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La Guerra Civil española inspiró a artistas e intelectuales de todo el mundo

31 de marzo de 2009

La Guerra Civil española despertó la solidaridad de artistas e intelectuales como pocos conflictos. George Orwell, Pablo Picasso y Ernest Hemingway, entre otros muchos, crearon a partir de ella obras inolvidables.

Ernest Hemingway (dcha.) conversa con un miliciano estadounidense durante la Guerra Civil española.Imagen: AP

Hace 70 años, el 1 de abril de 1939, terminó la Guerra Civil española con la victoria de las fuerzas nacionales sobre los últimos bastiones republicanos. Ante el conflicto, Francia e Inglaterra habían optado por la no intervención, la Unión Soviética intentado apoyar a los comunistas y debilitar a los anarquistas, y Hitler y Mussolini no ocultaron nunca su apoyo a los fascistas.

La ciudad de Guernica tras el paso de los bombarderos nazis.Imagen: AP

Pero al margen de la partida que se jugaba en las sedes gubernamentales, la guerra que comenzaría en julio de 1936 llamó la atención y apeló al compromiso político de artistas e intelectuales de todo el mundo. Miles de voluntarios llegados de más de 50 países se alistaron en los diversos grupos que combatían sobre tierras españolas. Uno de los destinos más conocidos para estos extranjeros fueron las Brigadas Internacionales, formadas principalmente por franceses, alemanes y norteamericanos.

Además, la II República Española, la “República de los maestros”, había colocado a la educación entre las prioridades del Estado, y el ideal formativo no acabó con el conflicto. Organizaciones como Cultura Popular, que distribuían libros entre los soldados y representaban obras de teatro en el frente, nacieron para continuar con la propagación del saber en tiempos de guerra.

Así, la Guerra Civil española no solamente sirvió de laboratorio para los aviones y la munición nazi, sino también para periodistas, artistas y escritores. Como ejemplo, dos famosas obras que inspiró este periodo: el Guernica (1937), del pintor español Pablo Picasso, y la novela Por quién doblan las campanas (1940), del escritor estadounidense Ernest Hemingway.

La “generación perdida” busca idealismo

A principios del siglo XX, la cultura estadounidense aquejaba, según los artistas de la época, un lamentable vacío. En búsqueda de elementos con los que llenar el espacio disponible, los estadounidenses descubrieron el espíritu revolucionario de los intelectuales latinoamericanos. Después de la I Guerra Mundial, la llamada “generación perdida” huyó a Europa en búsqueda del refugio cultural que echaba en falta al otro lado del Atlántico. Las obras de André Gide, André Malraux, Marx y Nietsche generaron en ciertos círculos una efervescencia hasta entonces desconocida, recuerda el poeta mexicano Octavio Paz, y las afiliaciones al Partido Comunista se multiplicaron.

El poeta Pablo Neruda apoyó la causa republicana y fundó un grupo de ayuda a España.Imagen: AP

“Lo cierto es que la violencia ejerció enorme influencia sobre mi generación. No es que fuéramos muy tolerantes. Tampoco respetábamos en exceso los valores democráticos. Nos atraían los extremos”, recuerda Paz. El lírico hubiera ingresado en Brigadas Internacionales, si los republicanos no le hubieran convencido de que era más útil haciendo trabajos de propaganda en México.

Invitado por el también poeta Pablo Neruda, Octavio Paz participó en 1937 en un congreso de escritores antifascistas que se celebró en España. El chileno había perdido su puesto de cónsul en Madrid y decidió unirse a la causa republicana y organizar desde París un grupo hispano-americano de ayuda a España.

Escribiendo, fotografiando, alzándose en armas

La familia Mann: Thomas Mann y su esposa junto a su hija Erika Mann (centro).Imagen: AP

Es larga la lista de personalidades internacionales que vivieron el conflicto español. Entre los corresponsales de guerra se encuentran Willy Brandt, quien décadas más tarde se convertiría en canciller de la República Federal Alemana, y Erika y Klaus Mann, los hijos del escritor alemán Thomas Mann. Los fotógrafos Robert Capa y Gerda Taro plasmaron los combates hispanos en impresionantes imágenes; los escritores estadounidenses Ernest Hemingway, John dos Passos y Dorothy Parker estuvieron durante esta época en España.

Y también están quienes optaron por tomar las armas. El escritor francés André Malraux participó en misiones aéreas de reconocimiento y ataque, el autor británico George Orwell que se alistó en las filas del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) de Cataluña y la filósofa gala Simone Weil que luchó al lado de las milicias francesas.

Por quién doblan las campanas, crónica de guerra y crítica a las ideologías que dividían al bando republicano. ¡Siga leyendo!

El Guernica, Pablo Picasso, 1938.Imagen: AP

Por quién doblan las campanas

En los ocho meses que entre 1937 y 1938 Hemingway pasó en España, el estadounidense publicó su única pieza teatral, La quinta columna (1938), además de una de sus obras más célebres, la novela Por quién doblan las campanas (1940).

Por quién doblan las campanas narra la historia de un joven norteamericano, miembro de las Brigadas Internacionales, encomendado con la misión de hacer volar un puente durante un ataque a la ciudad de Segovia. El título del libro hace alusión a un poema que 1624 escribiera el inglés John Donne: “La muerte de cualquier hombre me disminuye/ porque yo formo parte de la humanidad/ Por eso no preguntes nunca/ por quién doblan las campanas/ Están doblando por ti.”

Hemingway intentó relatar lo absurdo de la guerra entre hermanos. Aunque criticado por reducir el conflicto a una historia de amor cinematográfica, la novela es una crónica fiel de lo acontecido y una dura crítica a las diversas ideologías que, dentro del mismo bando republicado, libraban una lucha paralela a la que se seguía contra el fascismo.

Desilusión con las ideas comunistas

Para el escritor estadounidense John dos Passos, la España de comienzos del siglo XX era “la patria clásica de los anarquistas”. En 1937, dos Passos regresó al país para trabajar en el documental Tierra española, dirigido por el holandés Joris Ivens. El asesinato de un amigo, víctima de la represión estalinista, por parte de republicanos comunistas hizo que dos Passos se alejase de Europa en concreto y de la izquierda en general.

El escritor británico George Orwell se alistó en las milicias del POUM.Imagen: AP

En Homenaje a Cataluña (1938), George Orwell denunció el apoyo soviético al Partido Comunista español en detrimento de los restantes grupos de izquierda españoles, que a finales de 1936 dejaron de recibir armas de la Unión Soviética. Stalin no tenía a los anarquistas, los marxistas y trotskistas hispanos bajo su control. Una revolución social en España que pudiera haber vertido su sombra sobre papel de Rusia como país líder de la clase obrera, y quizás incluso haberse propagado a la vecina Francia, no estaba en los planes del dictador que había sustituido la “revolución permanente” por el “socialismo en un solo país”.

Con una mezcla de humor británico, cariño evidente a la causa y a sus protagonistas y una buena dosis de desilusión política, George Orwell describe en su novela el tiempo que pasó al lado de los milicianos del POUM en el frente español. La Guerra Civil “me enseñó cosas que nunca habría aprendido”, aseguraba el escritor, y las que hacían referencia al comunismo se reflejan en sus obras Revolución en la granja (1945) y 1984 (1949).

Muerte de un miliciano

Una exposición muestra "Muerte de un miliciano", de Robert Capa.Imagen: dpa

La cobertura periodística de la Guerra Civil española no siempre estuvo marcada por la objetividad. Que el periodismo asumiera posiciones era algo común por aquel entonces. Para no decantarse en exceso, el New York Times decidió enviar a dos corresponsales: a un católico franquista al bando nacional y a progresista al republicano. El lector decidía por qué la cobertura optar.

Entre los fotógrafos se encontraban el húngaro Robert Capa y su esposa, la alemana y anarquista Gerda Taro, que murió en un conflicto en 1937. Taro está considerada la primera periodista gráfica de la historia; Capa captó una de las imágenes más famosas del periodismo de guerra: Muerte de un miliciano fue publicada por primera vez en septiembre de 1936 por la revista francesa Vu. Un año después, la renombrada Life imprimía la fotografía, que plasma el momento exacto en que un soldado republicano cae muerto de un tiro en la cabeza.

Pabellón republicano en París

Reconstrucción del Pabellón de España en la Exposición Universal de París de 1937.Imagen: picture-alliance / akg-images

Cuando estalló el conflicto, artistas como Pablo Picasso y Joan Miró se encontraban viviendo en París los años de esplendor del Barrio Latino. En la capital francesa fue donde en 1937, en plena Guerra Civil, España inauguró su pabellón en la Exposición Universal que ese año se celebraba allí. Pese a las dificultades que ocasionadas por la situación de guerra y los pocos recursos de los que disponía el Gobierno, la participación española en el evento se convirtió en una oda a la causa republicana.

El Pabellón de España, de marcado estilo modernista, fue obra del arquitecto catalán Josep Lluís Sert y escenificaba a través del arte la lucha española contra el enemigo fascista. En la fachada, los vidrios estaban cubiertos de consignas y fotos con motivos republicanos. Justo frente al edificio, una escultura de 18 metros de altura, obra de Alberto Sánchez, llevaba por título El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella (1937). En la entrada del pabellón, el público pudo ver por primera vez el Guernica (1937), con el que Picasso denunciaba el bombardeo nazi de esta ciudad del norte de España.

"Fuente de Mercurio", Alexander Calder, 1937.Imagen: picture-alliance/ dpa

En la misma sala que el Guernica el escultor estadounidense Alexander Calder exponía La fuente de mercurio (1936). En la segunda planta se exhibía El campesino catalán en rebeldía, una obra monumental del pintor Joan Miró. El director Luis Buñuel se encargó la programación cinematográfica, y el pabellón reservó un espacio para rendir homenaje al poeta y dramaturgo español Federico García Lorca, asesinado en 1936 por simpatizantes nacionales y con ello una de las primeras víctimas de la represión durante la Guerra Civil.

Autor: Carlos Albuquerque.

Editora: Luna Bolívar Manaut.

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