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La flexible disciplina de Joachim Löw

Daniel Martínez22 de marzo de 2016

El entrenador Joachim Löw retiró de la selección alemana al delantero Max Kruse por no ajustarse a unos parámetros disciplinarios del equipo que, dependiendo del caso, lucen arbitrarios y elásticos.

Disciplinariamente el delantero Max Kruse (izq) marcha en dirección opuesta al ideal de Joachim Löw.
Disciplinariamente el delantero Max Kruse (izq) marcha en dirección opuesta al ideal de Joachim Löw.Imagen: picture-alliance/dpa

La reacción del entrenador alemán fue contundente: “Lo sucedido el fin de semana contradice las expectativas que tengo de un jugador de la selección”. Joachim Löw retiró sin contemplaciones del equipo nacional a Max Kruse, delantero del Wolfsburgo, diciendo “no estoy dispuesto a aceptar su recurrente comportamiento poco profesional”.

¿Poco profesional?

La pregunta que surge tras registrar la decisión de Löw es qué exactamente fue lo que hizo Kruse que se considera tan poco profesional. El delantero estuvo el fin de semana celebrando su cumpleaños con amigos en una discoteca en Berlín. Hasta allí, nada fuera de lo común. Además, tampoco hubo algún reporte que indicara que el futbolista estuviera ebrio, o que se había marchado de fiesta sin permiso de su club.

Su gran error fue arrebatarle el teléfono celular a una chica que lo había estado fotografiando sin su consentimiento a lo largo de la noche, y borrar todas las imágenes que ella tenía de él en el aparato. Con lo que Kruse no contaba era con que la chica era una periodista, y que la historia saldría pocas horas después en el diario más popular de Alemania, el Bild.

La fiesta normal de un joven deportista, en la que no se registraron conocidos excesos de alcohol o comportamiento, se convirtió en un escándalo que le costó a Kruse ser separado de la selección, a la que probablemente no acompañara en la Eurocopa Francia 2016. Un fuerte castigo si se tiene en cuenta que en el pasado el entrenador Joachim Löw ha sido mucho más condescendiente y generoso consigo mismo y otras estrellas.

Uno de los mejores ejemplos de las diferencias de juicio de valor de un caso a otro es lo ocurrido en torno a Marco Reus. La estrella del Dortmund manejó auto durante tres años sin tener licencia para hacerlo y tuvo que pagar una multa de 540.000 euros luego de haber sido pillado infraganti en un control de la policía. Para Reus, en su momento, no hubo sanciones.

Diferentes varas de medir

En este caso el seleccionador alemán no formuló ninguna frase de la drasticidad de la que usó con Kruse refiriéndose a su papel como modelo para la sociedad. “Necesitamos jugadores concentrados y enfocados en la Eurocopa que también sean conscientes de su función ejemplar”, dijo Joachim Löw, quien consigo mismo fue más benévolo cuando se vio en problemas.

Al entrenador las autoridades lo despojaron durante seis meses de su licencia de conducir por haber violado repetidamente los límites de velocidad con su auto y usar el teléfono mientras manejaba. Löw, quien reincidía en esta conducta pues en el 2006 también fue sancionado por el mismo motivo, se limitó a decir que cambiaría su comportamiento al volante.

En otro caso, el de Kevin Großkreutz, la disciplina se subordinó a la necesidad. El exjugador del Dortmund, hoy Stuttgart, orinó una vez en el lobby de un lujoso hotel en Berlín ante la vista de todos los presentes, y en otra ocasión atacó a un aficionado arrojándole un kebab en un local en Colonia. Löw criticó fuertemente al jugador, pero se abstuvo de sancionarlo antes del Mundial 2014, pues lo requería en la plantilla de la selección.

Kruse, víctima de sí mismo

Esta escena probablemente no se verá en la Eurocopa de Francia 2016: Joachim Löw y Max Kruse.Imagen: picture-alliance/dpa/Gladys Ch. von der Laage

Großkreutz viajó a Brasil y hoy es campeón del mundo. Él, sin embargo, está pagando hoy sus pecados del pasado pues el entrenador Löw ha dejado de convocarlo a la selección, donde ya no se le necesita con tanta urgencia como en el 2014. Max Kruse es actualmente igual de prescindible.

Para Joachim Löw no es problema separarse del delantero del Wolfsburgo pues él no es pieza vital en el equipo alemán, y su conducta tampoco se ajusta al perfil del futbolista dócil y apacible que abunda en la selección campeona del mundo. Max Kruse reconoce públicamente que le gusta jugar al póker, y en distintas mesas ha ganado sumas millonarias. El jugador ha dado también a conocer que algunas veces consigue parejas amorosas en portales de Internet.

Además, el hecho de conducir un Maserati pintado con colores de camuflaje, y de que en las redes sociales circule aparentemente un video sexual suyo, tampoco le sirve de defensa antes las medidas disciplinarias del seleccionador alemán, por más arbitrarias que estas puedan ser.

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