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La fantasía playera de París

18 de agosto de 2002

Las autoridades socialistas y verdes están satisfechas. Por loca que haya parecido, su idea de erigir una playa junto al Sena, en el corazón mismo de París, resultó todo un éxito. Después de un mes, acaba la temporada.

Veraneando a orillas del Sena.Imagen: AP

París bien vale una misa; y también un veraneo, no sólo para las hordas de turistas suelen invadirla de preferencia en la temporada estival. También los parisinos que no pudieron viajar a la orilla del mar tuvieron su propia playa de consuelo.

No fue espejismo

150 toneladas de arena, para descansar y jugar.Imagen: AP

La proverbial creatividad francesa contagió este año a las autoridades edilicias de París, que blandieron su varita de Mandraque y convirtieron la ribera del Sena en playa, con palmeras y todo. Claro que, para que la calle pudiera transfigurarse, hubo que suspender la circulación del tránsito, traer toneladas de arena, instalar quitasoles... En total esta obra de magia costó un millón y medio de euros. Los que disfrutaron de estos tres kilómetros de playa artificial agradecen la inversión.

Pero, como todo sueño, también éste da paso a la vigilia. Este domingo se desvaneció lo que fue una ilusión urbana veraniega. A la hora del balance, los rostros municipales sonríen: más de dos millones de personas visitaron Paris-Plage, sin que se hayan producido incidentes que lamentar.

Hasta el año entrante

El año entrante, la ribera volverá a convertirse en paseo.Imagen: AP

Entre parisinos que se precien de tales, no podían faltar por cierto algunas quejas: por ejemplo, que no estaba permitido bañarse en el Sena, o que las 150 toneladas de arena no fueron suficientes para cubrir por completo el asfalto. Los barcos cargueros que navegan por el río se encargaron igualmente de recordar a cada instante que no era esa la Costa Azul o Copacabana.

Pero prevalecen los comentarios positivos de quienes disfrutaron del sol y el descanso, en pleno centro de París. La mayoría comprende que hubo que pagar el noviciado y que por el camino se aprende. Porque éste fue sólo el comienzo. El año entrante, la experiencia será reeditada. Y ya hay más de algún político verde en la Municipalidad parisina que sueña con cerrar definitivamente el sector al paso de los vehículos y crear un oasis de año corrido en medio del ajetreo de la capital francesa.