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La guerra del futuro tendrá lugar en el ciberespacio

2 de julio de 2010

Hasta ahora, las guerras se habían librado en tierra, mar o aire. Hoy existe un nuevo campo de batalla: el ciberespacio. Los ejércitos de todo el mundo se preparan, y la modalidad bélica empieza a generar ganadores.

Desde un ordenador: nuevas guerras podrían cambiar los conceptos bélicos.Imagen: AP/dpa/DW

"En pocas palabras: el bienestar económico de Estados Unidos en el siglo XXI dependerá de la seguridad cibernética", dejó claro el presidente norteamericano, Barack Obama. Un discurso completo le dedicó al tema en marzo de 2009. Obama habló de la interrelación de los ordenadores a través de los que se exportan el crudo y el gas, la electricidad y el agua, se organiza el tráfico urbano o se establecen las rutas que vuelan los aviones.

"En el mundo actual", continuó el jefe de la Casa Blanca, "los actos terroristas no sólo los pueden llevar a cabo unos cuantos extremistas con chalecos-bomba: también es posible perpetrarlos desde las teclas de una computadora."

Un año después de estas contundentes palabras, el 21 de mayo de 2010, el general Keith Alexander recibía su cuarta estrella. El jefe de la Agencia Nacional de Seguridad, NSA por sus siglas en inglés, asumía además la dirección del "Comando Cibernético".

A la ofensiva en el ciberespacio

El general Keith Alexander en abril de 2009.Imagen: AP

La NSA está considerada el mayor servicio secreto de Estados Unidos, y es la primera empleadora de matemáticos del mundo. Desde su cuartel central en Fort Mead, la agencia controla la comunicación electrónica del planeta, descifra datos y los valora. Cuando el 3 de junio Keith habló por primera vez como responsable de cibernética ante la prensa, presentó un panorama desolador: seis millones de veces cada día alguien accede al sistema del Pentágono sin permiso, "y nuestro ejército podría estar sometido aún a mayores peligros", añadió el militar.

Ya un año antes, el ministro de Defensa estadounidense, Robert Gates, anunció que cuadruplicaría el número de expertos en seguridad informática. La contratación de este personal no sólo se orienta a la protección de los sistemas, sino también, opina el informático Herbert Lin, al desarrollo de métodos de ataque propios. "Son muchos los países que desarrollan ya tácticas cibernéticas tanto ofensivas como defensivas, aunque la discusión pública se centre sólo en estas últimas", asegura Lin.

La "ciberguerra" genera millones

Los ejércitos empiezan a necesitar "hackers".Imagen: AP

"Los principales ejércitos del mundo están empezando a formar un número importante hackers. En Estados Unidos cuentan ya con entre 10.000 y 15.000, en China no se sabe exactamente, pero se suponen que son unos 20.000 o 25.000. Estos informáticos forman parte de equipos en los que también hay psicólogos, ingenieros y expertos de todo tipo que analizan diferentes sistemas y son capaces de infiltrarse en ellos, de sabotearlos y destruirlos", asegura Sando Gaycken, un filósofo técnico de Stuttgart.

Según este alemán, unos 140 Estados contarían en la actualidad con programas cibernéticos y con esta novedosa "quinta columna" entre sus tradicionales armadas. "La guerra cibernética es un gran negocio. Estados Unidos se está gastando en ella muchísimo dinero. Hay militares que están consolidando con ella su poder en Washington y un importante número de personas se están beneficiando de esta tendencia".

Por supuesto, también la industria armamentística saca tajada, y ésta alcanza cifras millonarias. Ella se encarga de ofrecer, por ejemplo, nuevos software que protegen los datos de posibles ataques.

A mediados del pasado junio, el senador estadounidense independiente y presidente de la Comisión para la Protección Patria, Joe Liebermann, realizó la propuesta que, de las presentadas hasta el momento, más lejos va en este campo. Libermann pidió que Internet se declarase por ley patrimonio nacional de Estados Unidos. La idea incluía que, en caso de crisis nacional, el presidente pudiera desconectar la Red.

Autor: Matthias von Hein/ Luna Bolívar

Editora: Emilia Rojas-Sasse

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