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La importancia de ser Maduro

Evan Romero-Castillo16 de diciembre de 2015

Ungido por Hugo Chávez poco antes de su muerte, Nicolás Maduro llegó a la presidencia de Venezuela. Hoy, tras poco menos de tres años en el poder, “el delfín del Comandante” exhibe un liderazgo marchito. Una semblanza.

Imagen: REUTERS

Cuando el difunto Hugo Chávez (1954-2013) fue elegido presidente de Venezuela en 1998, Nicolás Maduro ya era uno de sus hombres de confianza. Siendo representante sindical de los trabajadores del Metro de Caracas, Maduro visitó al “Comandante” en la prisión donde éste cumplía condena por la intentona golpista que codirigió el 4 de febrero de 1992. En ese contexto conoció a Cilia Flores, la abogada de Chávez que terminaría siendo su pareja y una de las personalidades más influyentes entre los artífices de la Revolución Bolivariana.

Según el sitio web poderopedia.org –publicación de referencia para entender quién es quién en los ámbitos venezolanos de la alta política y la economía–, Maduro debutó como diputado en 1998 en representación del partido de Chávez (Movimiento Quinta República), fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente en 1999, obtuvo una curul en la Asamblea Nacional en 2000 y llegó a presidir el Parlamento en 2005. Al año siguiente, Chávez lo colocó al frente del Ministerio de Exteriores, donde estuvo durante seis años y medio.

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En 2012, Chávez anunció que padecía una enfermedad seria y le pidió a sus seguidores que apoyaran a Maduro –entonces vicepresidente– si la situación llegara a ameritarlo. Muchos se preguntaban si él estaría preparado para sustituir a su mentor; pero, por otro lado, su don como canciller había sido elogiado hasta por críticos del chavismo. Tras la muerte de Chávez (5.3.2013) y después de vencer –por un margen menor al 2 por ciento– a Henrique Capriles Radonski en unos comicios controvertidos, Maduro asumió la jefatura del Gobierno en 2013.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y su esposa, la abogada Cilia Flores.Imagen: Getty Images/AFP/F. Parra

La pesada carga del presidente

Aunque algunos analistas conceden que el Ejecutivo de Maduro dio pasos hacia una gestión pública menos dogmática ideológicamente, más pragmática en términos políticos y económicos, al “hombre fuerte” de Caracas se le continuó atribuyendo una limitada capacidad de mando, incluso tras recibir poderes especiales para legislar por decreto en dos oportunidades distintas. El 19 de abril de 2015 cumplió dos años en la presidencia asediado por la crisis fiscal que heredó de su predecesor y problemas de su propia cosecha.

Maduro ha llevado sobre sus hombros las secuelas de un modelo económico y un férreo control de cambio contraproducentes, del descenso de la producción petrolera nacional, del desplome de los precios del crudo y de sus enfrentamientos con adversarios, dentro y fuera del país: en 2014 se registraron duras protestas antigubernamentales, que él reprimió brutalmente, y en 2015 volvieron a circular graves imputaciones de corrupción contra su Gobierno; Washington llegó al punto de emitir sanciones contra funcionarios puntuales.

En una entrevista con el diario El Nuevo Herald de Florida, publicada el 29 de abril de 2015, el ex subsecretario del Departamento de Estado de Estados Unidos Roger Noriega dijo que Maduro estaba al tanto de que varias campañas electorales del chavismo habían sido financiadas con dinero del narcotráfico y de que altos oficiales del establishment participaban en el negocio de la droga. En noviembre, el ahijado y un sobrino de Maduro fueron detenidos bajo el cargo de pretender introducir cocaína al territorio estadounidense.

El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello (der.), suele ser descrito como el principal contendor de Maduro en el seno del chavismo.Imagen: REUTERS

Oposición, dentro y fuera del chavismo

Apartando su mala estrella, sus desaciertos y desafueros como presidente lo convirtieron en blanco de ataques constantes que aludían a su falta de aptitud, formación y experiencia. “Me parece chocante el desdén con que los antichavistas hablan de los orígenes de Maduro como chofer de autobuses”, comenta en entrevista con DW el vicepresidente de la fracción parlamentaria del partido alemán La Izquierda, Wolfgang Gehrcke. Pero también en el seno del chavismo se dudaba de su madurez política para llevar las riendas del país.

Conocedores del acontecer venezolano coinciden en que la desaparición física de Chávez exacerbó las fricciones ya existentes entre el ala civil del chavismo, liderada por Maduro, y el ala militarista, comandada por Diosdado Cabello. Se dice que el reacomodo de fuerzas en el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) restringió considerablemente el margen de maniobra de Maduro como presidente y catalizó el surgimiento de corrientes disidentes que terminaron identificándose como “chavistas no maduristas”.

La avasallante victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015 fueo descrita como un “voto castigo” contra la gestión de Maduro y del PSUV. En un primer momento, el presidente dijo aceptar los resultados de los comicios sin reservas; pero, con el paso de los días, su verbo incendiario apuntaba cada vez más a que buscaría la manera de hacerle la guerra al Parlamento desde el Ejecutivo. “Maduro todavía puede darnos muchas sorpresas”, dijo entonces a DW  Klaus Bodemer, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA).

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