Christoph Hasselbach (LGC / )2 de septiembre de 2016
Los nazis obligaron a todos los judíos de Alemania a portar una estrella amarilla. Simbolizaba su exclusión de la sociedad y fue la antesala del Holocausto.
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En Alemania, los judíos habían sido excluidos cada vez más de la vida social con las leyes de Núremberg de 1935. Incluso se detallaba meticulosamente quién se consideraba judío pleno, medio judío, judío mestizo de primer grado, de segundo grado, etc.
"Hacer visibles a los enemigos interiores"
Ya antes de la guerra, Reinhard Heydrich, jefe de la Oficina Principal de Seguridad del Reich, había estado reflexionando sobre cómo "hacer visibles para todos" a los "enemigos internos" de Alemania. Tras la "Noche de los cristales rotos', en la que fueron atacadas sinagogas y negocios judíos en toda Alemania, en noviembre de 1938, Heydrich escribió: "Facilitaría mucho las cosas si cada judío definido por las Leyes de Núremberg llevara cierto tipo de insignia". Lo único que facilitó fue la localización de los judíos y su posterior traslado a campos de concentración. Y no sólo en Alemania.
Al comienzo de la guerra, en septiembre de 1939, los judíos de la ocupada Polonia fueron obligados a llevar un brazalete blanco con una estrella, azul en ese momento. Con la ocupación de cada vez más países, los nazis introdujeron este macabro etiquetado obligatorio en más países.
Las dudas iniciales de Hitler
Antes de la guerra el régimen lo había rechazado. Incluso Adolf Hitler dejó entrever sus tácticos titubeos en 1937 al decir ante funcionarios de su partido: "Se sopesa desde hace dos o tres años el problema de las insignias de identificación y un día u otro puede ser llevado a cabo (…). Aquí hay que tener olfato para saber qué puedo hacer y qué no se puede hacer". Temía una enérgica reacción internacional. Pero la guerra acabó con estas inhibiciones.
En 1941 el ministro de Propaganda, Josef Goebbels, propone de nuevo la idea y Hitler da en agosto su permiso. El 1 de septiembre de ese año entró en vigor el nuevo y detallista Reglamento de Policía: "La estrella de seis puntas, del tamaño de una mano y hecha de tela amarilla con la inscripción en negro 'judío' deberá ser visible portándose cosido a la izquierda del pecho". Quedaba para los judíos "prohibido aparecer en público sin mostrar la estrella judía". Quien la tapara se enfrentaba a las represalias de la Gestapo, que incluso revisaba meticulosamente el desgaste del tejido.
Aislamiento, discriminación, control
Las víctimas estaban desesperadas. Si bien el autor Victor Klemperer provenía de una familia judía, se convirtió al protestantismo antes de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, para los nazis siguió siendo judío. En 1935 había perdido su cátedra en Dresde y ahora debía llevar la estrella. En sus famosos diarios escribió: "Ayer, mientras Eva cosía, me invadió una frenética desesperación. También Eva perdió los nervios. […] Estoy destrozado, no encuentro consuelo".
La superviviente del Holocausto Inge Deutschkron recordaba, en 2013 en una conmemoración en el Bundestag: "La mayoría de los alemanes que me encontraba en las calles de Berlín apartaba la vista cuando se daban cuenta que llevaba la estrella, o me clavaban la mirada o se apartaban […] Sin duda, la estrella creaba un aislamiento discriminatorio para nosotros". Aislamiento y discriminación, pero también control.
Antesala del Holocausto
La marca de identificación fue sólo la preparación para lo que los nazis llamaron la "solución final" de la "cuestión judía": la extinción. Además de portar la estrella, a los judíos no se les permitía salir de sus distritos residenciales sin permiso policial.
No es casualidad que la deportación a los campos de exterminio empezara sólo un mes más tarde, en octubre de 1941. Victor Klemperer y Inge Deutschkron sobrevivieron. Otros millones de personas, no.
Arte robado por los nazis: "Una cuestión de origen"
El caso Gurlit trajo a la luz el robo de obras de arte a judíos por los nazis. El Museo de Arte de Bremen presenta ahora los resultados de un proyecto de investigación sobre el tema en una exposición.
Imagen: Harald Rehling
"Una cuestión de origen"
Cuando el Museo de Arte de Bremen obtuvo fondos para someter a su colección a una investigación sobre su procedencia, hace tres años, nadie conocía aún el “caso Gurlitt”. En muchos museos alemanes hay obras de arte robadas a familias judías por los nazis, que llegaron al mercado a través de los marchantes de Hitler. La exposición "Una cuestión de origen" da cuenta de los resultados de la pesquisa.
Imagen: Kunsthalle Bremen - Der Kunstverein in Bremen / Stefan Müller
¿Robo o compra legal?
“La avenida de los papagayos” (1920), de Max Liebermann, fue comprada por el coleccionista Heinrich Glosemeyer y es parte del Museo de Arte de Bremen. La investigación demostró que el matrimonio de coleccionistas Glosemeyer la compró legalmente.
Imagen: Kunsthalle Bremen – Der Kunstverein in Bremen / Foto: Lars Lohrisch
El destino de Max Liebermann
El pintor judío Max Liebermann fue destituido de su cargo como presidente de la Academia de las Artes por los nazis en 1933 y se le prohibió seguir pintando. Muchas de sus obras y de sus bienes fueron a parar a las colecciones de arte robado de los nazis. El proyecto del Museo de Arte de Bremen fue impulsado por la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano por resolución del Parlamento alemán.
Imagen: ullstein bild - Felix H. Man
Huellas de procedencia
El dorso de una pintura es la parte más importante para los investigadores. Aquí, un lienzo de cartón del pintor Peter Burnitz: “Estanque con orilla de juncos”. En el reverso se hallan las iniciales de todos los compradores y sus predecesores. Luego de la II Guerra Mundial, las obras robadas por los nazis fueron marcadas con tiza, un indicio valioso para la pesquisa.
Imagen: Kunsthalle Bremen – Der Kunstverein in Bremen / Foto: Karen Blindow
Comercio con el arte en Ámsterdam
El jurista Hugo Oelze provenía de una renombrada familia de comerciantes de Bremen. Vivió desde 1920 en Ámsterdam, donde comerciaba con obras de arte en estrecho contacto con su ciudad y logró formar así su colección privada. Después de su muerte donó al Museo de Arte de Bremen cinco pinturas de renombre que están siendo investigadas actualmente.
Herencia polémica
Esta valiosa pintura, “Almuerzo en la hierba”, del pintor francés Camille Pissarro, es de 1882 y fue adquirida por Hugo Oelze (1892-1967) para su colección privada. Oelze la donó en 1967 al Museo de Arte de Bremen, pero su procedencia legal no ha podido ser atestiguada por completo a pesar de las investigaciones.
Imagen: Kunsthalle Bremen – Der Kunstverein in Bremen / Foto: Karen Blindow
Una vida por el arte
El ya fallecido coleccionista alemán Cornelius Gurlitt vivió sus últimos días totalmente aislado en su departamento y rodeado de obras de arte. También el coleccionista y artista Arnold Blome (foto de 1966) había llenado su vivienda con cuadros y objetos de arte. La colección de Blome no contenía obras robadas a los judíos por los nazis, según la investigación.
Imagen: Nachlass Arnold Blome, Bremen
Esclarecimiento total
Con la exposición “Una cuestión de origen”, el Museo de Arte de Bremen es pionero en cuanto a la búsqueda de transparencia de su colección de arte, y este tipo de exhibición de los resultados de la pesquisa podría hacer escuela. El director del museo, Christoph Gruneberg (foto) invitó a los investigadores a una serie de conferencias, también sobre el caso Gurlitt, en el que aún trabajan.