La oculta conexión entre moralidad y lenguaje
21 de junio de 2023En 2014, Boaz Keysar y Albert Costa (Universidad de Chicago) plantearon el "dilema del tranvía" (en el que empujar a un hombre a las vías del tren puede salvar a cinco personas de morir, sacrificando una vida para salvar cinco) a más de mil personas en cinco idiomas diferentes. Comprobaron que las personas que leían el escenario en lenguas no maternas tenían muchas más probabilidades de empujar al hombre que las que lo leían en sus lenguas maternas: 33 % frente a 20 %.
Esto, de acuerdo con un estudio conducido por Janet Geipel de la Universidad de Trento (Italia), es que "el uso de una lengua extranjera, a diferencia de la lengua materna, suscitaba juicios morales menos severos". Es decir, que se crea una distancia entre los temas emocionales y morales cuando se habla en una segunda lengua.
Según Geipel, es más probable que las personas actúen de forma menos emocional y más racional cuando hablan en una segunda lengua. Nelson Mandela parecía haber entendido esta dinámica hace décadas cuando dijo: "Si hablas a un hombre en un idioma que entiende, eso se le sube a la cabeza. Si le hablas en su idioma, va a su corazón".
Una distinción importante
Si las decisiones morales dependen de la lengua en que se plantean, habría que reevaluar las decisiones de las personas que deben trabajar a diario en una lengua extranjera: inmigrantes, empresas internacionales, instituciones internacionales. Ya se trate de Goldman Sachs en París o de las Naciones Unidas en Birmania, las decisiones tomadas por personas que hablan una lengua no materna parecen estar menos preocupadas por la moralidad, y más por la racionalidad y el utilitarismo.
Las decisiones morales suelen tomarse utilizando dos procesos de pensamiento: uno subconsciente y otro consciente. El contenido emocional de un dilema se comprende primero inconscientemente. Uno reacciona al contenido emocional de una situación sin darse cuenta. Por ejemplo, al oír hablar de un incesto entre hermanos acordado deliberadamente, uno se indigna emocionalmente. No se razona, simplemente viene una reacción.
Luego está la evaluación consciente, que requiere racionalidad, esfuerzo y control cognitivo. Se piensa más a profundidad en el incesto, hasta que uno se percata de que, ante lo planteado anteriormente, no se está haciendo daño a nadie y de que el hecho de que algo sea peculiar no significa necesariamente que sea inmoral.
Por lo tanto, la conclusión según Keysar y Costa, es que la carga cognitiva necesaria para entender un escenario en una segunda lengua crea una distancia emocional, y procesamos el dilema de forma consciente en lugar de subconsciente.
De tal forma que, si las situaciones moralmente ambiguas se plantean en una segunda lengua, esto podría empujarnos a tomar decisiones de forma consciente y racional. Por tanto, hablar en una segunda lengua puede ser una de las cosas más morales que se pueden hacer.
Editado por Erick Elola con información de Nautilus y Big Think