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¿La hora de la ONU?

13 de septiembre de 2002

El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, instó a Washington a no atacar Bagdad sin un mandato de las Naciones Unidas, organismo que comienza a ocupar un lugar destacado en el debate.

Kofi Annan se mostró inquieto por las consecuencias de un ataque contra Irak.Imagen: AP

La campaña para reclutar aliados con miras a una operación militar contra Irak marcha a toda máquina en Estados Unidos, secundada desde Gran Bretaña por Tony Blair, quien reiteró este martes la necesidad de hacer frente a la amenaza de Saddam Hussein. Esta vez George Bush se muestra decidido a convencer también a las Naciones Unidas, o al menos eso es lo que se espera del discurso que pronunciará el jueves ante la Asamblea General.

Monopolio de la fuerza

Si bien la Casa Blanca no siempre ha atribuido primera prioridad al parecer del organismo internacional -como quedó de manifiesto, por ejemplo, en el tema del Tribunal Penal Internacional-, no le vendría mal contar con su respaldo. Sobre todo porque los europeos en general han supeditado su apoyo a que el Consejo de Seguridad avale los planes estadounidenses con una resolución.

Si se pudiera hablar de una línea común de la UE en el tema iraquí, ésta pasaría por asignar a la ONU el monopolio de las decisiones sobre el lanzamiento de una ofensiva militar. Pero ni siquiera este mínimo común denominador aúna del todo las posturas en Europa, donde el canciller alemán, Gerhard Schröder, ha sido categórico al rechazar cualquier participación alemana en un ataque contra Irak, con o sin resolución.

Inusual definición

La actitud del gobierno de Berlín, atribuída por muchos al necesidad de conquistar votos en los sectores pacifistas en las elecciones del 22 de septiembre, ciertamente no corresponde a la postura tradicional alemana, siempre inclinada a buscar consensos regionales. Pero Schröder ha decidido correr el riesgo y definirse en forma tajante, aunque su negativa resultará más difícil de mantener en pie si efectivamente la ONU aprueba una resolución del gusto de Bush.

En el otro extremo del abanico europeo está el premier británico y, en el medio, el resto de los países de la UE, más proclives hacia uno u otro polo, según el caso. Mientras el gobierno español manifestó que no comparte la negativa berlinesa a cualquier intervención y el permier italiano anunció su apoyo a Washington -condicionado eso si a la venia de la ONU-, el ministro de Relaciones Exteriores belga ha sido de momento el único en sumarse a la posición de Schröder. "Estoy en contra del régimen de Saddam Hussein, pero emplear recursos militares para provocar un cambio de gobierno en otro país sería alterar la doctrina del derecho internacional", puntualizó Louis Michel.

La propuesta francesa

Como un intento de tender puentes dentro del Viejo Continente podría interpretarse la iniciativa del presidente francés, Jacques Chirac, quien ha propuesto un plan de dos fases: la primera contemplaría un ultimátum a Bagdad, para que permita nuevamente las inspecciones internacionales de armas en un plazo de tres semanas; sino no accede, se aplicaría la segunda, en que la ONU resolvería sobre una eventual operación armada.

La idea de Chirac podría quizá lograr la adhesión de los restantes socios de la UE pero, de momento, no ha tenido eco en Estados Unidos. Y, a fin de cuentas, aunque prefiera contar con el apoyo internacional, la Casa Blanca sigue reservándose la prerrogativa de actuar como estime conveniente.