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La Alemania en decadencia

Luna Bolívar Manaut14 de marzo de 2006

Alemania tiene dos caras: una hermosa y próspera, y otra que no puede más que vivir del recuerdo de lo fuera un pasado mejor. A la Alemania en decadencia no la quiere nadie, y se marchita en el olvido y la desesperanza.

Más de un millón de viviendas están vacías en el este de Alemania.Imagen: PA/dpa


Los problemas que afectan al resto de Alemania, aquí se sienten el doble. Son regiones en las que el desempleo y la falta de perspectivas espantan a los jóvenes con alguna formación. Los que se quedan, en muchos casos, no tienen trabajo, ni posibilidades de llegar a encontrar uno. Tampoco tienen hijos, o por lo menos no los suficientes para asegurar el relevo generacional. Aquí no llegan inmigrantes para equilibrar la falta de nacimientos e impulsar la economía. Los políticos los han olvidado. Son pueblos y ciudades de Alemania sin infraestructura, sin médicos, sin oficina de correos, sin comercios… con casas vacías que nadie quiere alquilar ni mucho menos comprar. Donde las guarderías cierran y el alcoholismo y las ideas radicales corroen a sus habitantes.

Los hijos son el futuro

En 2020, en la Alemania del oeste habrá un 20% de niños menos que en 1991.Imagen: dpa

Ya en los años 70 los nacimientos dejaron en Alemania de compensar el número de muertes. La sociedad envejece. Los mayores cada vez viven más y los bebés son cada vez más escasos. Para asegurar el relevo generacional dicen los expertos que cada alemana debería tener por lo menos 2,1 hijos. La tasa media se cifra en 1,36.

Los niños que dejan de nacer hoy no podrán ser padres mañana. Los padres que no habrá mañana faltarán no sólo a la hora de tener su propia descendencia, sino también los echará de menos el fisco, las cajas de pensiones, y cada uno de los ancianos que aún viva y no tenga a un joven que trabaje por él y estabilice la economía.

Durante años Alemania ha podido sobrellevar el problema gracias a una alta tasa de inmigrantes. Pero los inmigrantes no acuden a aquellas zonas económicamente deprimidas, puesto que es del desempleo de lo que huyen. Además, en esas regiones las tendencias xenófobas y la desconfianza hacia los extranjeros es mayor.

Alemania se vacía

Magdeburg una de las ciudades que se desangra.Imagen: MMKT GmbH

"Alemania se vacía en su centro y en la periferia", dijo Susanne Dahm, del Instituto de la Universidad de Karlsruhe para la Construcción de Ciudades y la Planificación Urbanística, a la revista alemana Der Spiegel. Sobre todo en el este de Alemania, en los antiguos Estados de la República Democrática Alemana, la situación es dramática.

Ciudades como Magdeburg, Fráncfort del Oder (el Fráncfort del este), Cottbus o Dessau, han perdido en pocas décadas la mitad de su población. En sólo dos generaciones, Magdeburg ha pasado de 300.000 a 150.000 habitantes. Se calcula que en el este de Alemania hay 1,3 millones de viviendas desocupadas, con espacio para unos 4 millones de personas. Regiones industriales venidas a menos.

Y todo ello sin hablar de los pueblos y las provincias remotas. Los que abandonan sus localidades de origen no sólo lo hacen por falta de empleo, sino también por puro aburrimiento. Muchos pueblos alemanes parecen haber caído en un agujero negro que los ha borrado del mapa. El médico, el cura y la policía acuden sólo de visita. Faltan bares, cines, teatros, comercios. Y sobran neonazis y skinheads: una juventud sin futuro que busca una alternativa al tedio.

El tabú de las horas bajas

El este espera todavía su anunciado "despegue".Imagen: dpa ZB-Fotoreport

La "Alemania oscura", la llama Der Spiegel. Como un "océano de pobreza y demencia", la describe el Süddeutsche Zeitung. Los que aún no la han descubierto son los políticos. Durante años, la despoblación de algunas zonas de Alemania ha sido un tema tabú, según explica el sociólogo regional Hartmut Häußermann.

Así, las subvenciones y las ayudas han sido destinadas a aquellas regiones con perspectivas de crecimiento, en auge. El resto se siente desamparado y traicionado por la clase política. El resentimiento que se gesta va más allá del viejo enfrentamiento entre "osis" (alemanes de este) y "wesis" (alemanes del oeste). Es profundo y de difícil solución. Y se esparce.

"Lo que hoy sucede en el este muestra lo que acontecerá en el oeste", predice Matthias Platzeck, el jefe de los socialdemócratas alemanes. "Tenemos que partir de que la población se va a reducir en todos los Estados alemanes y que, por lo menos dentro del ámbito europeo, no existe potencia migratorio suficiente para compensarlo", recordó Susanne Dahm.

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