La ayuda humanitaria enfrenta enormes retos en las numerosas crisis globales. En Siria, por ejemplo, se están ignorando las reglas básicas de la ayuda humanitaria.
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Todos los jueves, tres docenas de diplomáticos se reúnen en el Concordia Hall del gran Palacio de las Naciones de Ginebra para debatir acerca de los suministros urgentes de ayuda humanitaria que necesita el pueblo sirio. Los productos están listos y los cooperantes están preparados. Pero las partes en conflicto no los dejan pasar.
La misión humanitaria formada por el Grupo Internacional de Apoyo a Siria (ISSG, por sus siglas en inglés) y un grupo de expertos en emergencias de las Naciones Unidas, lleva desplegada en el país desde febrero. Presidido por Estados Unidos y Rusia, el grupo de trabajo identifica para la ONU a aquellos grupos de población que, sin la ayuda de emergencia, corren peligro de morir de hambre. Además, la misión humanitaria trata de convencer a las partes en conflicto de que permitan la entrega de ayuda a las zonas afectadas.
Progresos modestos
Jan Egeland, en su calidad de asesor del enviado especial de la ONU para Siria, Steffan da Mistura, es quien dirige el grupo de trabajo. Egeland se deshace en elogios hacia sus compañeros: “Ha habido progresos considerables, porque los diplomáticos nos han ayudado en 2016. En 2015, sin embaro, no nos apoyaron nada”.
Según las estimaciones de la ONU, 13,5 millones de personas dependen de la ayuda humanitaria dentro de Siria. De ellas, 4,5 millones viven en zonas sitiadas o de difícil acceso, y con la urgente necesidad de recibir alimentos y medicinas.
Tras seis meses de trabajo y difíciles negociaciones, Jan Egeland se muestra optimista, a pesar de que las estadísticas no son espectaculares: la ayuda distribuida por la misión humanitaria que dirige llegó a más de 1,2 millones de personas, y muchas de ellas recibieron suministros en más de una ocasión. Sin embargo, esto es considerablemente menos de lo esperado, y muchas personas permanecen fuera de su alcance.
Alto el fuego humanitario
Principalmente la situación de falta de seguridad hace imposible el acceso humanitario en muchas áreas, explica Jan Egeland, haciendo referencia al catastrófico cerco que sufre la ciudad de Alepo. La solución que propuso la ONU fue el establecimiento de un alto el fuego humanitario.
“Un alto el fuego humanitario funcionaría de la siguiente manera”, explica Egeland. “Proponemos que anuncien la tregua con 72 horas de antelación y que cesen los combates durante 48 horas. Eso es todo lo que necesitamos”.
La falta de seguridad también es uno de los principales problemas para la ONG Médicos sin fronteras (MSF), dice Thomas Nierle, presidente de MSF Suiza.
"La situación de seguridad es mala porque las partes en conflicto no se atienen a lo negociado", dice Nierle. "Es decir, si se respetara la ayuda humanitaria, no habría ningún problema para hacer llegar el suministro a la población civil afectada".
Todas las organizaciones que operan en Siria se quejan de que no pueden ayudar en la medida que prevé la Ley Humanitaria Internacional, y como en realidad sería necesario hacerlo. Mientras, una gran parte de la población siria sigue sobreviviendo y depende de la poca ayuda humanitaria que recibe.
¿Qué queda de Palmira?
En 2015, el Estado Islámico impactó al mundo al destruir monumentos de la antigua ciudadela de Palmira. Una exposición en Colonia muestra dibujos que documentan el esplendor de esas maravillas de la humanidad.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Daniel Lohmann
Artista, arquitecto, arqueólogo
Como muchos de quienes viajaron hacia Oriente en el siglo XVIII, el artista francés Louis-François Cassas provenía de una familia de clase acomodada. Su padre era marqués y agrimensor real. En 1785, Louis-Francois estuvo dos meses en Palmira, haciendo croquis de prácticamente todas las ruinas de ese legendario centro cultural de la Antigüedad.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Fondation Corboud
Lo que quedó
Cassas encontró solo ruinas en Palmira. Sin embargo, en lugar de dibujar lo que veía, intentó reconstruir la ciudad y poner sobre el papel su antiguo esplendor. El museo Wallraf-Richartz de Colonia tiene 123 de esos dibujos en su colección. Algunos de ellos fueron restaurados para la exhibición "Palmira: ¿qué queda?", que también muestra la destrucción provocada por los terroristas en la región.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Fondation Corboud
Oasis para comerciantes
Palmira está ubicada a medio camino entre Damasco y la frontera con Irak. Erigida entre los siglos I y III d. C., los monumentales edificios se mantenían bien preservados, como mudos testigos de la magnificencia de la ciudad greco-romana. Caravanas de comerciantes trasladaban especias, gemas preciosas y ropas a la ciudad.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Daniel Lohmann
Diferentes estilos e influencias
Con el tiempo, Palmira fue mezclando su arquitectura greco-romana con estilos locales. El teatro romano semicircular tiene una fachada diseñada al estilo de un palacio oriental. En ese escenario se presentaban obras en arameo.
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Marczok
Fascinación con la historia
Artistas y arquitectos han intentado desde fechas tan tempranas como el siglo XV revivir el espíritu de la antigua ciudad. Pero la perspectiva de Cassas era única: usando colores diferentes, distinguió la arquitectura existente de la imaginaria en sus dibujos. El negro representa a la realidad, el rojo señala sus reconstrucciones.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Fondation Corboud
El centro de la vida religiosa
El templo de Bel fue construido hacia fines del siglo II d. C. bajo dominio romano. Bel era el equivalente local para el dios griego Zeus. La arquitectura combina tradiciones arquitectónicas romanas y griegas, con la adición de ornamentaciones orientales.
Imagen: Wallraf-Richartz-Museum/Fondation Corboud
Perdido para siempre
El templo de Baalshamin, de aproximadamente dos mil años de antigüedad y una de las estructuras más completas halladas en Palmira, fue una de las maravillas destruidas por el Estado Islámico. Baalshamin, el "Señor del Cielo", era una de las deidades supremas de Palmira.
Imagen: Reuters/Stringer
Cuánto se perdió y cuánto queda
La Gran Columnata fue la principal avenida de la ciudad. Allí había tiendas a ambos lados de la calle, además del mercado del Ágora, un teatro y un complejo de baños romanos. Cuánto destruyeron los fanáticos del Estado Islámico y cuánto quedará para la posteridad es hoy un misterio. Habrá que esperar que las fuerzas del gobierno sirio terminen de expulsar a los insurgentes de la región.