1992: el huracán Andrew provocó daños del orden de los 17 mil millones de dólares; 1994: el terremoto de Los Ángeles ocasionó destrozos avaluados en 15,3 mil millones de dólares. Esas habían sido las pérdidas más cuantiosas de la historia para las compañías de seguros... hasta el 11 de septiembre del 2001. Ese día, a las 8:45 de la mañana, hora local de Nueva York, el Boeing 767 de American Airlines que se estrelló en el World Trade Center marcó un nuevo hito.

Pérdidas sin precedente

El atentado terrorista contra las torres gemelas batió todos los récords conocidos hasta entonces, no sólo en cuanto a su dimensión asesina, sino también en lo tocante a la magnitud de la devastación material. Las estimaciones de los daños globales oscilan entre 30 y 60 mil millones de dólares. Cualquiera sea la cifra exacta, lo cierto es que supera con creces cualquier precedente e implicó pérdidas astronómicas para las aseguradoras, a nivel mundial.

Tras las compañías estadounidenses, las más afectadas fueron las alemanas. De acuerdo con los cálculos de la agencia Standard and Poors, aproximadamente el 15% del total de los daños recayó sobre aseguradoras germanas. El mayor impacto lo sufrió la empresa Münchener Rück, la número uno mundial entre las reaseguradoras. En noviembre del año pasado, todavía se podía percibir el shock en el rostro del presidente del directorio, Hans-Jürgen Schinzler, cuando presentó los primeros resultados del trimestre posterior a los atentados. Su estimación de las pérdidas para la empresa: 2.100 millones de euros.

"El peor año de la historia"

Le siguió en la escala de los más damnificados económicamente la compañía Allianz, el mayor consorcio financiero de Europa. En términos netos, tuvo que asumir daños cifrados en 1.500 millones de euros. Inferiores en comparación son las pérdidas sufridas por el consorcio de seguros Gerling, de Colonia, que se elevaron a 316 millones de euros. No obstante, también su informe 2001 habla del "peor año de la historia, desde que existe el negocio de los seguros".

La catástrofe tuvo varios aspectos para las aseguradoras. En primer lugar figuran los daños directos sufridos por las torres gemelas; luego están los registrados por las más de 300 empresas que ocupaban las oficinas del World Trade Center y edificios vecinos, que tuvieron que interrumpir sus operaciones. Pero eso no es todo: también hubo pérdidas que reparar en el campo de las aerolíneas y otras empresas que no pudieron seguir trabajando según lo previsto debido a los atentados del 11 de septiembre. Eso, sin contar los seguros de vida o de accidente.

Lo que no se puede asegurar

Las compañías aseguradores reaccionaron en general subiendo sus pólizas. Además, se limitó drásticamente la cobertura para casos de atentados terroristas. Este campo quedó excluido de los contratos comunes para las empresas y debe negociarse por separado. Para los particulares las cortapisas son inferiores, ya que se considera que un individuo corre menos riesgo de ser blanco de un ataque de esta naturaleza que una industria o un estadio, por ejemplo.

Por el momento, sin embargo, no hay empresa que quiera asegurar aviones contra atentados terroristas. No obstante, se espera que en Alemania surjan pronto nuevas posibilidades, ya que las aseguradoras han negociado durante meses un acuerdo con el gobierno, para que el Estado asuma parte de los riesgos. En concreto, se proyecta que las compañías asuman daños por un monto de hasta 3 mil millones de euros. El Estado, por su parte, se haría cargo de lo que excediera a tal suma, aportando hasta un máximo de 10 millones de euros.