El difícil Comercio Justo
18 de enero de 2013Desde hace 40 años el sello Comercio Justo contribuye al desarrollo de regiones rurales en países en desarrollo. Comenzó como un movimiento político, con raíces incluso religiosas, en la década de los años 60, que dio paso a la fundación de organizaciones como Max Havelar, en Holanda y Francia, y TransFair, en Alemania. Desde entonces se ha convertido en una marca establecida con la que incluso corporaciones como Starbucks y grandes cadenas de descuento alemanas como Lidl buscan mejorar su imagen.
Representantes de Fair Trade Internacional y la mayor comercializadora en Europa de productos de Comercio Justo, la alemana GEPA (Sociedad para el Fomento de la Solidaridad con el Tercer Mundo ), junto con el Forum Fairer Handel, convocaron a una conferencia en Berlín, en el marco de la Grüne Woche, la mayor feria europea de la alimentación para sensibilizar al público alemán sobre la necesidad de impulsar las inversiones y garantizar con ello la seguridad alimentaria, sobre todo a través de los pequeños productores de países en desarrollo. Se entiende como Comercio Justo un comercio controlado en el que empresas de países industrializados compran a pequeños productores organizados en cooperativas otorgando un precio mínimo por encima del precio del mercado. Con ello les ayudan a mejorar sus condiciones de vida de manera sostenida.
En un momento en que la cooperación para el desarrollo en los países del norte del hemisferio tiene en la mira a África, obliga a buscar el interés de grandes corporaciones para que adopten productos de Comercio Justo provenientes de Latinoamérica en la paleta de productos que ofrecen. “El financiamiento, la ayuda a la cooperación con América Latina, está disminuyendo y se está enfocando más en África y esto hace la tarea más difícil. Se está reduciendo la ayuda de los países del norte”, explica a DW Carlos Canales, representante de Fair Trade Internacional.
Cambios en el mercado
Actualmente Fair Trade participa con porcentaje mínimo en el volumen global de comercio, equivalente a unos 10.000 millones de euros al año, pero cuenta entre tanto con unas mil cooperativas, la mitad provienen de América Latina. Canales señala que los mercados se están transformando y en países como Sudáfrica, México y Brasil, ya no sólo se apoya la producción con sello de Comercio Justo, sino que hay un número creciente de consumidores dispuestos a pagar un porcentaje extra en la compra de los productos con dicho sello, a sabiendas de que con ello están protegiendo a pequeños agricultores de los vaivenes en los precios, permitiéndoles una programación de la producción a largo plazo.
Se estima que unos 25 millones de personas viven en todo el mundo del cultivo de café, la mayoría son pequeños agricultores para quienes el cultivo del grano es su principal fuente de subsistencia. En la conferencia fue presentado el caso de la cooperativa de mujeres hondureña llamada COMUCAP, como ejemplo de sustentabilidad y buena práctica empresarial que ha redundado en una mejoría social, cultural y económica de las mujeres socias de la cooperativa y de sus familias, en un país en donde los problemas sociales más graves se derivan de la lucha de pequeños campesinos por la tierra.
“La mayoría de nuestros productores proviene de América Latina. De 180 socios que tenemos unos 50 son productores de café, la mayoría provenientes del subcontinente americano”, explica por su parte Andrea Fütterer, representante de la GEPA. También Fütterer se queja de que el Gobierno alemán ha incumplido sus promesas de ayuda al desarrollo de un 0,7% de su Producto Interno Bruto (PIB), que este año ha reducido nuevamente. "La tendencia es negativa”, advierte.
El complejo mercado alemán
GEPA es la mayor comercializadora de Europa, pues vende el sello de Comercio Justo a Suiza, Austria y el Reino Unido. La empresa registró el año pasado un volumen de negocio de 54,4 millones de euros, pero su representante señala que si se compara a Alemania con Austria, Suiza y el Reino Unido, en cuanto a consumo per cápita, queda relegada: “Alemania lidera porque es un país más grande que los demás”, dice.
Para la empresa, fundada en 1975 con el objetivo de ayudar a los productores del sur perjudicados por malas prácticas comerciales y promover un cambio en el comportamiento de compra de los consumidores del norte, el principal problema en Alemania es la distribución de productos en un mercado atomizado con muchas cadenas de supermercados.
“En el Reino Unido hay dos grandes cadenas, lo mismo ocurre en Suiza y en Austria. En Alemania tenemos seis grandes cadenas, y otras más pequeñas, pero ni siquiera ellas tienen una estructura centralizada”, advierte. “Cuando vendemos a Edeka, no es un acuerdo que comprenda a toda Alemania, sino solo a un cierto número de filiales. Es un trabajo enorme para GEPA el ingresar a cada filial”, añade.
Pero hay otro elemento que hace parecer milagroso que una empresa como GEPA haya subsistido tantos años: la tendencia de bajos precios en los alimentos. “No hay ningún otro país en Europa que viva según el credo de “Geiz ist Geil” (la tacañería es estupenda”). Los alemanes son los que menos gastan en alimentos en Europa, es decir, en Alemania es en donde se encuentran los alimentos de más bajo costo. Eso hace difícil trabajar con productos orgánicos y con productos de Comercio Justo, que son un poco más caros”, concluye.
Autora: Eva Usi
Editora: Rosa Muñoz Lima