Expertos consultados por DW destacan la importancia de la operación Lava Jato para combatir la corrupción, pero advierten de que la Justicia no debe involucrarse en disputas políticas ni centrarse en un solo partido.
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Tanto dentro como fuera de Brasil se cuestiona la manera en que se lleva a cabo la investigación contra el expresidente Luiz Inácio "Lula" da Silva, especialmente la conducción coercitiva que tuvo lugar la pasada semana (04.03.2016). Expertos alemanes en Brasil consultados por Deutsche Welle reconocen la importancia de la operación Lava Jato para combatir la corrupción, incluso en el caso de personas influyentes, pero consideran “preocupante” lo ocurrido.
David Bartelt, director de la Fundación Heinrich Böll en Brasil, califica de “espectacularización” de la Justicia el hecho de que Lula haya sido conducido por la Policía Federal a declarar en el marco de una acción con gran aparato policial y presencia mediática. “Es muy positivo que se esté llevando a la práctica el principio de que todos somos iguales ante la ley. Pero la acción contra Lula da fuerza a la sospecha de la Justicia Federal está envuelta en la campaña política”, asegura. “La Justicia debe tener cuidado de no tomar parte en la disputa política en un momento en el que los ánimos de la sociedad están caldeados, con una polarización entre el PT, el gobernante Partido de los Trabajadores, y sus detractores”, opina.
“Destrucción de la reputación política”
Lula aseguró que no se había negado a declarar y que, por tanto, la conducción coercitiva no era necesaria. El Ministerio Público Federal argumentó, por su parte, que otras 116 órdenes de ese tipo se habían cumplido durante los dos años de existencia de la operación Lava Jato y que en ningún otro caso se había producido un clamor similar, apuntando que los críticos no están contra la conducción coercitiva en sí, sino contra la aplicación de la medida en un expresidente.
Thomas Manz, de la Fundación Friedrich Ebert en Brasil, cree que hay indicios de que, en el caso de Lula, no se trata tanto de una investigación seria sobre sospechas de corrupción, como de la destrucción de una reputación política. "La conducción coercitiva puede ser vista por muchos juristas como desproporcional. Los métodos utilizados en Lava Jato son duramente criticados, así como el hecho de que la investigación se enfoque de manera unilateral hacia la dirección del partido en el Gobierno”, dice Manz.
Jan Woischnik, director de la Fundación Konrad Adenauer en Brasil, no considera que las investigaciones de Lava Jato sean unilaterales, ya que la Justicia tiene la obligación de investigar a las personas sobre quienes recaen las sospechas, incluyendo influyentes empresarios como Marcelo Odebrecht, por ejemplo. Sin embargo, el analista dice que muchas veces se puede cuestionar la forma en que se investiga.
“Comedimiento y discreción”
En el caso específico de la conducción coercitiva de Lula, Woischnik la califica de “mediática” y dice que serían deseables más “comedimiento y discreción” por parte de la Justicia. “Al fin y al cabo, estamos en la fase de investigación. De momento, nada ha sido probado y Lula aún no fue juzgado”. Por otro lado, el experto dice que sería un “error” si la Justicia simplemente ignorara las acusaciones presentadas por el senador Delcídio Amaral que involucran a Lula y a Dilma Rousseff. No obstante, la manera espectacular en la que el expresidente fue conducido para declarar perjudica a la propia Justicia: “Cuanto más profesional es la Justicia, más fuerte y reconocida es por la sociedad. Con acciones como la de la semana pasada contra Lula, la Justicia da argumentos a quienes dicen que se trata de un proceso motivado políticamente”, asegura.
El comunicado emitido por la oficina en Río de Janeiro del Colegio de Abogados de Brasil afirma que el episodio de la pasada semana estuvo marcado por la ruptura de los principios democráticos y de derecho y puso de manifiesto el principio de la presunción de inocencia. El juez federal Sérgio Moro, que autorizó la orden de conducción coercitiva contra Lula, dijo que la acción “no anticipa” la culpa del expresidente y que la medida tuvo como objetivo evitar posible tumultos entre manifestantes a su favor y en su contra.
Manz destaca la importancia de que se aclaren las dudas sobre los métodos de investigación adoptados en Lava Jato, no solo en el caso de Lula, “con el fin de que Lava Jato pueda ser realmente un emblema de la lucha contra la corrupción y no del revanchismo político”.
El daño a Lula y al PT
En un momento de crisis política y extrema polarización del país, los expertos dicen que las investigaciones contra Lula pueden sacudir aún más al Gobierno de Dilma. “El proceso contra Lula ya ha perjudicado enormemente su imagen en el país y en el exterior. Y eso vale también para el PT, asociado a la figura de Lula”, dice Woischnick, destacando que se volvió a debatir intensamente la posibilidad de un proceso de destitución contra Dilma Rousseff.
Bartelt, por su parte, advierte de que, para el PT, las sospechas de corrupción que involucran al expresidente tienen riesgos aún mayores que escándalos semejantes en otros partidos. Ello se debe a que llegó al poder precisamente con la promesa de acabar con el sistema de “intercambio de favores”, tan arraigado en la política y en la sociedad brasileñas. “En ese aspecto fracasó”, concluye Bartelt.
Altos y bajos en la trayectoria política de Dilma Rousseff
Antes de llegar a la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff luchó contra la dictadura y un cáncer, y fue ministra de Lula. La crisis económico-política y un juicio de destitución se convirtieron en su mayor adversario.
Imagen: Roberto Stuckert Filho
Un agitada vida política
Un vistazo a la vida política de Dilma Rousseff, que comenzó ssiendo muy joven. A fines de los años 60 integró organizaciones que combatían la dictadura, hasta ser tomada presa, en enero de 1970, y torturada durante más de 20 días. Cuando salió de prisión, dejó la lucha armada y se mudó a Río Grande do Sul, donde estudió Economía y ayudó a fundar el Partido Democrático de los Trabajadores (PDT).
Imagen: AP/Arquivo Público do Estado de São Paulo
Junto a Lula
Dilma se afilió al Partido de los Trabajadores (PT) en 2001, cuando era secretaria de Minas y Energía de Rio Grande do Sul. Con la elección de Luiz Inacio "Lula" da Silva, en 2002, fue nombrada ministra de Minas y Energía. En 2005, asumió la jefatura de la Casa Civil. Ese cambio marcó el inicio de una reforma ministerial en medio de una crisis política.
Imagen: Ricardo Stuckert/PR
Ministra "de línea dura"
Cuando era ministra y jefa de la Casa Civil, Dilma anunció la creación de un Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), en 2007, que no se desarrolló como se esperaba, y asumió la dirección de iniciativas como el programa “Mi casa, mi vida”. En 2009 presentó un marco regulatorio que define las reglas de la explotación de las reservas de petróleo del presal.
Imagen: A. Nascimento/ABr
Su lucha contra el cáncer
En abril de 2009 se le diagnosticó cáncer linfático. Tras una cirugía y meses de radioterapia, Dilma anunció en septiembre de ese año que estaba curada. Ya era precandidata del PT para suceder a Lula. “Si uno se desarma ante esta dolencia, ella vence. Pero si uno no lo hace, percibe que la vida no acabó, y que incluso puede estar mejor que antes”, dijo a DW sobre su enfermedad.
Imagen: AP
Llegada a la presidencia
En octubre de 2010, Dilma dejó de ser una actriz secundaria en el escenario político para ser la sucesora de la política del expresidente Lula. Ganó en segunda vuelta contra José Serra y pasó a ser la primera presidenta de la historia brasilera. Asumió el cargo el 1º de enero de 2011.
Imagen: AFP/Getty Images/Evaristo Sa
Primer discurso en la ONU
“Por primera vez en la historia de las Naciones Unidas, una voz femenina inaugura el debate. Es la voz de la democracia y la igualdad amplificándose en esta tribuna”, dijo Dilma en la apertura de la 66ª Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2011. Allí resaltó el papel de la mujer en la sociedad y en la política, lamentó la ausencia palestina y defendió la reforma del Consejo de Seguridad.
Imagen: picture-alliance/dpa
Dimisión de ministros
De los 39 ministros que integraban el equipo de la presidenta electa, ocho dejaron sus cargos en los primeros 14 meses de mandato tras escándalos. Siete de ellos venían del gobierno de Lula. De los ocho que dimitieron, solo Nelson Jobim, entonces ministro de Defensa, no estaba envuelto en denuncias de corrupción.
Imagen: AP
Inclusión social
Durante su primer mandato, Dilma dio continuidad a programas sociales del gobierno de Lula como la Bolsa Familia y Mi casa, Mi vida, y subastó el Campo de Libra, en el presal, destinando recursos a la educación y a la salud. También se crearon nuevos programas, como Pronatec y Más Médicos, este último, objeto de duras críticas por las entidades médicas, que realizaron protestas y huelgas.
Imagen: picture alliance/AE
Corrupción en Petrobras
En marzo de 2014, la Policía Federal de Brasil puso en marcha la Operación Lava Jato para investigar un megalavado de dinero que envuelve a Petrobras, a grandes empresas del país y a decenas de políticos. El escándalo en la petrolera estatal sirvió de combustible a la oposición durante la campaña electoral en ese año.
Imagen: AFP/Getty Images/K. Betancur
Elecciones disputadas
Dilma fue reelecta el 26 de octubre de 2014 con 54,5 millones de votos, en segunda vuelta, en una de las elecciones más disputadas de la historia de Brasil, con una diferencia de apenas 3,5 millones de votos para el segundo, Aécio Neves (PSDB). La campaña estuvo marcada por ataques verbales, escándalos y la muerte de uno de los candidatos, Eduardo Campos (PSB), sustituido por Marina Silva.
Imagen: picture-alliance/dpa/Sebastião Moreira
Crisis económica
Con una victoria apretada, Dilma enfrentó la paralización del crecimiento económico. En su primer mandato, el PIB creció menos de lo esperado, pero para los próximos dos años, la proyección fue aún peor: de retracción. La inflación, que viene creciendo desde 2012, superaría el techo prefijado en 2015, lo que no ocurría desde 2003.
Imagen: E. Sa/AFP/Getty Images
Protestas y reprobación
Las manifestaciones de junio de 2013 apenas afectaron a Dilma. En 2015, por otro lado, centenas de miles de personas salieron a la calle en Brasil para protestar específicamente contra el gobierno de la presidenta y los escándalos de corrupción. La gestión de Dilma Rousseff, que llegó a ser aprobada por el 73% de los brasileros en 2011, vio caer esa cifra a un 8% cuatro años más tarde.
Imagen: Getty Images/AFP/E. Sa
Déficit de presupuesto
En agosto de 2015, enfrentándose con el Congreso, el gobierno presentó una propuesta de presupuesto para 2016 con una previsión de déficit de 30,5 billones de reales, algo inédito. La decisión llevó a que la agencia de clasificación de riesgo Standard & Poor’s rebajara la nota de Brasil. Luego, el gobierno anunció un ajuste fiscal que aún trata de negociar con el Congreso.
Imagen: picture-alliance/epa/F. Bizerra jr.
"Maniobras" fiscales
A comienzos de octubre, el Tribunal de Cuentas de la Unión Brasilera recomendó rechazar las cuentas de 2014. La decisión es usada por la oposición para fundamentar un pedido de proceso de destitución para Rouseff. Dilma anunció el corte de ocho ministerios, la extinción de 30 secretarías en todas las carteras y la reducción de un 10% del salario para los ministros y para sí misma.
Imagen: Reuters/U.Marcelino
Cunha, pieza clave del juego político
El presidente de la Cámara de diputados, Eduardo Cunha, rompió con el gobierno cuando fue investigado por el escándalo de Petrobras. En vez de perder fuerza por las denuncias de corrupción, se mantiene firme en el poder y su actuación es decisiva para abrir un proceso de destitución contra Dilma, lo que desea la oposición.