En EE. UU. observamos actualmente lo que sucede cuando una sociedad ya no deja ningún espacio libre para debatir sobre diferentes visiones políticas. Se autodestruye, opina Ines Pohl.
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Estados Unidos siempre han sido un país de contrastes. Una nación polarizada. Solo hay dos partidos que realmente importan. Los gobiernos no tienen que comprometerse para formar un gobierno de coalición. O tienen una mayoría o perdieron la elección.
Ese concepto de bandos opuestos también se refleja en los medios de comunicación desde las guerras de independencia. Incluso los primeros periódicos del siglo XVIII tomaron posiciones claras sobre importantes decisiones políticas. Al igual que en muchos otros países, las publicaciones y las cadenas de televisión privadas simpatizan con ciertas orientaciones políticas. En consecuencia, los ciudadanos eligen "sus” medios: la cadena de televisión, la página web, o el periódico donde más se sientan políticamente a gusto.
Los medios de comunicación como actores políticos
Dos cosas son fundamentalmente diferentes después de casi cuatro años de Donald Trump:
1. Los medios de comunicación estadounidenses han dejado de esforzarse por una información política objetiva y se han convertido en actores políticos.
2) Las permanentes declaraciones de Trump de que los medios de comunicación no son más que unos mentirosos están teniendo efecto: nunca antes la credibilidad del periodismo había sido tan baja. Y ambos puntos tienen mucho que ver entre sí. Además, las redes sociales también actúan como un amplificador.
En Estados Unidos apenas quedan espacios públicos para debates controvertidos sobre conceptos políticos y soluciones propuestas. Esta campaña electoral nos muestra de la manera más brutal los efectos de esto: cada vez más gente confía únicamente en que sus pequeñas burbujas de medios sociales les proporcionen información. Con consecuencias fatales. Se abrió la puerta a los teóricos de la conspiración y a los enemigos de la democracia. Y los medios de comunicación han perdido su papel de correctivo creíble por su extrema unilateralidad. Son los algoritmos los que, al recompensar los titulares más ruidosos y más polarizadores, tienen los discursos de ambos campos políticos firmemente en sus manos.
Los hechos y los conocimientos científicos tienen pocas posibilidades de alcanzar las burbujas infiltradas por las afirmaciones de Donald Trump. En las últimas semanas he experimentado una y otra vez con qué persuasión algunos estadounidenses afirman que Hillary Clinton esconde a niños pequeños en su sótano y que el COVID-19 no es más que el intento de un grupo ominoso de dominar el mundo.
Peligro de que la nación se desmorone
En el otro bando político, a menudo se encuentran ciudadanos urbanos complacientes y acomodados que no están en absoluto dispuestos a querer entender a las familias que han dependido durante generaciones de los trabajos en fábricas que cada vez son menos. O de la minería del carbón, que ya no tiene futuro.
Da miedo. Y debería dar miedo. Estados Unidos es particularmente vulnerable a la desintegración por muchas razones. Esto tiene que ver con el sistema educativo, pero también con las tendencias demográficas. El hecho de que en dos décadas el dominio blanco, al menos en términos puramente numéricos, llegue a su fin, hace que la gente se sienta insegura, hace temblar lo que una vez se pensó que era seguro y muestra cuán profundamente racistas siguen siendo grandes partes de este país. Los estadounidenses ha olvidado cómo discutir sobre argumentos políticos y se retiran cada vez más a sus burbujas en las redes sociales. Pero este peligro no se limita solo a Estados Unidos.
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Los hechos y la búsqueda de la objetividad
Las democracias viven del discurso, de la disputa sobre el mejor camino a seguir. Pero solo pueden existir bajo ciertas condiciones. Una de ellas es que los hechos jueguen un papel. Es imposible discutir con alguien que siempre cuando se le acaban los argumentos puede responder con: "Estas son fake news”.
Pero, ¿hay alguna manera de detener esto? Acaso, solo estableciendo prioridades claras en las escuelas. Los niños tienen que aprender cómo manejar las redes sociales, tienen que aprender a distinguir propaganda y activismo. Y tienen que poder diferenciar entre páginas web confiables y otras que no lo son. Y aquí es donde se requiere a los periodistas profesiones. Debemos esforzarnos por ser objetivos para recuperar credibilidad y seguir siendo actores relevantes en una democracia.
(gg/er)
¿Trump o Biden? Así votan los famosos en Estados Unidos
Las presidenciales del 3 de noviembre han dividido fuertemente a la sociedad estadounidense, y el mundo de la cultura y el entretenimiento no ha quedado ajeno a ese fenómeno.
Imagen: picture-alliance/Zumapress/K. Sullivan
Chuck Norris vota Trump
Republicano hasta la médula, el actor Chuck Norris (80) ya en 2016 apoyó fervientemente a Donald Trump. Y con los años no ha hecho más que afianzar su respaldo al mandatario. El héroe de acción y protagonista de toda clase de memes es uno de los prominentes que se suma a la lista de seguidores del inquilino de la Casa Blanca.
Imagen: picture-alliance/dpa
Salma Hayek votó por adelantado
La actriz mexicana Salma Hayek, quien reveló en 2017 que Donald Trump había intentado seducirla, ya hizo su elección votando anticipadamente, como cerca de 90 millones de ciudadanos estadounidenses. Hay poco margen de duda: en 2015 dijo respecto a Trump que "cada uno tiene derecho a ser tonto", lo que permite sospechar que no tiene una buena opinión del mandatario.
Imagen: picture-alliance/Zumapress/K. Sullivan
Eastwood es muy republicano, pero...
El actor y director Clint Eastwood apoyó a Trump en 2016, aunque en febrero de 2020 dijo que votaría por Michael Bloomberg, un demócrata. No está claro si eso significó un cambio de giro total de parte de este republicano histórico o solo un respaldo a la persona de Bloomberg. Como sea, no sería raro que, sin Bloomberg en competencia, Eastwood volviera a votar por Trump.
Imagen: Getty Images/AFP/F. Guillot
Un punk que respalda a Trump
Aunque nació en Reino Unido, hace muchos años que John Lydon, conocido en el mundo del rock como Johhny Rotten, vive en Estados Unidos, donde obtuvo la ciudadanía en 2013. El exvocalista de Sex Pistols había apoyado anteriormente a Barack Obama y Hilary Clinton, pero en declaraciones a The Observer dijo que este 2020 "la única opción sensata" era votar por Trump, cuyo manejo de la economía alaba.
Imagen: DW
Sylvester Stallone: "amo a Donald Trump"
El hombre que dio vida a "Rocky" y "Rambo" dijo en 2016 que amaba a Donald Trump. Éste le ofreció un puesto en el gobierno, en una entidad que brinda apoyo a proyectos artísticos de excelencia. Stallone rechazó la oferta porque prefería trabajar ayudando a veteranos de guerra, y en 2018 visitó la Casa Blanca, donde se dejó fotografiar junto al mandatario. La relación entre ambos es cordial.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/P. Giannakouris
Luis Fonsi quiere a Biden
El cantante que se hizo famoso mundialmente con ese poema musical titulado "Despacito", participó en una actividad de campaña de Joe Biden, donde resaltó que a pesar de estar en un país cuyo presidente "trata de dividirnos", ha podido conocer lo mejor de Estados Unidos, y por ello abogó por "presidente que celebre nuestra comunidad" latina, en referencia a Biden.
Imagen: Imago/Agencia EFE/D. Borrat
La Roca es un péndulo
El actor Dwayne Johnson, conocido interplanetariamente como "La Roca", es un votante pendular, esos que suelen definir las elecciones. Él mismo ha reconocido haber votado en el pasado por uno u otro lado, dependiendo del candidato. Esta vez le tocó a Biden. A fines de septiembre, Johnson explicó en Instagram que en estos "momentos críticos" apoyará a los demócratas.
Imagen: Imago/PicturePerfect
Ricky Martin no tiene dudas
El cantante Ricky Martin participó en septiembre en un mitín de la dupla demócrata, donde entregó abiertamente su respaldo a Joe Biden. En una entrevista posterior, el intérprete explicó que es seguidor desde hace tiempo del trabajo de Biden y que él, en su condición de "latino, gay y casado con un árabe", cumplía todo los requisitos para integrar la lista de personas no deseadas por Trump.
Imagen: Adam Schultz/Biden via ZUMA Wire/ZUMAPRESS/picture alliance
Penélope Cruz, contra el "voto desnudo"
La actriz española participó en un video para guiar a los votantes y evitar el llamado "voto desnudo", que es lo que sucede cuando no se siguen al pie de la letra las instrucciones para votar por correo. Si no cumple con los requisitos, ese voto se desecha. Cruz en 2017 criticó la política migratoria de Trump y ha sido una constante enemiga de su mandato.
Imagen: Getty Images/AFP/R. Beck
Arnold Schwarzenegger, un republicano rebelde
El actor nacido en Austria es republicano. Fue gobernador de California representando a ese partido y nunca ha tenido problemas en expresar sus preferencias políticas. Pero desde hace mucho tiempo es enemigo de Trump, a quien critica su falta de altura como estadista y comportamiento pendenciero. En septiembre publicó un video donde aparece junto a Michelle Obama haciendo un llamado a votar.