La tecnología moderna permite escuchar música con una calidad inigualable. Por medio de Internet uno puede descargar sus canciones preferidas y escucharlas a toda hora y donde sea, valiéndose de reproductores mp3, I-Pods o celulares especializados. Sin embargo, sigue habiendo decenas de miles de amantes de la música pop y rock que acuden todos los veranos en masa a los festivales al aire libre. En Alemania el verano no es garantía de buen tiempo, de modo que muchas veces en estos conciertos uno termina pasado por agua. ¿En qué radica entonces el atractivo de estos espectáculos?

Érase una vez…

Todo empezó el legendario "verano del amor" (Summer of Love), en 1967 en California. 50.000 personas se reunieron entonces en la explanada de Monterey, para celebrar el primer festival de 'amor y paz'. Los organizadores de conciertos y jefes de las compañías discográficas comprendieron rápidamente que aquella forma de espectáculo era una quimera de oro. Dos años más tarde tuvo lugar en el estado de Nueva York el ya mítico "Woodstock Music and Art Festival". Aquellos "días llenos de paz, amor y música", pasaron a ser sinónimo del festival al aire libre por excelencia y Woodstock se convirtió en lugar de peregrinación para la juventud.

Pero el primer evento de masas al aire libre de la historia pop había ocurrido en realidad unos años antes, el 23 de agosto de 1964, en el Hollywood Bowl de Los Angeles. Un único grupo logró atraer a 17.000 jóvenes histerizados: los "Beatles". Al año siguiente ya eran 55.000 fans los que aclamaban al cuarteto de Liverpool, esta vez en el estadio Shea, de Nueva York.

Cantando bajo la lluvia

Hoy en día el público sigue acudiendo en masa a los festivales, incluso cuando muchos de los grupos que allí se presentan no hayan logrado aún fama internacional. Y es que el atractivo no radica únicamente en la música interpretada en el escenario, sino también en la experiencia colectiva de disfrutar de un concierto al aire libre.

Sin embargo, si se está lejos del escenario, la acústica deja mucho que desear. Si se está muy cerca, se corre riesgo de quedar sordo por la tremenda amplificación. Quien asiste a un festival de este tipo toma en cuenta una serie de incomodidades: largas colas para entrar al predio del festival, largas colas delante de los baños, largas esperas entre un grupo y otro, un precio de entrada entre 30 y 170 euros, calor agobiante o lluvias copiosas. Todo ese sufrimiento, a fin de cuentas, sólo para unas dos horitas y media escuchando a su ídolo, apretado como una sardina enlatada, junto a miles de otros seguidores.

No obstante, los adictos a los festivales Open Air dicen que ir a un festival de estos es como estar de vacaciones. Se sienten parte de un pequeño cosmos, algo así como el último refugio del estrés de la vida diaria. Allí pueden celebrar una gran fiesta con gente buena onda y vivir cosas imposibles fuera de ese marco.

Rock am Ring cumple 25 años

Todo eso vivirán seguramente también quienes asistan del 3 al 6 de junio al festival "Rock am Ring", el mayor de este tipo en Alemania y uno de los más importantes de Europa. El festival cumple este año su 25 aniversario y lo festeja, entre muchos otros, con los grupos Kiss, Rammstein, Rage Against the Machine o The Hives.

Nuestra colega Luna Bolívar Manaut va a cubrir el evento para la Deutsche Welle. Siga los comentarios de Luna en su blog, facebook o twitter y déjese llevar, aunque sea virtualmente, por la euforia colectiva de este ya clásico festival.

Autora: Valeria Risi / Volker Rebell

Editor: José Ospina Valencia