“Cuando se trata del tema de Cuba hay siempre muchas emociones”, afirmaba la embajadora cubana ante la Unión Europea, Mirtha Hormilla Castro, ante la delegación europea para las relaciones con América Central. En un momento en que la UE redefine sus relaciones con la región –a través de un inminente tratado de asociación que incluye comercio, diálogo y desarrollo -, la ausencia de Cuba es elocuente.

Un diálogo pragmático

Un poco como un paliativo a los tira y afloja entre La Habana y la UE –que pasan por una posición común, ruptura de relaciones en 2003, resoluciones del Parlamento Europeo, premios Sájarov europeos a presos políticos cubanos-, el camino de la ayuda al desarrollo y la cooperación, reestablecida en 2008, podría verse como una senda pragmática hacia el diálogo; como “una manera de ir trabajando de forma paciente y de establecer un diálogo y una comunicación sobre la base del respeto mutuo”, afirma la diplomática, la primera representante de Cuba en acudir en mucho tiempo a un debate de este tipo.

Y aunque un monto de 81 millones de euros asignados hasta el 2013 para medidas de adaptación al cambio climático, la educación y la seguridad alimentaria “a nivel macroeconómico no hacen una gran diferencia, y teniendo en cuenta que los proyectos de la UE son complementarios al plan de desarrollo nacional, sí representan una contribución importante”, explicaba la embajadora.

¿Apoyo a la modernización?

La vulnerabilidad caribeña a los desastres naturales y la dependencia de las importaciones para suplir las necesidades internas llevan a que “la seguridad alimentaria sea un objetivo estratégico de Cuba, que está actualizando su modelo económico”, explica Hormilla Castro.

Descentralización, transferencia de funciones a cooperativas y personas individuales y distribución de tierras ociosas en condición de usufructo son parte de los planes de modernización de la economía. Y en esto la Comisión Europea presta un apoyo que se valora positivamente, a ambos lados del océano.

Derechos humanos

No obstante, “sería un sarcasmo que sólo hablásemos de cooperación y no hablásemos de derechos humanos; no podemos hacernos trampas en el solitario diciendo que son temas diferentes”, replicó Carlos Iturgaiz, vicepresidente de la delegación y eurodiputado del mayoritario bloque conservador de la eurocámara, recordando que a dos premios Sájarov no se les permitió la salida de la isla para recoger el galardón.

La situación de los derechos humanos en Cuba, “contamina todos los sectores y los estamentos”, subrayaba Iturgaiz exigiendo un camino para hablar con la oposición y no tener que hacerlo desde la cárcel ni el exilio.

¿Una senda más inteligente?

Al respecto, “estos son tópicos acostumbrados y no ayudan a mejorar al retorno a un estado de respeto de libertades”, dijo a DW, por su parte, la eurodiputada Inés Ayala Sender, del bloque de socialdemócratas. “Es cínico, también, porque por otro lado, aquellos mismos que están todo el día exigiéndole a Cuba una demostración en ese sentido son mucho más laxos y flexibles al establecer relaciones e incluso tratados de asociación con gobiernos que tienen regímenes semejantes y problemas de derechos humanos”, añadió.

Así que el hecho de que la Comisión Europea haya optado por continuar el camino de la cooperación es, según Ayala Sender, muy positivo para los sectores en los que se lleva a cabo y por los retos que ello implica. Crucial es ahora, según la diputada española, asegurar que esa cooperación se mantenga.

"Es una senda inteligente. Con el desarrollo viene la exigencia de los ciudadanos de mayores libertades. Creo que poco a poco se consigue”, afirma, añadiendo que a pesar de que no se puede hablar de una normalización de las relaciones con este país “de especial significado para la UE por su historia, por su gobierno, por la cercanía con Estados Unidos”, que prime la búsqueda del diálogo por ambas partes es bueno. Esto lleva a Ayala Sender a concluir: “creo que esta tarde se ha avanzado en esta delegación que tiene un reto delante de sí: ver cómo seguir trabajando con este país que, desde luego, nos faltaba”.

Autora: Mirra Banchón
Editora: Cristina Papaleo