"La eterna primavera" de Rodin consigue récord en subasta
10 de mayo de 2016
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La escultura "La eterna primavera" (L'Éternel Printemps), de Auguste Rodin, alcanzó hoy en Sotheby's el récord del artista al venderse por 20,4 millones de dólares (18 de precio de martillo antes de tasas), muy por encima de lo estimado. La estimación inicial de la escultura era de entre 8 y 12 millones de dólares, por lo que el precio final superó en gran medida los pronósticos.
La escultura se realizó a partir de un solo bloque de mármol blanco entre 1901 y 1903 y es el primera escultura de mármol que sale al mercado de subastas de Rodin en veinte años. En ella aparecen los personajes mitológicos de Dante Paolo y Francesca, condenados a permanecer sellados hasta la eternidad.
Sotheby's inició hoy sus subastas de primavera con obras de Paul Signac, René Magritte, Marc Chagall y Claude Monet, entre otros, que consiguieron en línea general precios dentro de las expectativas. Con la venta de 62 obras de arte moderno e impresionista con las que Sotheby's arranca sus subastas de primavera en la Gran Manzana la firma llegó a los 144,5 millones de dólares.
Entre otras, destacó la venta de la pintura "Maison du port, St. Tropez", de Paul Signac, que consiguió tras un emocionante tira y afloja venderse por 9,3 millones de precio de martillo. La obra, cuyo valor se estimaba entre 8 y 12 millones de dólares, salía al mercado después de permanecer durante décadas en las colecciones privadas de diplomáticos franceses y estadounidenses. Paul Signac descubrió la belleza de Saint Tropez de la mano de su mentor, Georges Seurat, y volvió a la ciudad costera gala en multitud de ocasiones durante su vida.
Por otro lado, de uno los de considerados "Wild beast", Maurice de Vlaminck, "Sous-bois", pintado en 1905, se adquirió por 14,4 millones, un valor en la línea de la estimación previa (de 12 a 18 millones). Asimismo, "Camille à l'ombrelle verte", de Claude Monet (1876), exquisito ejemplo de las técnicas tempranas de impresionismo del artista, alcanzó los 9,4 millones de dólares. (EFE)
Las cinco obras de arte más bellas de la primavera
Con este mal tiempo muchos esperan la llegada de la primavera. Según los meteorólogos, ya terminó el invierno en Alemania. El 20 de marzo arranca la estación más florida del año. Estos cuadros son un anticipo.
Imagen: picture-alliance/dpa/akg-images
“Huerto en primavera“ (1881)
En Europa, las flores blancas de los árboles frutales señalan la llegada de la primavera. Por fin terminaron los tonos grises y volvió el colorido a la naturaleza. La floración de los almendros y cerezos inunda las calles y campos de tonos rosas. En este cuadro, el pintor Alfred Sisley (1839-1899) inmortalizó un huerto florido.
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“Paseo a orillas del Sena cerca de Asnières” (1887)
Vincent van Gogh (1853-1890) apreciaba mucho la pintura impresionista de su colega y artista Sisley. Él mismo buscaba siempre nuevas localizaciones para sus cuadros que, siempre que podía, pintaba al aire libre. Aquí, van Gogh retrata a un paseante que camina por la orilla del Sena en medio del frío primaveral.
Imagen: picture-alliance/dpa/akg-images
“Primavera en Giverny“ (1900)
Para el pintor francés Claude Monet (1840-1926) la primavera era la época más productiva para su obra. En el jardín y en los alrededores de su casa de Giverny desarrollaba su diversidad de color, marcaba aspectos pintorescos y retrataba los efectos de la luz. En sus dos estudios podía pintar directamente en la naturaleza. Sus cuadros de nenúfares, de gran tamaño, son muy famosos.
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Held
“La primavera“ (1904)
Antes de empezar a pintar de forma abstracta, el artista ruso de vanguardia Kazimir Malévich (1879-1935) se dedicó a la naturaleza. Al principio de su carrera, el joven pintor estuvo influido por el impresionismo. Un cuadro de Monet le impactó mucho: “Por primera vez vi la luminosa atmósfera del cielo azul, los tonos de color puro y transparente”, escribió en 1904.
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“Arbustos en la primavera“ (1925)
Paul Klee (1879-1940) aprendió a pintar por cuenta propia. Cuando en 1898 la Academia de Múnich lo rechazó, comenzó a viajar por el mundo para descubrir el arte. Las obras de Vincent van Gogh y de Paul Cézanne lo impresionaron particularmente. Pero buscaba otra cosa, un lenguaje de formas independiente, una coloración de filigrana, como se puede ver en este cuadro. ¡La primavera está al caer!