro kosovar, Ramush Haradinaj, justificó esa decisión por las actividades del ciudadano ruso, que tenía inmunidad diplomática, "contra el orden constitucional de Kosovo, los valores universales, la paz y estabilidad”.
El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, tachó el arresto del ciudadano ruso por Pristina de "provocación” que busca "convertir a los Balcanes en un cordón sanitario contra Rusia” y acusó a la Unión Europea y la OTAN de permitir tales comportamientos. El Ejecutivo serbio también calificó la operación policial kosovar como "intimidación” de la población y puso en alerta sus fuerzas de seguridad.
El ciudadano ruso fue trasladado el jueves a un centro clínico de Belgrado debido a las heridas que sufrió el martes, después de haber pasado dos días en un hospital de Mitrovica, en el norte de Kosovo. (EFE)
La intervención de la OTAN contra Serbia
El bombardeo de Serbia por parte de la OTAN terminó con la violencia de las tropas serbias contra los albano-kosovares. Sin embargo, esa guerra, que se realizó sin el mandato de la ONU, sigue siendo controvertida.
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Huellas de la guerra
El conflicto en Kosovo escaló a fines de 1990. Decenas de miles de personas huyeron y, cuando todas las tentativas de restablecer la paz se vieron frustradas, la OTAN inició un ataque aéreo a las bases y objetivos militares serbios, el 24 de marzo de 1999. Once semanas después, Slobodan Milosevic se rendía.
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El fracaso de la resistencia pacífica
Ya a mediados de los 80 comenzaron en Kosovo las protestas contra los intentos de Belgrado de recortar los derechos de la población albana. En los 90, las represalias aumentaron. Ibrahim Rugova, que lideraba el movimiento político en Kosovo desde 1989, creía en la resistencia pacífica y trató de convencer a Slobodan Milosevic de un cambio de rumbo, pero sin éxito.
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Guerra de guerrillas
En Kosovo comienza a formarse la resistencia armada. La autoproclamada Armada de Liberación UCK empieza una cruel guerra de guerrillas perpetrando violentos ataques contra los serbios, pero también contra los albanos, a quienes considera colaboradores. Serbia responde a los actos terroristas incendiando viviendas y saqueando tiendas. Cientos de miles personas huyen.
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Expulsión sistemática
La guerra se vuelve cada vez más brutal. Para romper la resistencia de la UCK y el apoyo que le brinda la población, las fuerzas serbias atacan cada vez más a civiles. Muchas personas huyen a los bosques. Miles de kosovares son llevados en trenes y camiones a las fronteras del país, sin documentos que probaran que provenían de Kosovo.
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El último intento
En febrero de 1999, EE. UU., Francia, Gran Bretaña, Rusia y Alemania llaman a las partes en conflicto a una conferencia en Rambouillet para lograr un acuerdo limitado de autonomía para Kosovo. Los representantes kosovares aceptan, pero los serbios no están dispuestos a hacer concesiones, y las negociaciones fracasan.
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"Intervención humanitaria"
El 24 de marzo de 1999, la OTAN comienza a bombardear objetivos militares y estratégicos en Serbia y Kosovo para frenar la violencia contra los albanos. También Alemania participa en los ataques. La operación “Allied Force” es la primera guerra de la OTAN en 50 años que no cuenta con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia juzga severamente la intervención
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Infraestructura paralizada
Además de los ataques a instalaciones militares, la OTAN también toma como objetivo vías de abastecimiento, líneas de ferrocarril y puentes. En 79 días y noches arriban más de 37.000 misiones de la alianza, y cerca de 20.000 misiles y bombas caen sobre territorio serbio. Muchos civiles pierden la vida. “Daños colaterales”, según el lenguaje que utiliza la OTAN.
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Nubes tóxicas sobre Pancevo
También son atacadas las fábricas, como en Pancevo, cerca de Belgrado. Allí, las bombas de la OTAN destruyen un depósito de químicos y una fábrica de fertilizantes liberando grandes cantidades de sustancias químicas que contaminan suelos, ríos y el aire. Las consecuencias para la población son gravísimas. Serbia acusa a la OTAN de utilizar munición enriquecida con uranio, así como bombas racimo.
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Guerra contra la propaganda de guerra
Para privar a Milosevic de un importante órgano de propaganda, la OTAN ataca la televisión estatal en Belgrado. Aunque se informó con anticipación al Gobierno serbio del ataque, éste no difunde la información. En el edificio de la emisora mueren 16 personas.
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"Daños colaterales"
En Kosovo, las bombas de la OTAN caen por error sobre una caravana de refugiados albanos. Mueren cerca de 80 personas. La OTAN califica, además, de “daño colateral” el bombardeo de la embajada china en Belgrado, en el cual mueren cuatro personas. El incidente provoca una grave crisis diplomática entre Pekín y Washington.
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Balance del horror
A comienzos de junio llegan las primeras señales de Belgrado que indican que Slobodan Milosevic está dispuesto a ceder. El 19 de junio la OTAN detiene los ataques aéreos. El balance de la guerra: miles de muertos y 860.000 refugiados. La economía serbia está por los suelos, y amplios sectores de su infraestructura están destruidos. Kosovo es puesta bajo administración de la ONU.