La lucha contra el cambio climático empieza con las mujeres
Judit Alonso desde Madrid
9 de diciembre de 2019
La cumbre del clima (COP25) que se celebra en Madrid (España) hasta el próximo 13 de diciembre celebra este martes 10, el Día del Genero. No obstante, las mujeres consideran que su representación es escasa.
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La cumbre del clima (COP25), que se celebra hasta el próximo día 13 en Madrid (España), dedica cada jornada a una temática distinta como bosques, juventud u océanos, así como un ‘Día de Género' que pretende sensibilizar sobre la importancia la contribución y el liderazgo de las mujeres en la acción climática. En el marco de esta jornada, prevista para este martes 10 de diciembre, se han organizado una decena de eventos, entre los que destaca la entrega del Premio de Acción Climática de las Naciones Unidas con ganadoras de la categoría de Mujeres por Resultados, organizado por Presidencia de la COP y Alemania.
A pesar de ello, las propias mujeres consideran que la participación de este colectivo en la COP es pobre. "El tema de género es muy escaso”, dijo a DW Cainna Montoya de Nasa Cauca (Colombia) apuntando que se trata de una cuestión que proviene de "la equidad de género de los mismos países” ya que "quienes vienen a discutir son los hombres”. Por este motivo, "tiene que garantizarse el Acuerdo de la Carta de los Derechos de las Mujeres que hace recomendaciones a los países”, asegurando que estas no se "están incorporando” y se quedan "en letras muertas”.
La batalla contra el machismo en la Amazonía peruana
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Una situación que se traslada en la participación de la mujer en el seguimiento del financiamiento climático. "Hemos participado en la actualización de política de género del Fondo Verde para el Clima”, dijo a DW Eileen Cunningham, vicepresidenta de la Fundación Wangki Tangni (Nicaragua). En esta iniciativa, que inició hace casi una década el Fondo, se apunta que en todos los proyectos de financiamiento climático deben incluirse mujeres. No obstante, en dicha actualización "hay un retroceso”. "Volvemos al tema de cuotas y no a una participación efectiva”, lamentó la nicaragüense. Por este motivo, consideró que en "el cambio de paradigma que busca el Fondo Verde, debería haber una participación plena de mujeres y de pueblos indígenas”.
Para Cunningham el problema principal es el "acceso directo al Fondo” que hace que "las perspectivas de las mujeres de los pueblos indígenas queden difuminadas por la participación de los pueblos indígenas en estos espacios”. La gestión de los fondos "siempre quedaron en manos de los gobiernos, pero hay pocos gobiernos amigables con los pueblos indígenas”. "No hay ninguna organización indígena que pueda acceder directamente al Fondo”, recalcó e abogó por "definir unas pautas más claras” y aumentar el protagonismo de las organizaciones de mujeres en el financiamiento de nuevos proyectos en la región.
Obstáculos por partida triple
"Para las mujeres, ser mujer ya es difícil, pero ser indígena y defensora es triplemente difícil”, dijo a DW Ruth Alipaz, Coordinadora General de la Coordinadora Nacional en Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas de Bolivia, una organización compuesta en un 95% de mujeres que se creó hace un año para evitar la exploración petrolera en una reserva de flora y fauna situada en el sur del país. "Tenemos que vencer las barreras y llevar adelante una organización para poder dar a conocer lo que nos ocurre el territorio con políticas extractivas que atentan nuestras vidas”, aseguró enumerando obstáculos en diversos ámbitos.
"La misma familia no entiende porqué quieres hacer lo que haces”, lamentó. Asimismo, desde las mismas comunidades, "los hombres no lo ven bien, te desvalorizan, dicen que solo buscas el protagonismo”. Finalmente, denunció la violación de derechos, acoso y criminalización que sufre este colectivo.
En este sentido, Montoya apuntó que la violencia que sufren las mujeres defensoras es más fuerte. "A una mujer la violan y la torturan, son intimidaciones para que no sigan las luchas”, lamentó recordando que en el Cauca se han producido 68 asesinatos y 200 amenazas a líderes y lideresas, "eso sin contar los desplazados”.
Para Mafalda Galdanes, Secretaria General de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile, ya sea tanto para el cambio social como en la lucha contra el cambio climático, "las mujeres están en la primera línea de la acción”. En este sentido, destacó el papel de la mujer en el cumplimiento de tres roles, en el que además del trabajo remunerado y sin remunerar fuera y dentro de los hogares, destacó a DW "el rol dirigencial que ha asumido la última década para denunciar las inequidades y el impacto que sufren las mujeres en las zonas de sacrificio”. Así, enumeró alguno de ellos como la escasez de agua "hasta el punto de no tener agua para el consumo”, la contaminación ambiental "producto de la instalación de las empresas”, el desarrollo de enfermedades crónicas "por el uso de plaguicidas agrotóxicos” y el deterioro de la salud mental de los niños por "metales pesados en la sangre”.
Galdanes participó en la Cumbre de los Pueblos de Chile donde se creó una carpa específica de mujeres en la que se visibilizaron las problemáticas sociales, ambientales y culturales del colectivo y se elaboró una declaración al respecto.
(eal)
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Santa Clara de Uchunya, un pueblo en lucha en la Amazonía peruana
Los uchunya, una comunidad indígena del pueblo shipibo ubicada en Ucayali, se enfrentan a una empresa de palma aceitera que opera en sus tierras ancestrales. DW los visitó para retratar su vida cotidiana.
Imagen: DW/L. García Casas
Nuestro hogar, la selva amazónica
Santa Clara de Uchunya está situada a pocos kilómetros de Pucallpa. Esta comunidad indígena de la Amazonía peruana forma parte del pueblo shipibo y habita a orillas del río Aguaytía, afluente del Ucayali. Desde hace años, sin embargo, se han visto involucrados en un conflicto territorial con una empresa de palma aceitera.
Imagen: DW/L. García Casas
El reto de liderar una comunidad en lucha
Efer Silvano es el jefe de la comunidad uchunya, un cargo que se renueva cada tres años y se elige por votación. Aunque no hay veto alguno a las mujeres, en la práctica, ninguna ha sido escogida aún para ser jefa. En la imagen, el actual líder viste las ropas tradicionales de este pueblo que, no obstante, han sido excluidas de la indumentaria cotidiana del lugar.
Imagen: DW/E. Anarte
Imagen paradisíaca, realidad más compleja
La cabaña de la imagen da una idea de cómo son las viviendas de Santa Clara. El suelo tiene que estar elevado porque las inundaciones pueden convertir el claro en el que está construida la población en un lago. La elección del techo es muy importante a la hora de hacerse un hogar: la chapa puede proteger mucho mejor de la lluvia, pero también puede producir un calor insoportable.
Imagen: DW/E. Anarte
Un coche para la selva
En la selva amazónica peruana también hay vehículos a motor. Los “motocars” como el de la imagen son esenciales para la movilidad entre las poblaciones más aisladas de la región, especialmente si llueve, porque los caminos se vuelven intransitables para otros medios de transporte. Eso sí, la contaminación de la gasolina y el ruido que producen son el precio a pagar, y difícil de pasar por alto.
Imagen: DW/E. Anarte
La “cocha” es la respuesta a todo
El lago Uchunya, al que los locales se refieren como “la cocha”, es una pieza clave de la organización económica de la comunidad. Cuando no tienen agua corriente, vienen aquí a bañarse o a lavar la ropa. Además, de sus aguas obtienen el pescado que tanto les gusta desayunar. Por supuesto, también es un agradable lugar para pasar su tiempo libre.
Imagen: DW/L. García Casas
Bien acompañado se trabaja mejor
Aunque cada uno tiene sus tierras (las "chacras"), en muchos sentidos la vida aquí requiere de colaboración. Las redes familiares de apoyo son de vital importancia, pero también la cooperación entre miembros de la comunidad. En la imagen, varios uchunya -mujeres, hombres e incluso menores- pelan yuca conjuntamente.
Imagen: DW/E. Anarte
Plátano para desayunar, almorzar y cenar
El plátano no es solo una fruta o un complemento para la ensalada en estas latitudes. La banana es la base de la dieta local y se come en multitud de formas, a menudo frita o machacada. Por eso muchas de las tierras que cultivan los uchunya están repletas de los árboles que dan estos frutos, los cuales resisten muy bien el calor de la zona.
Imagen: DW/L. García Casas
Las reglas del partido son las mismas
El deporte también está enormemente presente en el día a día de la comunidad. Cada tarde, al terminar las labores, se organizan partidos de fútbol masculino entre los vecinos. Las mujeres, mientras tanto, juegan al vóleibol, aunque algunos hombres también se les unen. Como en Europa, el fútbol femenino en igualdad de condiciones sigue siendo un asunto pendiente.
Imagen: DW/E. Anarte
Una iglesia vacía en medio de la selva
Hace años que la comunidad carece de un líder religioso cristiano. De acuerdo con los locales, el último misionero, de nacionalidad estadounidense, abandonó la población por problemas de alcoholismo. En la actualidad, los uchunya no tienen un credo oficial, aunque algunos de sus miembros profesan el cristianismo a título individual.
Imagen: DW/E. Anarte
Soldando bajo el calor amazónico
Neiser es el único mecánico de la comunidad. Aunque la mayoría de los hombres uchunya son autosuficientes y saben construir su casa, cazar, cultivar y pescar, el desarrollo de nuevas necesidades, como la de reparar los motocars, fomenta una relativa especialización del trabajo en esta población indígena.
Imagen: DW/E. Anarte
Frontera y fuente de vida
El río Aguaytía es clave para la economía local, ya que es una importante fuente de pescado. Al otro lado, donde se encuentra en esta imagen el comunero Walter, están las tierras ancestrales donde opera la empresa de palma aceitera. Como consecuencia de la disputa, los uchunya ya no pueden obtener tantos alimentos de la caza como antes.
Imagen: DW/E. Anarte
Arte para comer
La popular artesanía shipibo también está presente en Santa Clara de Uchunya, aunque todos dicen que mucho menos que en el pasado. Cuencos cuidadosamente elaborados como los de la imagen se utilizan para comer y beber, además de ser motivo de orgullo local.
Imagen: DW/L. García Casas
La mejor arma: la sonrisa de un niño
Aunque los uchunya llevan años enfrentados a la empresa que, dicen, les ha arrebatado parte de sus tierras ancestrales, la alegría es un don que nadie ha logrado robarles aún. Tampoco la ilusión de los más pequeños, que pronto tendrán que decidir si continuar con el modo de vida tradicional o intentar estudiar y tomar caminos que los llevarán, al menos a corto plazo, lejos de la comunidad.