Poco antes de su capitulación, los nazis asesinaron a una quincena de personas en la ciudad de Penzberg. La literatura es un vehículo para elaborar la memoria histórica con los más jóvenes.
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Ningún derramamiento de sangre más: ese era el objetivo de Hans Rummer. En 1933, los nazis le quitaron la alcaldía de la pequeña ciudad de Penzberg, al sur de Múnich. Poco antes de que acabase la Segunda Guerra Mundial, en 1944, cuando sabía que los soldados estadounidenses estaban a pocos kilómetros de distancia, Rummer depuso al alcalde nazi del municipio. También evitó la demolición de la mina y liberó a los trabajadores forzados. Pero su valentía le costó la vida. Fue asesinado en la noche del 28 al 29 de abril por un soldado fiel a Adolf Hitler.
Además de Rummer, otros 15 hombres y mujeres fueron fusilados o ahorcados esa noche, entre ellos, una embarazada. El crimen tuvo lugar a solo diez días de la capitulación de la Alemania nazi, tras seis años de conflicto bélico.
El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, se reunió el lunes (26.04.2021) para hablar de ese oscuro episodio con estudiantes de Penzberg. Debido a la pandemia de coronavirus, el encuentro fue digital: Steinmeier, su mujer Elke Büdenbender, y la escritora Kirsten Boie, en el castillo berlinés de Bellevue, y los alumnos y alumnas de bachillerato de la escuela secundaria de Penzberg, al otro lado de la pantalla, junto con el actual alcalde de la localidad, Stefan Korpan.
El presidente de Alemania supo por primera vez del episodio en 2019 durante su visita a Penzberg. Se trata, según dijo al comienzo de su intervención, de un crimen cometido por alemanes en los últimos días de la guerra. "Se asesinó hasta en el último minuto, en el medio de Alemania, en toda Alemania”. En 1948 se erigió un memorial en Penzberg y en el museo de la ciudad hay una exposición permanente sobre la tragedia que tuvo lugar en los últimos instantes del período nazi.
Inmersión en la Historia
Tabea, una de las alumnas, profundizó por primera vez en este oscuro capítulo de su ciudad natal en clase de Historia. Para ello fue al archivo y estudió los documentos sobre aquella noche fatal "de principio a fin”. Emelie, que no nació allí, ya había escuchado a su compañera de clase Emma hablar de aquello. Pero fue a través del proyecto en clase que el tema se volvió "presente”. Antes no podía imaginarse, "que algo así haya pasado aquí”. En el caso de Emma, sin embargo, fue diferente, por su abuelo. "Tenía entonces mi edad y tuvo que luchar en la guerra. Yo pude crecer aquí en paz”.
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Estos estudiantes subrayan lo importante que es poder acceder a la historia del período nazi de una forma personal o emocional. Iris recuerda la sensación que tuvo al ver la película "La lista de Schindler”, de Steven Spielberg: "Me sobrecogió ver algo así”. Algo parecido le ocurrió con libros como "Cuando Hitler robó el conejo rosa”, de Judith Kerr. Y ahora hay un libro sobe lo ocurrido en Penzberg: "Dunkelnacht” (Noche oscura), escrito por la autora de literatura infantil Kirsten Boie.
Alemanía: diversidad judía en Berlín
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El libro cuenta la historia del crimen de Penzberg, combinando los hechos históricos con una perspectiva juvenil. Una mezcla de documentación y ficción. A Veronika le parece bien: así es más fácil identificarse con ella y "comprenderlo mejor emocionalmente”. La visita al campo de concentración de Dachau, al noroeste de Múnich, también le impresionó, "porque uno está en persona en un lugar en el que se han cometido tantas injusticias”. Piensa que todo eso hace la historia más entretenida.
A la autora Kirsten Boie le hace feliz que a muchos jóvenes le guste tanto de su libro "Dunkelnacht”. En su generación era difícil hablar con los padres y los profesores de la época nazi. "Eran quienes habían vivido aquel tiempo y a quienes preguntábamos: ¿Qué hicieron ustedes?”.
(eal/cp)
75 años de los juicios de Núremberg: nazis en el banquillo
El 20 de noviembre de 1945 se celebró el primero de una serie de juicios en los que un tribunal militar internacional juzgó a antiguos dirigentes nazis. La crudeza del régimen quedó patente en las sesiones.
Imagen: akg-images/picture alliance
Crímenes de guerra a juicio
21 acusados fueron procesados en 1945 y 1946 por un tribunal militar internacional creado específicamente para juzgar crímenes de guerra. Entre los ocupantes del banquillo de los acusados, había funcionarios del partido nazi, militares, diplomáticos e industriales que habían servido al régimen nazi.
Los soviéticos inicialmente querían que los juicios se celebraran en Berlín, la capital del régimen nazi. Pero el Palacio de Justicia de Núremberg era más apropiado, ya que no había resultado seriamente dañado durante la guerra y disponía de una prisión grande. Además, Núremberg había sido escenario de grandes concentraciones del partido nazi, lo que dotaba al lugar de un significado simbólico.
Imagen: picture alliance / akg-images
Franz von Papen: Preparar el terreno a Hitler
Como vicecanciller, Franz von Papen (centro de la imagen) trató de mantener bajo control a Adolf Hitler dentro de un gobierno de coalición. Pero pronto fue marginado y relegado a un rol secundario como diplomático. En Núremberg fue acusado de estar involucrado en la anexión de Austria. Fue sentenciado a 8 años de trabajos forzados y liberado en 1949.
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Hermann Göring: 'Mariscal del Reich'
Hermann Göring (derecha) era considerado el segundo hombre más poderoso de Alemania, solo por detrás de Hitler. Sin embargo, negó conocer la existencia de campos de concentración y declinó cualquier responsabilidad por ellos. Göring fue declarado culpable de todos los cargos y sentenciado a muerte. Se suicidó con cianuro la noche previa al día previsto para su ejecución, en octubre de 1946.
Imagen: picture-alliance/akg-images
Rudolf Hess: lugarteniente del Führer
Rudolf Hess fue desde el principio un inquebrantable seguidor del régimen nazi y de Hitler, quien lo nombró sustituto y lugarteniente en 1933. Por iniciativa propia, fue a Escocia en 1941 en un intento de acordar diálogos de paz con el Gobierno británico. En Núremberg fue sentenciado a prisión de por vida. En 1987, cuando tenía 93 años, se colgó en la prisión de Spandau.
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Hans Frank: 'Carnicero de Polonia'
Como gobernador general de la Polonia ocupada, Hans Frank fue parcialmente responsable del asesinato de cientos de miles de personas, ya que supervisó la creación de guetos y campos de exterminio. En un discurso en 1939, dijo: "Cuantos más judíos mueran, mejor". En Núremberg expresó algún remordimiento. Después de ser condenado a la horca, dijo: "Lo merezco y lo espero".
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Joachim von Ribbentrop: ministro de Exteriores
El proceso de Joachim von Ribbentrop (a la izquierda, junto con Josef Stalin en 1939) dejó claro que el ministerio de Exteriores estuvo profundamente implicado en los crímenes nazis. Las embajadas y consulados alemanes trabajaban estrechamente con paramilitares de las SS y otras organizaciones nazis para asesinar judíos. Ribbentrop no mostró remordimientos y fue el primer acusado en ser ahorcado.
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Albert Speer: el arquitecto jefe de Hitler
Albert Speer (segundo por la izquierda) fue el arquitecto del régimen nazi. A Hitler le encantaban sus proyectos monumentales, pero al tribunal de Núremberg le interesaron más sus actividades como ministro de armamento y producción de guerra. Speer se presentó a sí mismo como un idealista descarriado. Logró escapar de la pena de muerte.
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Gustav Krupp von Bohlen und Halbach: magnate armamentístico
Antiguo diplomático, se convirtió en magnate del acero por obra y gracia de un matrimonio en el seno de la familia de industriales Krupp. Al principio, guardó las distancias con Hitler, pero después se vio involucrado por el papel de su empresa en la industria armamentística. Krupp explotó a miles de reclusos de campos de concentración, pero no fue procesado en Núremberg por problemas de salud.
Imagen: picture-alliance/dpa
Karl Dönitz: 'último presidente del Reich'
Como comandante en jefe de la Marina alemana, Karl Dönitz (centro de la imagen) era conocido por dar órdenes a submarinos que rayaban en lo suicida. Hitler lo nombró presidente del Reich. En Núremberg fue sentenciado a 10 años, pero insistió toda su vida en que fue un oficial de carrera apolítico y no había hecho nada malo.