La última batalla de la economía alemana
14 de enero de 2009Una crisis coyuntural como la que Alemania enfrenta desde la primavera de 2008 no se ha visto hasta ahora en el país. El único consuelo es que el año pasado se haya registrado siquiera un crecimiento económico, del 1,3 por ciento. No fue mucho, pero ayuda. Pero esa cifra promedio oculta que el escenario económico ha cambiado dramáticamente. El crecimiento del producto se registró exclusivamente en los primeros tres meses. Ello significa que refleja sobre todo los encargos de fines de 2007. Pero ya entonces había quedado atrás el cenit de la actividad económica, que se puede ubicar en el 2006, con un crecimiento del tres por ciento.
Los horrores cotidianos
Desde entonces, la economía va cuesta abajo. Primero se redujo el ritmo de crecimiento, luego el propio producto interno bruto. Desde el otoño, Alemania se halla en medio de una recesión. Casi todos los días llegan horrorosas noticias de diversas empresas y sectores económicos. Miles de trabajadores del sector automotor trabajan a horario reducido; en la fabricación de maquinaria, los encargos se redujeron un 30 por ciento. Incluso noticias positivas tienen un núcleo negativo. Por ejemplo las tiendas baratas anuncian un aumento de la facturación. Pero ello significa que cada vez más gente tiene cada vez menos dinero en el monedero. El estancamiento del consumo, que se viene registrando desde hace tiempo, es reforzado por la cautela a la hora de las compras y el ahorro por temor a peores tiempos.
El campeón mundial de la exportación sufre
Pero sobre todo, Alemania sufre ahora el reverso de la medalla que supone tener éxito en los mercados mundiales. Durante años y décadas, las exportaciones alemanas batieron un récord tras otro. No sólo aumentó el volumen de las exportaciones, sino también la participación de éstas en los ingresos de Alemania. Actualmente se sitúa por arriba del 40 por ciento. Ello significa que más de dos de cada cinco euros se obtienen a través de las exportaciones. Unos nueve millones de puestos de trabajo, casi un cuarto del total, dependen de la exportación. En algunos sectores, como el automotor y el de fabricación de maquinaria, las exportaciones representan el 70 por ciento de la facturación. En algunas empresas altamente especializadas, incluso más del 90 por ciento. Ello significa que cuando la economía mundial tose, esos sectores sufren una pulmonía.
Imprescindible: un accionar inteligente
Con sus medidas de ayuda a la economía, el Gobierno alemán no puede compensar la pérdida en las exportaciones. Tampoco se sabe si podrá revitalizarse rápidamente el consumo interno. Pero de algo no queda duda: con la modernización y ampliación de la infraestructura se puede mitigar la virulencia de la recesión. Y con inversiones en escuelas y universidades se fortalece el fundamento económico del país. Tampoco hay que olvidar una verdad irrefutable: a cada recesión, por más profunda y larga que sea, sigue un nuevo auge económico. Por ello es correcto que las empresas intenten en un principio evitar los despidos y capear la crisis con una reducción de los horarios de trabajo. Y por ello es adecuado que los sectores afectados inviertan justamente ahora en investigación y desarrollo. Pues en las crisis se colocan los fundamentos para los éxitos del futuro.