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La “madre de la nación” polariza al país

Astrid Prange (VC)15 de junio de 2014

Amiga o enemiga: la mandataria Dilma Rousseff polariza a la sociedad brasileña. La segunda mujer más poderosa del mundo recibe a la canciller Angela Merkel en medio de una fuerte crisis política.

Imagen: Reuters

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y la canciller alemana, Angela Merkel, no solo comparten la indignación ante las escuchas ilegales de sus teléfonos móviles por parte del servicio de inteligencia estadounidense NSA. Durante varias décadas, ambas también vivieron bajo regímenes dictatoriales. Este domingo (15.06.2014), la canciller Merkel emprende su viaje a Brasil, con motivo del Mundial de Fútbol, donde será recibida por la mujer fuerte del país sudamericano.

Dilma Rousseff, de 67 años, no solo es la primera presidenta brasileña, sino que también es la primera jefa de Estado en ser difamada en la fiesta de inauguración de un Mundial de Fútbol, al ser abucheada delante de las cámaras, en el estadio de San Pablo.

Una mujer fuerte

Desde entonces, toda la nación debate sobre el comportamiento de los hinchas. ¿Acaso son los insultos una señal de misoginia? ¿Es la falta de respeto a un mandatario una vergüenza nacional? ¿O es el lenguaje vulgar parte de los modales que se practican en estadios de fútbol?

Después del incidente, Dilma Rousseff se mostró decididamente combativa ante la prensa: “No me dejaré intimidar”, explicó. “En mi vida he superado muchos otros ataques, incluso agresiones físicas casi insoportables. Y aún así no me he dejado desviar de mi camino”.

Rousseff fue torturada durante la dictadura militar (1964-1985) en el llamado Centro de Información e Investigación (OBAN), en San Pablo. En aquel entonces, la hija de un inmigrante búlgaro estudiaba economía en la Universidad de Belo Horizonte, y a finales de la década de los 60 se unió al grupo guerrillero “Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares”.

De la cárcel al palacio presidencial

Nadie hubiera pensado que, 40 años después, Dilma Rousseff se mudaría al palacio presidencial. Sin embargo, en 2002, el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva la nombró ministra de Energía. En 2005, se convirtió en jefa de gabinete. Al término de su segundo mandato, Lula incluso la propuso como candidata a la presidencia por el Partido de los Trabajadores (PT).



Pese a que Dilma Rousseff es considerada una tecnócrata y dogmática, su espíritu de lucha impresiona a la población brasileña. Cuando, en medio de la campaña electoral, le fue diagnosticado cáncer linfático, se retiró temporalmente. Sin embargo, tan solo pocas semanas después de su operación ya estaba nuevamente de gira por el país.

Como primera presidenta de Brasil, Dilma dio continuidad a la política de su antecesor y consolidó el lugar del país sudamericano entre los actores globales del escenario internacional.

Una herencia difícil

No obstante, la bendición de Lula resultó ser una maldición. “La herencia del bombástico estilo de gobierno de Lula pesa como plomo”, escribió el expresidente Fernando Henrique Cardoso, en el periódico brasileño O Globo. “Los escándalos de corrupción y el populismo del PT han sumergido al país en una crisis moral”.

“Hoy día, hay dos presidentas en Brasil, una popular y otra impopular”, describe el politólogo brasileño Paulo Celso Pereira. El gobierno ha polarizado a la población con su discurso del “nosotros” y “los otros”, acentuando enemistades políticas. Pocos meses antes de las elecciones presidenciales del 5 de octubre, Dilma Rousseff parece estar atrapada en la red de escándalos de su gobierno. Asimismo, las manifestaciones contra el Mundial y las malas perspectivas económicas afectan su popularidad. Durante su encuentro con Angela Merkel seguramente no hablará solamente de fútbol.

Las mujeres más poderosas del mundo durante un encuentro en Francia en 2011.Imagen: Chris Ratcliffe-Pool/Getty Images
Rousseff fue abucheada durante la ceremonia de inauguración del Mundial.Imagen: Reuters
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