Para frenarlos, los investigadores aúnan fuerzas en un laboratorio de alta seguridad en la isla alemana de Riems, en el mar Báltico.

Un único puente permite acceder al Instituto Friedrich Loeffler, en la isla de Riems, un lugar aislado en el mar Báltico. Esta ubicación es clave, porque aquí se almacenan virus peligrosos: los del ébola, la rabia, la peste porcina, la fiebre de Crimea-Congo... O el Sars-CoV-2. Esta instalación es uno de los tres laboratorios del mundo, y el único de Europa, en el que se pueden llevar a cabo, en condiciones de alta seguridad, investigaciones con animales vivos de gran tamaño, como vacas o cerdos.

Los científicos intentan entender cómo se propagan estos patógenos y trabajan en el desarrollo de vacunas. Es una carrera contra el tiempo, pues los virus se han convertido en actores globales. Los científicos de la isla de Riems hacen todo lo posible para ser más rápidos que ellos.

La peste porcina africana, de la que cada vez se registran más casos en Europa del Este, aún no ha llegado a Francia. En Alemania, sin embargo, se encontraron jabalíes muertos por esta enfermedad en otoño de 2020. Hay que evitar a toda costa que la enfermedad se siga propagando. Por ahora, en Alemania la epidemia sólo hace estragos entre los jabalíes, pero existe el peligro de que el virus llegue también a las explotaciones porcinas.

Para Alemania, un brote así sería un desastre económico, ya que el país es el tercer productor mundial de carne de cerdo. En Riems se prueba ahora una prometedora vacuna. ¿Será la solución?



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