Con un proyecto de ley para prohibir las "terapias de conversión", el ministro alemán de Salud envía un mensaje importante, en un mundo que sigue discriminando a las personas LGBTI, opina la editora jefa de DW.
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El ministro de Salud de Alemania, Jens Spahn, envió una señal clara e importante este lunes (04.11.2019) cuando declaró que "la homosexualidad no es una enfermedad y, por lo tanto, no hay razón para tratarla con terapia alguna".
Con esto, Spahn concretó sus planes para prohibir las llamadas "terapias de conversión" en Alemania, cuyo objetivo declarado es transformar a los homosexuales en heterosexuales. Según el ministro, cualquier persona que sea descubierta ofreciendo tales "tratamientos" enfrentará hasta un año de prisión o altas multas.*
Práctica poco conocida en Alemania
El paso de Spahn es correcto por muchas razones. En primer lugar, porque, al mismo tiempo, es desafortunadamente actual. Dentro de Alemania, pone al descubierto una práctica de la que muchos alemanes probablemente ni siquiera han oído hablar. Cada año, miles de adolescentes y adultos son sometidos a "terapias de conversión" con el propósito de cambiar su identidad sexual. Más allá del desprecio por el ser humano que subyace a tal enfoque, no hay evidencia de que este tipo de medidas puedan alterar permanentemente la orientación sexual de una persona. Sin embargo, lo que sí se sabe es que tales terapias pueden causar depresión, trastornos de ansiedad y aumentar significativamente las posibilidades de que una persona se suicide.
Además, incluso en Estados miembro de la Unión Europea, como es el caso de Polonia, la discriminación contra gais y lesbianas ha vuelto a aumentar significativamente. En los Balcanes, el miedo a la violencia y la discriminación es parte de la vida cotidiana de las personas LGBTI. En Rusia, la homosexualidad es criminalizada como una forma de "relación sexual no tradicional", y los gays y lesbianas que se niegan a ocultar su orientación sexual corren el riesgo de recibir fuertes multas o, incluso, de ir a prisión.
Vida coartada por el miedo, en muchas partes del mundo
En aproximadamente un tercio de los países del mundo, la homosexualidad es considerada como un delito. De todos los Estados árabes, Jordania es el único donde la homosexualidad es legal. Y según grupos de interés como la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex, hasta el día de hoy, las personas homosexuales se ven amenazadas incluso con la pena de muerte en muchos lugares del mundo, incluyendo Afganistán, Irán, Yemen, Pakistán, Arabia Saudita y Sudán.
La medida de Jens Spahn muestra que el Gobierno alemán toma una posición clara sobre este tema, y esto merece reconocimiento. Sobre todo porque dentro del propio partido de Spahn, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), hay voces que todavía se oponen al matrimonio igualitario.
*Según los periódicos de la Redaktionsnetzwerk Deutschland (RND), que citan una copia del proyecto de ley, este prohibiría tales "terapias" para menores de 18 años, aunque podría permitirlas para adultos, con consentimiento y en circunstancias restringidas.
(rrr/rml)
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Los derechos LGBTI en América Latina y el mundo
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Cuando amar es un delito
Un tercio de los países del mundo criminalizan las relaciones sexuales consensuadas entre personas del mismo sexo. En nueve de ellos la pena puede ser la muerte. Frente a esto, el matrimonio igualitario es legal poco más de 20 Estados. Y a veces ni siquiera en todo el país: en México, por ejemplo, solo nueve estados de la república reconocen este derecho humano. El camino por recorrer es largo.
Argentina, pionera en Latinoamérica
Argentina fue el primer país del continente latinoamericano en reconocer a las parejas homosexuales el derecho al matrimonio, en el año 2010. Se convirtió en el décimo país del mundo en hacerlo. Brasil y Uruguay siguieron sus pasos en 2013. Los avances han sido múltiples en estos años, pero los activistas recuerdan que no es este el único ámbito donde homosexuales y bisexuales son discriminadas.
La batalla cotidiana de las personas transexuales y transgénero
Las personas trans son uno de los grupos más vulnerables de nuestras sociedades. Según la CIDH, el 80% de las mujeres trans latinoamericanas mueren antes de los 35 años. Documentación, salud, trabajo... la transfobia construye muros en todos los ámbitos del día a día. Argentina, una vez más, fue pionera en reconocer sus derechos. Aunque las leyes siguen estando por lo general incompletas.
España y Alemania lideran la aceptación a escala mundial
España es el país del mundo más "tolerante", según el Pew Research Center. Aun así, el odio sigue golpeando: en 2017 se denunciaron solo en la capital, Madrid, 287 ataques homófobos. Y se calcula que hay muchos más ataques que denuncias. Alemania queda en segundo lugar en el ranking de aceptación. Eso sí, de ahí a la igualdad real hay un largo trecho, critican los activistas.
La UE, dividida por la igualdad
Las actitudes hacia el matrimonio entre personas del mismo sexo dibujan un claro contraste entre dos mitades del bloque comunitario: mientras que en las naciones occidentales la mayoría de los países apoya su legalización, en los países orientales señalados en rojo hay una férrea resistencia social al respecto. El tema está lejos de generar consensos políticos.
Cuando el odio mata
Los asesinatos de miembros de la comunidad LGBTI son la dimensión más sangrienta de esta forma de intolerancia. El estudio de una red de ONG puso cifras a esta dura realidad. Honduras sería el país más peligrosos para las minorías en números relativos. No obstante, estas cifras también ponen de relevancia la invisibilidad de estos asesinatos en los registros oficiales.
Los más vulnerables
Dentro de las minorías también hay minorías. Según otra investigación, Brasil y México encabezan los registros absolutos de asesinatos por razón de identidad de género en Latinoamérica. En términos relativos, no obstantem Honduras y El Salvador acumulan más casos. De nuevo, estos son solo los números que logran recabar los colectivos trans.Allá donde ellos no llegan, la muerte no hace tanto ruido.