Tras siete cortos, llegó el momento de presentar su primer largometraje. Gustavo Rondón Córdova ganó con su film "La Familia" el “Abrazo”, principal galardón del Festival de Cine América Latina de Biarritz.
Imagen: Patrick Tohier
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La película narra la historia de un padre soltero y de su hijo que, al huir de Caracas por temor a una posible venganza, empiezan un viaje que les permite profundizar en su relación. Pocos días antes de recibir el premio, Gustavo Rondón recibió a DW para hablar sobre su primer largometraje y la situación en Venezuela.
Gustavo Rondón: El reparto mezcla profesionales con gente de la calle. Los adultos en su mayoría son actores formados con mucha experiencia. Para los chicos hicimos una selección muy intensa en las calles de Caracas. Fuimos a barrios, centros deportivos, culturales, etc… e invitamos a varios a un taller de actuación. Yo me hice pasar por un asistente del director y me hice muy amigo de todos ellos. La elección de Reggie Reyes fue clara para mí. Necesitábamos a un chico cuyo cuerpo estuviera en la franja de transición entre la niñez y la edad adulta. Sabía que íbamos a trabajar duro, con escenas largas y Reggie logró entender este ritmo interno. Era también a la vez bastante fuerte y quieto para tener una cámara siempre muy cerca. Reggie es un chico que transmite mucho con los ojos. Esta película trata de las miradas, los personajes están constantemente mirándose el uno y el otro, aprendiendo a conocerse, a aceptar la existencia del otro. Conseguí que los dos actores protagonistas, el padre y el hijo, no se conocieran antes del rodaje. Lo que pasa en la historia también ocurrió en la vida real: a través de la filmación empezaron a conocerse.
El film evoluciona a partir de ese juego de miradas, que hacen nacer la idea de responsabilidad, la del padre y la del hijo. ¿Quién es responsable de quién?
Los protagonistas viven en un ambiente que los fuerza a actuar constantemente con su instituto de superviviencia. No hay mucho tiempo para reflexionar, intelectualizar o analizar las emociones, porque la cotidianidad siempre los exige mucho. El encuentro del padre con el hijo está provocado por unas circunstancias sociales complejas. La mirada es lo que más me interesa, el "notar” una presencia mas allá de la propia. La mirada es lo que permite a los protagonistas encontrar puntos en común, cada uno se convierte en el espejo del otro y acaban comprendiendo lo que les hace falta a los dos, es decir, la presencia de una madre. Ambos están huérfanos de este afecto. Mi película es mucho más emocional que intelectual.
Gustavo Rondón posa con su "Abrazo" del Festival de Cine de Biarritz. Imagen: Patrick Tohier
Tu obra es realista, inspirada en parte por los hermanos Dardenne, ¿cómo logras insertarla realidad en la ficción ?
Quería hacer una película realista. En efecto, soy un gran admirador de los hermanos Dardenne y se pueden notar las referencias. Estudié en la República Checa y tengo influencias del cine de Europa del este. Hay ciertas escenas de mi película que no solamente son realistas sino que también respetan la forma del documental. Mientras filmaba reescribía la película constantemente para acercarme más a lo cotidiano, al lenguaje de la calle de los niños venezolanos. Lo que quiero es que esta película refleje la realidad de América Latina. Se estrenó en Brasil y los brasileños me dijeron que esta película podría perfectamente ser brasileña, lo mismo ocurrió en Lima. Mi película pertenece a toda América Latina.
¿Crees que el cine puede acompañar a los venezolanos, de una manera o otra, en este contexto tan difícil ?
Es complicado, porque en los últimos treinta-cuarenta años, se hicieron películas que miraban a las clases más empobrecidas con mucha distancia o que las satanizaban. Yo utilicé este contexto para profundizar en las relaciones humanas. La película no trata de la situación en Venezuela, sino de la relación de este padre y de su hijo. Algunos califican mi película como un thriller social por el ritmo, el drama y porque los protagonistas se sienten perseguidos por algo que nunca ven. En Venezuela todo el mundo está paranoico y vive mirando de reojo al vecino.
Al final de la película los dos protagonistas huyen de Caracas. Refleja la actual situación en aquel país. ¿Esla huida la única manera de salvar la vida?
Los personajes regresan al punto de origen, al pueblo desierto de donde vinieron. La cuestión es saber si ese lugar representa un comienzo o un final. Los protagonistas ganan a la vez que pierden emocional y materialmente. La escena final de la película queda relativamente abierta: esta casa puede ser vista como una casa en ruinas o a punto de construirse. Representa a este país, Venezuela, que padece muchos problemas, pero que también esta listo para ser reconstruido.
Autora: Margot Desautez (MS)
Un día en la vida de Martín, defensor de migrantes en México
La asociación civil “Estancia del Migrante González y Martínez” es una pequeña organización humanitaria que brinda alimento y apoyo a los migrantes que pasan por el centro de México, rumbo a Estados Unidos.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Martín y su esposa Carmen
Martín Martínez y el sacerdote Mario González fundaron hace más de 15 años la Estancia del Migrante González y Martínez, una asociación que ayuda a los migrantes que pasan por Tequisquiapán, México. Ambos migraron a EE.UU., pero regresaron a su país. Al volver fundaron la Estancia. La esposa de Martín es su escudera incondicional.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Una pequeña estación de trenes
La Estancia ocupa una estación de trenes abandonada en las afueras de Tequisquiapán. El lugar pertenece a una de empresa de transporte de carga. Esta no ha querido ceder los derechos de propiedad a la asociación a pesar de que llevan más de 15 años ayudando a migrantes desde este lugar.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Un lugar pequeño pero acogedor
El local es realmente pequeño. El espacio solo da para almacenar los víveres y las herramientas necesarias para asegurar que el trabajo diario se haga correctamente. Martín querría tener un espacio más grande para poder ofrecer una mejor atención a los migrantes, pero hasta ahora no ha sido posible.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Martín ha sido atacado por su activismo
El fundador de la Estancia ha recibido amenazas, pero hace caso omiso pues no está dispuesto a dejar de ayudar a los “hermanos centroamericanos”. Quitó el número de teléfono de la camioneta y ya no responde a llamadas de números desconocidos debido a las intimidaciones vía telefónica.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
En la Estancia se asesora a los migrantes
La formación en derechos humanos y el apoyo de instituciones como el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Autónoma de Querétaro y la Universidad Iberoamericana son fundamentales. Martín no cree en los medios de comunicación. Dice que no hay ningún interés en dar soluciones ni verdadera visibilidad al problema de la migración.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Los mexicanos también migran
Este migrante interno es de Oaxaca, México. Llegó a pie y tomó las vías del tren para ahorrar tiempo. No se dirige a Estados Unidos sino al norte del país, donde cree que tendrá más oportunidades que en el sur. Al contrario de los migrantes extranjeros, él puede viajar en bus fácilmente, pero dice que no tiene dinero para pagarlo.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Martín busca donaciones y apoyo
De vez en cuando hay gente que se organiza para hacer donaciones a la asociación. Este día Martín tuvo que desplazarse a la ciudad de Querétaro a recoger víveres en un lujoso barrio cerrado.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Un supermercado dona panes y pasteles
A pesar de ser pionero y de haber recibido la Medalla de Honor a la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos “Nelson Mandela” en 2014, los recursos con los que cuenta la estancia son escasos. Ninguna ONG internacional o asociación les brinda ayuda financiera regularmente.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Una donación alemana
Una de las camionetas de la asociación fue regalada por un médico alemán. Estos vehículos son fundamentales para recoger donaciones, transportar heridos y llevar a los migrantes que llegan a pie a las estaciones más cercanas para que puedan seguir su camino.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Se acerca el tren
Las hijas de Martín están tan comprometidas en la causa como él. Claudia muestra las bolsas para que el conductor del tren disminuya la velocidad y los migrantes puedan agarrar las bolsas con comida. La organización comenzó como un proyecto familiar y hoy son más de 15 las personas involucradas.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
"La Bestia" atraviesa México
Los trenes pertenecen a diferentes compañías privadas. Martín ha estado en pleito repetidas veces con una de ellas ya que reivindica el derecho de poder ser propietario del local que ocupan y otros aledaños que están abandonados. Así podrían atender mejor a los migrantes.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Siempre alerta cuando pasa un tren
No se sabe realmente cuándo pasa el tren y cuando pasa es incierto si lleva migrantes a bordo. Por eso los miembros de la Estancia siempre están atentos cada vez que pasa La Bestia.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Un momento peligroso
Algunos conductores de los trenes aumentan la velocidad cuando pasan por albergues para que los migrantes no puedan recibir la comida que les lanzan. Otros, más humanos, desaceleran para que los migrantes no se caigan al intentar atrapar la comida.
Imagen: DW/S. Ospina Garcia
Un éxodo mortal
Martín apunta que le ha tocado hacer las veces de médico y con el tiempo tuvo que aprender a recolocar huesos y a hacer curaciones. Dejó de acudir a los hospitales porque desde allí solían llamar a Migración para hacer detener a los muchachos. Una vez no pudo hacer nada por un joven salvadoreño de 17 años que no se agarró bien de La Bestia y cayó. Murió mutilado.