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¿La Justicia como “espectáculo” en Brasil?

Luisa Frey (MS/ERS)10 de marzo de 2016

Expertos consultados por DW destacan la importancia de la operación Lava Jato para combatir la corrupción, pero advierten de que la Justicia no debe involucrarse en disputas políticas ni centrarse en un solo partido.

Brasilien Sao Bernardo do Campo Apartment Lula da Silva
Disturbios en los alrededores de la vivienda de Lula da Silva en Sao Bernardo do Campo.Imagen: Reuters/P. Whitaker

Tanto dentro como fuera de Brasil se cuestiona la manera en que se lleva a cabo la investigación contra el expresidente Luiz Inácio "Lula" da Silva, especialmente la conducción coercitiva que tuvo lugar la pasada semana (04.03.2016). Expertos alemanes en Brasil consultados por Deutsche Welle reconocen la importancia de la operación Lava Jato para combatir la corrupción, incluso en el caso de personas influyentes, pero consideran “preocupante” lo ocurrido.

David Bartelt, director de la Fundación Heinrich Böll en Brasil, califica de “espectacularización” de la Justicia el hecho de que Lula haya sido conducido por la Policía Federal a declarar en el marco de una acción con gran aparato policial y presencia mediática. “Es muy positivo que se esté llevando a la práctica el principio de que todos somos iguales ante la ley. Pero la acción contra Lula da fuerza a la sospecha de la Justicia Federal está envuelta en la campaña política”, asegura. “La Justicia debe tener cuidado de no tomar parte en la disputa política en un momento en el que los ánimos de la sociedad están caldeados, con una polarización entre el PT, el gobernante Partido de los Trabajadores, y sus detractores”, opina.

“Destrucción de la reputación política”

Lula aseguró que no se había negado a declarar y que, por tanto, la conducción coercitiva no era necesaria. El Ministerio Público Federal argumentó, por su parte, que otras 116 órdenes de ese tipo se habían cumplido durante los dos años de existencia de la operación Lava Jato y que en ningún otro caso se había producido un clamor similar, apuntando que los críticos no están contra la conducción coercitiva en sí, sino contra la aplicación de la medida en un expresidente.

Thomas Manz, de la Fundación Friedrich Ebert en Brasil, cree que hay indicios de que, en el caso de Lula, no se trata tanto de una investigación seria sobre sospechas de corrupción, como de la destrucción de una reputación política. "La conducción coercitiva puede ser vista por muchos juristas como desproporcional. Los métodos utilizados en Lava Jato son duramente criticados, así como el hecho de que la investigación se enfoque de manera unilateral hacia la dirección del partido en el Gobierno”, dice Manz.

Jan Woischnik, director de la Fundación Konrad Adenauer en Brasil, no considera que las investigaciones de Lava Jato sean unilaterales, ya que la Justicia tiene la obligación de investigar a las personas sobre quienes recaen las sospechas, incluyendo influyentes empresarios como Marcelo Odebrecht, por ejemplo. Sin embargo, el analista dice que muchas veces se puede cuestionar la forma en que se investiga.

“Comedimiento y discreción”

En el caso específico de la conducción coercitiva de Lula, Woischnik la califica de “mediática” y dice que serían deseables más “comedimiento y discreción” por parte de la Justicia. “Al fin y al cabo, estamos en la fase de investigación. De momento, nada ha sido probado y Lula aún no fue juzgado”. Por otro lado, el experto dice que sería un “error” si la Justicia simplemente ignorara las acusaciones presentadas por el senador Delcídio Amaral que involucran a Lula y a Dilma Rousseff. No obstante, la manera espectacular en la que el expresidente fue conducido para declarar perjudica a la propia Justicia: “Cuanto más profesional es la Justicia, más fuerte y reconocida es por la sociedad. Con acciones como la de la semana pasada contra Lula, la Justicia da argumentos a quienes dicen que se trata de un proceso motivado políticamente”, asegura.

Detractores de Lula frente a la residencia del expresidente.Imagen: Reuters/P. Whitaker

El comunicado emitido por la oficina en Río de Janeiro del Colegio de Abogados de Brasil afirma que el episodio de la pasada semana estuvo marcado por la ruptura de los principios democráticos y de derecho y puso de manifiesto el principio de la presunción de inocencia. El juez federal Sérgio Moro, que autorizó la orden de conducción coercitiva contra Lula, dijo que la acción “no anticipa” la culpa del expresidente y que la medida tuvo como objetivo evitar posible tumultos entre manifestantes a su favor y en su contra.

Manz destaca la importancia de que se aclaren las dudas sobre los métodos de investigación adoptados en Lava Jato, no solo en el caso de Lula, “con el fin de que Lava Jato pueda ser realmente un emblema de la lucha contra la corrupción y no del revanchismo político”.

El daño a Lula y al PT

En un momento de crisis política y extrema polarización del país, los expertos dicen que las investigaciones contra Lula pueden sacudir aún más al Gobierno de Dilma. “El proceso contra Lula ya ha perjudicado enormemente su imagen en el país y en el exterior. Y eso vale también para el PT, asociado a la figura de Lula”, dice Woischnick, destacando que se volvió a debatir intensamente la posibilidad de un proceso de destitución contra Dilma Rousseff.

Bartelt, por su parte, advierte de que, para el PT, las sospechas de corrupción que involucran al expresidente tienen riesgos aún mayores que escándalos semejantes en otros partidos. Ello se debe a que llegó al poder precisamente con la promesa de acabar con el sistema de “intercambio de favores”, tan arraigado en la política y en la sociedad brasileñas. “En ese aspecto fracasó”, concluye Bartelt.

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