Mientras la UE impone sanciones, el Kremlin responde intensificando su influencia con el objetivo de sembrar el pánico.

En junio de 2024, Dmitri Medvédev escribió en Telegram que Rusia debía convertir la vida de los occidentales en una pesadilla interminable hasta que ya no pudieran distinguir entre ficción y realidad. Y eso es exactamente lo que está ocurriendo.

Tras la invasión de Ucrania, Europa intentó reaccionar: cientos de agentes rusos fueron expulsados de la UE por tráfico de influencias, desinformación y desestabilización. Pero Moscú aprendió de esto y recurrió a intermediarios.

En octubre de 2023, en Francia, aparecieron grafitis con la estrella de David en fachadas parisinas, evocando oscuros recuerdos del pasado. Muchos lo interpretaron como un acto antisemita, pero más tarde se descubrió que los responsables eran ciudadanos de Moldavia, que recibían órdenes de Moscú para generar pánico hasta en las más altas esferas del Estado.

La acción se hizo pública posteriormente en Internet en el marco de la campaña de desinformación a gran escala "Doppelgänger”. El objetivo era socavar la confianza de los ciudadanos y debilitar la democracia.

Todavía no se sabe cómo acabarán estos ataques híbridos desde Moscú, pero hay una gran incertidumbre por parte de Europa.
 

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