Más de 300 mil personas se congregaron en Barcelona para manifestarse por la unidad de España. "Esta es la Cataluña silenciosa" y "Puigdemont a prisión" eran los gritos más usados.
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El sol está arriba, brillando. Es otro de esos días de otoño en Barcelona, quizás demasiado agradable para protestar. Pero los catalanes piensan lo contrario y salen por miles al mediodía a manifestarse. Según la Guardia Urbana, que supervisa la seguridad en la ciudad, unas 300 mil personas se reúnen para expresarse a favor de la unidad de España. Pero pocos toman en serio esa cifra. La Guardia Urbana es cercana a los Mossos, la policía catalana, y muchos creen que está infiltrada por los independentistas, o sea el bando contrario. "Sin duda hay más gente", dice una mujer.
Meritxell Gonzales y su madre Ángeles llegan a manifestarse con numerosos carteles. "Somos y seremos españoles", dice en uno. No es casualidad que esté escrito en catalán, porque ellas quieren hablar con todos, incluidos los separatistas. "Nacimos en España y aun cuando se declaró la independencia ilegal, seguimos siendo españoles", dicen.
Ellas mismas se presentan como unas catalanas que aman Barcelona y a toda Cataluña. "Con orgullo llevo mi nombre catalán", dice Meritxell. Hay una diferencia significativa entre patriotas y separatistas. "Claro que pueden amar Cataluña, pero debes tener presente algo: la independencia no nos lleva a ninguna parte. Debemos seguir unidos a España". La independencia solo conlleva penurias económicas, de eso está convencida.
Su madre, Ángeles, está de acuerdo. "Mi mayor temor es que Cataluña se independice y se vuelva pobre. Que no nos puedan pagar las jubilaciones o que suban los impuestos. Y de seguro no podemos esperar que la Unión Europea nos ayude".
Más catalana que otra cosa
Ángeles, de 75 años, no nació en Cataluña, pero ha vivido casi toda su vida en Barcelona. Dice que es más catalana que cualquier otra cosa. El nombre de su hija es una muestra de ello. Y le molesta en extremo cuando los separatistas la acusan de falta de patriotismo. "No queremos vivir en confrontación con quienes declararon la independencia. Lo que queremos en vivir juntos. Somos españoles. Y somos catalanes", afirma. Los separatistas no deberían tener tanto poder, estima ella. "Son solo una minoría", sostiene la jubilada.
El ruido de un motor la interrumpe. Es un helicóptero que sobrevuela la multitud, que rápidamente comienza a abuchear. ¿Por qué? "Porque la gente está en contra de los Mossos, que sobrevuelan para tener el control", dice un hombre, que casi disculpándose afirma que esa reacción es absurda. Al menos desde el día del referéndum, los Mossos son considerados cercanos al separatismo. Esa jornada cumplieron con la voluntad de quienes se concentraron frente a las escuelas para votar a favor de la independencia, antes que interviniera violentamente la Guardia Civil, la policía nacional española, ganándose el odio de muchos catalanes y españoles.
Pero no de quienes están en la manifestación. Poco más tarde sobrevuela el lugar un helicóptero de la Policía Nacional. Esta vez los manifestantes aplauden y gritan eufóricos y las banderas españolas empiezan a ondear.
Una de esas que flamea es la de Carmen Jordi. Al ser consultada por su cerrado respaldo a la policía española, mira desconfiada. "No se trata de apoyar solo a la policía española. Nosotros apoyamos a todos los policías", dice. "Tenemos amigos que trabajan en la Guardia Civil y en los Mossos. Hay que defenderlos de las críticas", apunta.
Política que aísla
En la última manifestación, Meritxell todavía cubría su rostro, porque no quería ser reconocida. "Los separatistas han provocado una enorme división en la sociedad. En el trabajo, los que no están a favor de la independencia son aislados. También dentro de las familias y los grupos de amigos se vive eso. En los grupos de Whatsapp no hablamos de política. Con algunas personas llegó tan lejos que, incluso, ya no nos hablamos más", sostiene.
Sin embargo, hoy sí muestra su rostro. "Ya no tengo miedo", revela.
Mariel Müller (DZC/JOV)
Origen histórico del independentismo en Cataluña
Ante la escalada de tensión en torno al movimiento independentista de Cataluña, repasamos los momentos históricos de esta comunidad autónoma española en los que ha contado con distintos grados de autonomía.
Imagen: Reuters/A.Gea
Cataluña: concentración de población
Cataluña es la segunda comunidad autónoma más poblada de las 17 comunidades autonónomas de España. Situada en el nordeste de la península Ibérica, tiene una población de más de 7 millones y medio de habitantes que viven en las cuatro provincias que la componen: Barcelona, Girona, Lérida y Tarragona. La ciudad de Barcelona, y su área metropolitana, aglutina a dos tercios de la población catalana.
Pasado colonial diverso
Cataluña vivió la colonización de los pueblos fenicio, etrusco y griego. Los griegos se establecieron en Rosas y también en Ampurias (foto), que tuvo una gran influencia en el territorio hasta la llegada de los romanos. Estos levantaron infraestructuras y ciudades, tal como hoy las entendemos. Fue una posesión del Imperio hasta que pasó a manos de los visigodos.
Imagen: Caos30
Condados catalanes, dominio independiente
Cataluña fue conquistada por los musulmanes que fueron expulsados con el apoyo de Carlomagno. Los llamados condados catalanes se convirtieron, con el tiempo, en un dominio independiente y se confederaron en 1137 con la Corona de Aragón, a raíz de una unión dinástica entre Aragón y Cataluña. En el siglo XIII y principios del XIV la Corona se expande con las conquistas de Mallorca (foto) y Valencia.
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Conservando autonomía hasta la Sucesión
En el siglo XIII surgen instituciones como la Diputación del General (Generalitat de Cataluña), las Cortes Generales y administraciones locales, como el Consejo de Ciento de Barcelona. La Corona de Aragón se unió a la Corona de Castilla en 1476, pero conservó sus instituciones autónomas de gobierno hasta el final de la Guerra de Sucesión Española (1714), posterior a la de los Segadores (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Cada 'Diada' se celebra una derrota
Con la caída de Barcelona, el 11 de septiembre de 1714, el rey Felipe rey promulgó el Decreto de Nueva Planta y se abolieron los privilegios nobiliarios, los fueros locales y las instituciones de autogobierno que eran respetadas por la Casa Austria en todos los reinos declarados austracistas. Cada 11 de septiembre (foto) se recuerda la abolición de las instituciones y libertades civiles catalanas.
Imagen: Getty Images/AFP/L. Gene
Falta de apoyo a la figura monárquica
El Sexenio Revolucionario trajo el fin del reinado de Isabel II de España y la restauración de la dinastía borbónica en 1875. Con la redacción de la Constitución de 1869 surgió el problema de en qué figura debía recaer la monarquía española. Amadeo de Saboya fue elegido como Monarca constitucional en 1871. Lo fue hasta el 1873, al abdicar por falta de apoyo y la tercera guerra carlista (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archiv
Un federalista al frente de la Primera República Española
Tras la abdicación de Amadeo I, el 10 de febrero de 1873, se proclamó la Primera República Española que apenas duró un año. El republicanismo estaba dividido entre aquellos que querían una República unitaria (con un único gobierno para todo el país) y una federal (en la que los estados autónomos se ponen de acuerdo para crear un Estado de rango superior) como Francisco Pi y Margall (foto).
Imagen: picture-alliance/Prisma Archivo
Intento de creación de un Estado Catalán
La República tuvo que hacer frente a dificultades como las confrontaciones entre los republicanos unitarios y los federalistas, así como el intento de Cataluña de crear un Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 restableció la Monarquía Española y la dinastía borbónica con el hijo de Isabel II, el rey Alfonso XII de España (foto).
Imagen: picture-alliance/Quagga Illustrations
El catalanismo republicano en lucha
Entre 1923 y 1930, la dictadura del General Primo de Rivera se instauró en España, con el apoyo del rey Alfonso XIII, el Ejército, de la burguesía, los terratenientes y la Iglesia. No obstante, Cataluña se convirtió en uno de los focos más activos de oposición a la dictadura con el crecimiento del catalanismo republicano cuyo líder, Francesc Macià, (foto), fue el luchador más comprometido.
Guerra Civil, consecuencia de poner fin a la Segunda República
En la Segunda República, diputados catalanes elaboraron el Estatuto de Núria que fue aprobado en las Cortes Españolas en 1932. Ese año, Macià fue ratificado como presidente en las elecciones al Parlamento de Cataluña. Luego fue sucedido por Lluís Companys en el cargo hasta el final de la Guerra Civil (1936-1939) que se produjo tras el golpe de Estado de 1936 contra el Gobierno de la II República.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
Pérdida de libertades
El franquismo (1939-1975) supuso en Cataluña la anulación de las libertades democráticas, la prohibición y persecución de los partidos políticos no afines al régimen, la supresión del Estatuto de Autonomía (que ya había sido suspendido por el Gobierno de España entre octubre de 1934 y febrero de 1936) y sus instituciones derivadas y la persecución de la lengua y la cultura catalanas.
Imagen: picture alliance/AP Photo
Recuperando autonomía con un nuevo estatuto
Después de las primeras elecciones generales tras el término de la dictadura, en 1977, se restauró provisionalmente la Generalitat con José Tarradellas al frente. Este formó un gobierno de concentración (1977-1980) con doce consejeros para redactar el estatuto de Autonomía de Cataluña de 1979 y convocó elecciones al Parlamento de Cataluña (foto) donde fueron elegidos los primeros 135 diputados.
El nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, que define a Cataluña como nacionalidad y reconoce el catalán como lengua propia, era superior al de 1932 en aspectos como enseñanza y cultura, pero inferior en otros, como justicia, finanzas y orden público. Tras su promulgación, se celebraron las primeras elecciones catalanas en 1980. Jordi Pujol estuvo al frente de la Generalitat hasta el 2003.
Imagen: Jose Gayarre
El auge de una reivindicación
El independentismo creció en los últimos años debido a los recortes del Tribunal Constitucional al nuevo Estatuto aprobado en 2006 y que establece una nueva
relación prácticamente federal con España, y al rechazo del gobierno de Mariano Rajoy al pacto fiscal, la promesa electoral de Artur Mas, que pretendía acabar con el déficit fiscal que sufre Cataluña con un sistema similar al concierto vasco.
Imagen: Reuters/A.Gea
Primer intento: 9N
Las manifestaciones multitudinarias a favor de la independencia siguieron creciendo en 2013 y 2014 y forzaron a Artur Mas, que firmó un acuerdo de gobernabilidad con ERC, formación política que quedó segunda en escaños por primera vez en la historia posfranquista, a convocar una consulta sobre la independencia en el 2014. La votación se llevó a cabo finalmente el 9 de noviembre de 2014.
Imagen: Reuters/G. Nacarino
Duelo de titanes
En enero de 2016, a raíz del acuerdo entre Juntos por el Sí (formado por Convergencia Democratica de Cataluña y Esquerra Republicana de Cataluña, entre otros) y la CUP, Mas fue sustituido por Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat. Puigdemont ha continuado el proceso independentista convocando un nuevo referéndum para el domingo 1 de octubre, rechazado por el gobierno de Rajoy.