La conocida artista callejera de Afganistán retrata a mujeres afganas que se enfrentan a las amenazas de los talibanes. A pesar del peligro, sigue oponiendo resistencia con su trabajo.
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Shamsia Hassani ha alcanzado cierto nivel de éxito internacional en los últimos años. Es la grafitera y artista callejera más conocida de Afganistán, famosa por su audaz manera de dar voz a las mujeres de su país. Viaja para pintar murales in situ y participar en exposiciones en galerías en numerosos países de Estados Unidos, Europa y Asia.
En 2014, apareció en la lista de los 100 mejores pensadores globales de la revista de EE. UU. Foreign Policy y también fue incluida en el segundo volumen de Goodnight Stories for Rebel Girls, una colección de retratos de mujeres innovadoras de todo el mundo, todo un éxito de ventas.
Más resonancia en redes sociales
La semana pasada, cuando los talibanes tomaron una provincia afgana tras otra, y finalmente se apoderaron de Kabul, la presencia de Hassani en las redes sociales tuvo aún más resonancia.
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Desde hace días, las mujeres evitan en gran medida los espacios públicosde la capital, y muchos artistas han eliminado mensajes de chat y cuentas de redes sociales, por temor a las repercusiones violentas y en potencia fatales de los talibanes.
Después de la toma de poder de Kabul por los talibanes, en las cuentas de redes sociales de Hassani no hubo movimiento durante unos días, por lo que sus seguidores temieron por su seguridad.
Una nueva imagen de su serie reciente, titulada Muerte a las tinieblas, se publicó al final el martes (17.08.2021) por la noche. Fue la confirmación de que seguía trabajando y dando voz a las vivencias de las mujeres afganas.
DW contactó al agente de Hassani, quien dijo que la artista no estaba disponible para una entrevista, pero que estaba en un lugar seguro y secreto.
Mujeres artistas bajo doble amenaza
Publicar esas imágenes ahora en Afganistán es un paso valiente. La mayoría de los analistas y activistas de derechos humanos creen que los talibanes impondrán restricciones draconianas y castigos mortales a las mujeres, como hicieron durante su gobierno en los años noventa del siglo XX.
Las artistas se enfrentan a una situación doblemente peligrosa: por ser mujeres y además por realizar trabajos que los talibanes consideraron ya en el pasado,como una violación de su estricta interpretación de la ley islámica.
"Algunas personas piensan que el arte no está permitido en el islam y luego sienten que deberían detenerme... Si muchas mentes cerradas se unen, serán muy poderosas y podrán hacer cualquier cosa", dijo Hassani en una entrevista en video de 2016 para The Creators Project.
Visibilizar a las mujeres y cambiar la percepción
Nacida en 1988 en Irán de padres afganos refugiados, Hassani comenzó a hacer grafitis y arte callejero en 2010, después de haber estudiado pintura y artes visuales en la Universidad de Kabul.
La precaria situación de las mujeres y las niñas en la sociedad afgana, dominada por los hombres, es el tema que domina su trabajo. De hecho, la capacidad del grafiti para resaltar públicamente los desafíos que enfrentan las mujeres afganas, pero también su fuerza y resolución, fue una de las principales razones por las que Hassani eligió grafitear, dijo a la plataforma Street Art Bio.
Quería cambiar la forma en que la gente percibe a las mujeres afganas, incluidas las que usan burka, dijo: "Trato de mostrarlas más grandes de lo que son en realidad, y modernas, felices, en movimiento, tal vez más fuertes. Intento que la gente las mire de manera diferente ".
Hassani también ha utilizado su arte para responder directamente a los ataques de los talibanes y otros grupos extremistas, creando imágenes de dolor y pérdida.
Las mujeres de la artista muestran un amplio espectro de emociones: anhelo y desafío, esperanza y angustia, libertad y miedo. No tienen bocas, pero sí elementos de la naturaleza o instrumentos musicales.
"Los uso [instrumentos musicales] como símbolo para que las mujeres toquen su voz con ellos. Pueden usar instrumentos musicales para hablar con la gente, para hablar más alto y [llamar] más la atención, ya que no tienen boca. Pero este instrumento musical les da poder para hablar en sociedad", dijo Hassani a DW en 2018.
En sus obras, la protagonista suele tener "los ojos cerrados, porque, por lo general, no tiene nada bueno que ver a su alrededor ... y a veces no puede ver su futuro. Y por eso tiene los ojos cerrados, pero eso no significa que no pueda ver", agregó la artista.
(rmr/ms)
Las numerosas prohibiciones que los talibanes imponen a las mujeres
Durante el primer gobierno talibán, mostrar los tobillos, reírse o salir solas de casa eran motivo suficiente para que las mujeres fueran castigadas. Los matrimonios forzados son un peligro latente para las niñas.
Imagen: Paula Bronstein/Getty Images
Combatientes talibanes en Afganistán
RAWA (Revolutionary Association of the Women of Afghanistan) es una organización fundada en 1977 para promover los derechos de las mujeres en Afganistán. Su papel cobra especial importancia ahora que los talibanes volvieron al poder. Estos reducen el rol de las mujeres hasta casi convertirlas en meros objetos. RAWA recopiló algunas de las prohibiciones impuestas por los radicales.
Imagen: Mohammad Asif Khan/dpa/AP/picture alliance
Borradas de la esfera pública
Esta fotografía se ha convertido en un símbolo del cambio de gobierno. Para los talibanes, las mujeres no juegan ningún rol en la esfera pública. Si bien hoy se presentan como moderados ante los ojos del mundo, la represión contra estudiantes y trabajadoras ha comenzado en algunas provincias. Una de las prohibiciones impuestas es que no puede haber imágenes de mujeres ni en revistas ni en tiendas.
Imagen: Kyodo/dpa/picture alliance
Las mujeres no se educan
En mayo de 2012, los talibanes tirotearon a Malala Yousafzai en Pakistán por pelear por el derecho de las niñas a recibir educación. A estos integristas les parece innecesario que las mujeres se eduquen, y a partir de los 10 años tienen prohibido ir a la escuela. No hablemos ya de la universidad. Durante el primer gobierno talibán (1996-2001), muchas escuelas se convirtieron en seminarios.
Imagen: Paula Bronstein/Getty Images
¿Modelos? Ni soñarlo
Los pantalones acampanados o los zapatos con taco alto están vedados, porque un varón no debe oír los pasos de una mujer. Las mujeres tampoco pueden usar vestimentas coloridas, porque para los talibanes los tonos vistosos son "sexualmente atractivos". Es decir, una escena como la de la foto, de un desfile de modas en Kabul en agosto de 2017, sería imposible hoy por hoy en Afganistán.
Imagen: picture-alliance/Photoshot
Nada de uñas pintadas ni maquillaje
Según RAWA, durante el primer gobierno talibán hubo reportes de mujeres a las que les fueron amputados los dedos por haberse pintado las uñas. Ellas tampoco pueden maquillarse o usar cosméticos, y si no se atienen a las estrictas normas de vestir de los talibanes, corren el riesgo de ser azotadas en público, como ocurrió ya en el pasado y como muchas temen que vuelva a ocurrir.
Imagen: Getty Images/AFP/R. Conway
Nada de TV y nada de tobillos
Todas las prohibiciones descritas fueron impuestas por los talibanes entre 1996 y 2001, y nada hace pensar que eso no volverá a suceder. Según el criterio de los radicales, las mujeres no tienen derecho a tener presencia en radio, TV ni en reuniones públicas. De hecho, no pueden siquiera escuchar música. En la foto, la presentadora Karishma Naz, que comete otro pecado: muestra los tobillos.
Imagen: picture-alliance/AP/R. Maqbool
Adiós a las bicicletas
En el primer régimen talibán, las mujeres tenían prohibido montar en bicicleta o en motocicleta. Si querían viajar en bus, debía ser en buses solo para ellas, pues no tenían permitido mezclarse con varones en el transporte público. Y si por alguna razón necesitaban un taxi, debían tomarlo en compañía de su mahram, una suerte de cuidador que debe ser un familiar cercano (padre, hermano o esposo).
Imagen: DW/A. Akramy
A los talibanes no les gustan las deportistas
Por cierto, las mujeres tampoco tienen derecho a participar en actividades deportivas o pertenecer a un club. Incluso hubo épocas durante el régimen talibán en que las castigaban por asomarse a la ventana o salir al balcón. Actividades como el montañismo practicado por Fatima Sultani (en la foto) probablemente dejarán de ser posibles ahora en Afganistán.
Imagen: Mohammad Ismail/Reuters
¿Podrán seguir trabajando fuera de casa?
Salvo algunas doctoras para atender a mujeres (pues ellas no pueden ser tratadas por médicos varones), los talibanes prefieren no ver a nadie del sexo femenino trabajando. Y si bien el 17 de agosto de 2021 llamaron a las funcionarias a presentarse en sus puestos, está por verse cuántos derechos les van a reconocer en ese campo. En la foto, la periodista Anisa Shaheed.
Imagen: Mortaza Behboudi/DW
Reducidas a la invisibilidad
La lista de prohibiciones es larga y los castigos son palizas públicas. Las mujeres deben usar un velo que las cubra completamente, no pueden salir solas ni estrechar la mano a un varón. Las lapidaciones por adulterio eran pan de cada día. Las mujeres incluso tenían vedado reír fuerte o ser fotografiadas. Además, muchas veces eran forzadas a casarse, incluso siendo niñas.
Imagen: Mary Evans Arichive/imago images
Mujeres de armas tomar
A la luz de la vida miserable a la que se vieron sometidas por los talibanes, muchas mujeres tomaron las armas para enfrentarlos. En la provincia de Ghor se montó una milicia femenina para frenar a los integristas, mientras que en Charkint, la gobernadora (una de las tres de Afganistán) Salima Mazari formó milicias que contuvieron a los talibanes hasta después de la caída de Kabul.
Imagen: Presseabteilung des Gouverneurs der Provinz Ghor