La cara más visible ante el mundo del boom orquestal sudamericano es el milagro iniciado por Abreu a principios de los años 70. Actualmente su idea se ha extendido por el continente como una mancha de aceite y genera tanto entusiasmo y tanta vida, que nadie sabe hasta dónde puede llegar esta fiebre orquestal.

Pero ¿qué es lo que engancha a los jóvenes sudamericanos a la dinámica de las orquestas? El repertorio sinfónico clásico no puede estar más alejado de su bagaje, excepto unas pocas piezas que son patrimonio de la cultura popular. En realidad, la música clásica no suele estar entre las preferencias de los jóvenes del mundo occidental, incluso de los propios alemanes, a pesar de la sólida tradición del país.

Tocar todos juntos

Muy probablemente, la clave está en la idea de hacer música en grupo. Pero no se trata solo de eso. Las peculiaridades del repertorio clásico, que exige disciplina, concentración y confianza en el trabajo de equipo son cualidades fundamentales para personas que se hallan en proceso de formación.

José Antonio Abreu lo sabe muy bien. El sueño que inició hace cuarenta años en Venezuela es hoy una realidad consolidada y en continua expansión. El Sistema ha logrado imbuir de una nueva vida y otras expectativas a una tradición que se inició hace siglos en otro continente. Pero no solo eso. El Sistema ha cambiado vidas con su modelo único de educación musical. Los niños y jóvenes aprenden a tocar un instrumento a la vez que a convivir y a respetar a los demás. La mayoría se lleva a casa una gran experiencia de vida, muchos conservan la música como afición, otros acaban convirtiéndose en profesionales y unos pocos acaban siendo estrellas mundiales, como es el caso de Gustavo Dudamel. Todos salen ganando.

Por todo el mundo

El Sistema ha inspirado proyectos orquestales juveniles por todo el mundo. Las circunstancias de cada país son distintas, pero hay en esta expansión un espíritu común: la educación y la promoción sociocultural para niños y jóvenes, con especial hincapié en los sectores más vulnerables de la población.

En se sentido, la Orquesta Sinfónica Alemana de Berlín cuenta con sus propios proyectos educativos en colegios de Alemania. Además, sus músicos desarrollan una serie de encuentros con escuelas de otros lugares del mundo. Los instrumentistas de la DSO se desplazan hasta otros países para enseñar a jóvenes y tocar en recitales especiales para ellos.

En ese sentido, el concierto que tendrá lugar el próximo 13 de mayo a las 11 de la mañana en el Auditorio Iribapuera de São Paolo no será algo nuevo para los profesionales de la DSO. Será en la última parte de un concierto al aire libre pensado para un público heterogéneo. Los músicos de la Joven Orquesta del Estado de São Paolo subirán al escenario con los instrumentistas alemanes para compartir los pentagramas de la hermosa suite del ballet El cascanueces, de Chaikovski.

Desde hace semanas, jóvenes músicos y profesionales están en contacto a través de Skype y Facebook, por lo que el encuentro no será repentino. El director Vladimir Ashkenazi se encargará de concertar la vehemencia juvenil con la serenidad de quien ya lleva años ocupando un atril.

Autora: María Santacecilia
Editor: José Ospina-Valencia