Sus familiares fueron asesinados por el Ejército del país, entre los años 2002 y 2008, y presentados -falsamente- como "muertos en combate”. Hoy se sabe que fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales.
"Falta todavía mucha verdad”, asegura sin embargo Castillo Peña, cuyo hermano Jaime, que vendía caramelos y limpiaba vidrios de los autos en los semáforos, fue desaparecido y asesinado por el ejército en octubre de 2008 en Bogotá.
"No porque ya hicieron unas excusas públicas, porque limpiaron el nombre de nuestros familiares, vamos a bajar la guardia, no, porque sabemos que estos hechos fueron a lo largo y ancho del país, y con total seguridad son más de 6.402 crímenes de Estado”, sostiene la devenida activista en un alto de su nutrida agenda en suelo alemán.
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El pedido de perdón
Efectivamente, y de hecho en gran parte debido a la incansable lucha de estas mujeres, el gobierno colombiano reconoció y pidió disculpas públicas por los trágicos acontecimientos del pasado, en un hecho de características inéditas.
"Les pedimos perdón por estos crímenes que nos avergüenzan ante el mundo”, reconoció el actual ministro de Defensa Iván Velázquez Gómez.
También el responsable del Ejército de Colombia pidió perdón ante los familiares de casi una veintena de civiles asesinados por soldados para luego ser presentados, en algunas ocasiones vestidos como guerrilleros, como "bajas del enemigo” durante el conflicto armado.
E incluso ante la JEP, la Jurisdicción Especial para la Paz -el mecanismo de justicia transicional creado tras el Acuerdo con las FARC-, más de 20 integrantes de la fuerza pública reconocieron su responsabilidad por los "asesinatos y desapariciones forzadas presentadas como bajas en combate por agentes del Estado”.
"Pero es sólo una pequeña parte del proceso para hacer frente a los crímenes”, afirman las integrantes de MAFAPO.
¿Quién dio la orden?
"Queremos llegar a la verdad, al verdadero culpable que dio la orden de todos estos crímenes”, clama, por su parte, Rubiela Giraldo Valencia, cuyo hijo Diego Armando, de 21 años, fue llevado engañado en febrero de 2008, con la promesa de un trabajo y una vida mejor, y luego fue asesinado, enterrado en una fosa común y presentado como "guerrillero muerto en combate”.
"Por eso nos unimos todas las mamitas”, dice Giraldo Valencia a DW; "para que se conozca lo que pasó y para que no vuelva a ocurrir”, sostiene con voz infinitamente triste, y firme a la vez.
"Sé que somos la piedrita en el zapato del Estado”, grafica, "porque para ellos nosotras somos una amenaza, porque estamos visibilizando esta problemática de Colombia”.
Gira europea
Y están decididas a hacerlo más allá de las fronteras nacionales. Invitadas por la Oficina Ecuménica para la Paz y la Justicia de Múnich han llegado a Alemania, donde estarán hasta el próximo día 25. Tras las actividades en las ciudades de Eichstätt, Múnich, Fráncfort y Kassel, continuarán en Berlín, Hamburgo y Aquisgrán. Luego, seguirán encuentros con líderes e instituciones de Bélgica, Inglaterra, Escocia, Irlanda, Austria, Suiza, España e Italia.
"Hacemos un llamado a la no indiferencia”, apela Castillo Peña. "Y no perdemos la esperanza. Se ha seguido avanzando, la idea es poder llegar a los altos mandos”, remarca, segura de la lucha que seguirán dando, aquí y allá.
Puntadas contra el olvido: la obra de Alexandra Bisbicus
En su trabajo, el ser mujer, su identidad indígena, la guerra y la memoria son abordados desde una perspectiva crítica. Además, la artista textil sintetiza los últimos cincuenta años de la historia de Colombia.
Imagen: Alejandra Giraldo Bautista
Desde Colombia hasta Alemania
Alexandra es descendiente de los indígenas Awá, habitantes del sur de Colombia. Allí se formó como artista escénica bajo la dirección de Enrique Buenaventura. Años después, su pasión por el tejido la llevó hasta Cochabamba, Bolivia, donde aprendió el arte de la tapicería y el uso del telar alto lizo. Ahora vive en Alemania, en donde ha madurado el componente político de su obra.
Imagen: Bea Rodrigues
El reflejo de la artista
Las piezas que componen la obra de Alexandra son producto del sincretismo de formas, motivos y técnicas. Referencias a culturas indígenas de Colombia y Bolivia se entrelazan con la técnica europea del gobelino y el arte-terapia. Sus muñecas son muestra de ello. "Hacer cada una de ellas implica hacerse y reencontrase consigo mismo", comenta la artista, "al final, el objeto refleja a quien lo hizo".
Imagen: Daniellis/Alexandra Bisbicus 2019
Contra la apropiación cultural
La estética de los pueblos indígenas es una de las mayores fuentes de inspiración para el trabajo de Alexandra. Sin embargo, es crítica de la apropiación cultural de los saberes tradicionales, por parte de artistas y empresas. Por tal razón ha tenido que reconsiderar la influencia de dicha estética sobre su obra. En piezas como esta, la artista rinde homenaje a la cultura Embera de Colombia.
Imagen: Daniellis/Alexandra Bisbicus 2019
La danza de las desaparecidas
La reivindicación del derecho a la tierra de los pueblos indígenas en Colombia se ha materializado en la obra de Alexandra. En esta pieza se retrata la danza Yonna de la comunidad Wayyu, que se resiste a ser desplazada por proyectos de minería de carbón. En represalia, miembros de la comunidad han sido víctimas de asesinatos y desapariciones, como las ocurridas durante la masacre de Bahía Portete.
Esta pieza muestra el éxtasis de las mujeres que toman parte en el ritual de la consagración de la primavera. Inspirada en una coreografía de Pina Bausch, esta obra representa un apasionamiento planeado. De forma similar, la artista se define, en palabras del sociólogo colombiano Fals Borda, como un "ser sentipensante": una persona para quien sentir y pensar son una unidad indivisible.
Imagen: Daniel Correa Mejía/Alexandra Bisbicus 2019
El silencio en Dachau y Sachsenhausen
Alexandra vive en Alemania hace diez años, en ese tiempo conoció los campos de concentración de Dachau y Sachsenhausen. Su obra Silencio está dedicada a estos lugares, donde, en palabras de la artista, se cruzaron los límites de la humanidad. La pieza evoca la imagen de heridas abiertas sobre un fondo ensangrentado, un dolor latente que se enmadeja y se acumula con el tiempo.
Imagen: Daniel Correa Mejía
La Tela de la Memoria
En protesta contra el desinterés del entonces candidato presidencial Iván Duque, ante la muerte de líderes sociales y la implementación del acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, Alexandra organizó una sesión de bordado en Berlín. El día en que él se posesionó, los manifestantes bordaron frente a la Puerta de Brandeburgo la Tela de la Memoria. Fue un homenaje a los muertos y desaparecidos.
Imagen: Walter Tello
De una madre desaparecida a su hijo
En la elaboración de la obra Tela de la Memoria (2018), cada participante conoció la vida de alguna de las víctimas de desaparición forzada y homicidio. Los bordados son el resultado de ese aprendizaje plasmados sobre textiles. Nidia Erika tenía puesto este vestido blanco el día que desapareció, su hijo no la volvió a ver. Este fragmento de la pieza fue bordado por Alexandra en su memoria.
Imagen: Alexandra Bisbicus
El lenguaje de los exiliados
Las víctimas del conflicto armado y demás personas que integran la diáspora colombiana en Alemania, han encontrado en el bordado una vía para expresarse. Los asistentes a los talleres liderados por Alexandra han esbozado sobre la tela sus deseos, miedos y dolores. Así como esta otras piezas han sido elaboradas en Hannover, Bonn y Berlín.