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La Iglesia, los jóvenes y la globalización

Luna Bolívar Manaut1 de agosto de 2005

La Iglesia se esfuerza por seguir el paso al que andan sus jóvenes. Ellos quieren oír hablar de la era que nos ocupa. Una era que se llama globalización, y que tiene su podio en la Jornada Mundial de la Juventud.

"Después de la globalización", libro de Peter Niggli


Cuando los católicos desembarcaban en tierra de infieles dispuestos a evangelizar, estaban globalizando a su Dios. Asimilación cultural, lo llamarían hoy. El "todos cristianos" tuvo más éxito que Mickey Mouse o la Coca-cola. También los métodos eran más persuasivos que la televisión. Mucho ha llovido desde entonces y los jóvenes católicos de hoy han decidido tomar al pie de la letra los valores cristianos, y así, la solidaridad contra la pobreza se ha convertido en una crítica a la globalización.

Lo interesante en la Jornada Mundial de la Juventud es que los participantes van a tener la posibilidad de contrastar visiones. La globalización se presenta desde dos puntos de visita: el del Movimiento de Jóvenes Católicos Agrarios, y el de la Central Federal para la Formación Política, un organismo público independiente de la Iglesia católica.

Por un comercio justo

Los países menos desarrollados del planeta llevan años luchando por unas relaciones comerciales más justas y equitativas. El sistema de intercambios global los condena a ser exportadores de materias primas a bajo coste, que los países ricos tratan y venden. El llamado "Norte" controla los precios, la tecnología punta y el flujo de capitales. Los pobres ven además dificultado su crecimiento por la deuda externa, cuyos intereses suben y bajan, y la falsa competitividad creada en el mercado a través de subvenciones a los sectores deficientes del Primer Mundo.

La otra cara de la globalización es menos provechosa para los países desarrollados, pero discutiblemente beneficiosa para los subdesarrollados. Aprovechando las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, sobre todo en comunicación, las empresas multinacionales se trasladan a países donde producir resulta más barato. Se genera empleo, pero a la vez se mantienen altas las diferencias en renta por habitante y condiciones laborales entre unas regiones y otras.

El Movimiento de Jóvenes Católicos Agrarios lleva tiempo implicándose por un mundo más justo. Se centran principalmente en temas económicos, en concreto en la agricultura, que es el sector que más población ocupa en los países en vías de desarrollo. "Tenemos proyectos en África, América Latina y en Europa.

A las Jornadas acudimos con nuestra última propuesta: la "soberanía alimenticia", que consiste en que cada país sea libre para autoabastecerse de aquello puede producir, e importar a un precio justo sólo lo que no puede", explicó a DW-WORLD Christian Schertl, director nacional de los Jóvenes Católicos Agrarios. En las jornadas, su grupo presenta un conjunto de actividades bajo el título "global village". "Queremos una globalización en la que las reglas del juego sean iguales para todos", dijo a DW-WORLD Gabriele Woll, portavoz de Jóvenes Católicos Agrarios.

Democracia, educación, justicia

"La globalización no sólo tiene aspectos negativos. También hay cuestiones positivas a tener en cuenta. Nosotros analizamos la globalización desde una postura neutral y eso es lo que vamos a ofrecer a los jóvenes en las Jornadas", dijo Thomas Weber, coordinador del proyecto "TeamGlobal", de la Central Federal para la Formación Política, en una entrevista a DW-WORLD.

La democracia, la educación, la justicia, han recibido un fuerte impulso con la globalización. La información cada vez es más difícil de filtrar. Valores como los Derechos Humanos se han extendido, y el contacto con otras culturas que permite la globalización, acerca y amplía conocimientos.

"TeamGlobal" ha seleccionado un grupo de jóvenes de toda Alemania, a los que se les ha enseñado a tratar el tema de la globalización con chicos y chicas de su edad. Seis de ellos acudirán a la Jornada Mundial de la Juventud para hablar sobre el mundo que nos ocupa.

"Nosotros también somos jóvenes. No somos profesores o expertos. Casi ninguno de nosotros estudia política. Hemos aprendido una serie de métodos interactivos que pondremos en práctica con los jóvenes católicos, para crear un diálogo ameno sobre los problemas de nuestro tiempo", explicó a DW-WORLD Liebgard Althausen, una de las chicas seleccionadas para el proyecto.

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