La crisis del agua en Gaza
16 de febrero de 2014 “Si le preguntas a alguien por la calidad del agua que llega a su casa por las tuberías, su respuesta será: ‘¿Calidad? ¡De las cañerías lo que sale es agua de mar!’ Así de salada es al agua que nos llega”, cuenta Munther Shoblak, director de la instalación que abastece de agua a Gaza. El funcionario siempre sonríe cuando hace ese tipo de comentarios, pero él está muy consciente de la gravedad de la situación: la precariedad de la infraestructura hace que el vital líquido escasee desde hace muchos años y lo que llega es de muy mala calidad.
Un total de 1,6 millones de personas viven en la Franja de Gaza y el agua que los mantiene con vida proviene de una sola reserva subterránea; la población sigue creciendo y el manantial no da para más. Además, según las Naciones Unidas, el 90 por ciento de las reservas de agua subterránea se ven contaminadas por el agua que se filtra desde el mar Mediterráneo, por las aguas residuales y por otras sustancias contaminantes. Todo el Cercano Oriente está amenazado por la escasez de agua, pero en la Franja de Gaza, ese fenómeno se agudiza.
La crisis del agua en Gaza afecta a todos los ámbitos de la vida de los palestinos. Sobre todo a la agricultura, que absorbe la mayor parte del agua que se encuentra en la reserva subterránea. El agricultor Mahdi Arafat cuenta que sus plantas y sus cosechas sufren debido al alto grado de concentración de cloruro del agua disponible. Él sabe que debería comprar agua potable para sus sembradíos, pero eso encarecería demasiado los costos de producción de las verduras y las frutas.
Una carrera contra el tiempo
En este sentido, la renovación de la planta de depuración de aguas residuales Sheikh Ajleen, en las afueras de la ciudad de Gaza, ha sido una bendición para muchos palestinos. El proyecto pudo consumarse en tres años. Desde finales de 2012, las aguas residuales de 650.000 personas pueden ser reutilizadas, explica Thomas Eisenbach del Instituto Crediticio para la Reconstrucción, financiado por el Gobierno alemán. “Pero eso está lejos de ser suficiente y hay sectores de la Franja de Gaza que no pueden ser abastecidos por la planta”, acota Eisenbach.
Considerando el agua de mar que a la Franja de Gaza le sobra, la otra esperanza para sus pobladores es la creación de instalaciones desalinizadoras. Organizaciones internacionales como Unicef ya han construido desalinizadoras pequeñas. Algunas de las que están en funcionamiento pueden abastecer de agua potable a unas 15.000 personas. Desde hace tiempo se está planeando construir otra en el sur de la Franja de Gaza, pero el proceso es demasiado lento. En lo que al agua se refiere, a la Franja de Gaza le queda poco tiempo. Según un informe de las Naciones Unidas, es posible que en dos años la reserva de agua subterránea no pueda proporcionar ni una gota más de agua potable.