Lüneburg: primero fue la sal
28 de marzo de 2006
La sal no sólo sirve para hacer desaparecer las manchas de vino que estropean nuestras alfombras. La cultura popular siempre lo supo: la sal es valiosa. Sazona a la comida, es un eficiente hechizo contra las brujas, trae suerte a la casa recién estrenada y ante todo, la sal te vuelve rico.
Por lo menos así fue en el pasado. Hace 1.000 años, los habitantes de Lüneburg encontraron por casualidad sal bajo sus tierras. Puesto que la sal era un producto fundamental para la conservación de alimentos, el pueblo de Lüneburg comenzó a explotar sus yacimientos de cristales blancos. El negocio con la sal prosperaba y Lüneburg se convirtió en una ciudad hanseática rica y poderosa.
Oro blanco
En cada esquina de Lüneburg se encuentran todavía hoy vestigios de la prosperidad salera de antes. En el casco histórico, los automóviles y las bicicletas traquetean por el adoquinado, pasando por delante de las numerosas casas de ladrillo construidas por las ricas familias patricias de entonces. En aquellos tiempos, los frontones y a las puertas se adornaban con cordeles de piedra, figuras talladas y ornamentos. Frontones barrocos se alzan o se extienden, simétricos como una escalera, hacia las alturas. Salientes y balaustradas frente a las fachadas coquetean con el pasante.
La ciudad torcida
Los siglos han dejado sus huellas en el aspecto de la ciudad. Por doquier se ven construcciones que parecen torcidas. Numerosas casas estaban construidas sobre las cuevas de sal. Al extraer el mineral del suelo, muchas casas se hundieron. Las paredes se inclinaron como si hubiesen sido expuestas durante demasiado tiempo a fuertes vientos, y algunas de las lindas fachadas parecen estar a punto de derrumbarse. Si uno no baja la cabeza al entrar a una de estas casas, probablemente estremecerá de un golpe en la frente.
Un baño de sal
En 1980, Lüneburg dejó de dar sal. La fábrica dedicada a extraer de las entrañas de la ciudad el mineral blanco, en activo desde 956, se ha convertido en un museo, recordatorio del pasado floreciente.
La sal ya no domina la vida de los habitantes de Lüneburg. Los casi 70 000 habitantes de Lüneburg se dedican hoy a las manufacturas y los servicios. Pero la sal sigue siendo importante en Lüneburg: en ella se bañan ahora los turistas que acuden a uno de los balnearios más famosos de Alemania.
Barrio del Agua
En la Edad Media, pescadores, navegantes, toneleros y cerveceros que necesitaban del agua para su oficio, vivían en el conocido "barrio del agua" de Lüneburg. Hoy, durante los veranos, el visitante puede aún escuchar murmurar el agua, fluyendo por las fachadas de las casas del puerto viejo. Y a veces, en los períodos más fríos del año, el aire del barrio aún se llena de niebla marinera.