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La OEA y el destino de Venezuela

Evan Romero-Castillo (CP)17 de mayo de 2016

Desde hace semanas se clama porque la OEA invoque su cláusula democrática para denunciar formalmente las infracciones del actual Gobierno venezolano contra el Estado de derecho. Sus posibles efectos son controvertidos.

Luis Almagro, secretario general de la OEA.
Luis Almagro, secretario general de la OEA.Imagen: picture-alliance/AP Photo/J. Martin

Desde hace semanas, un coro de voces, dentro y fuera de Venezuela, viene clamando porque la Organización de Estados Americanos (OEA) invoque la Carta Democrática Interamericana para denunciar formalmente las infracciones cometidas por el Gobierno de Nicolás Maduro contra el Estado de derecho. Sin embargo, la esperada acción del Consejo Permanente de ese organismo no termina de consumarse, obligando a preguntar si las condiciones para la entrada en vigor de la cláusula no están dadas.

Este lunes (16.5.2016), cuando Maduro oficializó un decreto que declara el estado de excepción y emergencia económica en el país, fue José Miguel Vivanco, director para el continente americano de Human Rights Watch (HRW), quien instó a Luis Almagro, secretario general de la OEA, a reprender a quienes hoy llevan las riendas del Estado venezolano por violar el principio de la separación de poderes y de la independencia judicial, propiciar la vulneración de los derechos humanos y alentar la impunidad.

Stefan Peters, experto en Ciencias Sociales de la Universidad de Kassel, no cree que sean aspectos técnicos de la Carta Democrática Interamericana los que han retrasado su activación, sino consideraciones políticas. A sus ojos, cambios como los registrados a escala gubernamental en Argentina y Brasil han creado un clima favorable para que la OEA endurezca el tono cuando se dirige a Caracas. Pero el politólogo se confiesa escéptico de cara a lo que la implementación de la cláusula puede conseguir a corto plazo en la nación caribeña.

Un escenario indeseable

“¿Qué problemas, de los muchos que tiene Venezuela, se resolverían con esa medida? A mi parecer, lo que ocurriría es que se radicalizarían las posiciones de las partes en discordia. Por un lado, la oposición vería confirmada su impresión de que el Ejecutivo de Maduro se ha transformado en una dictadura; pero el antichavismo es muy heterogéneo y se corre el riesgo de que sus sectores menos democráticos se sientan alentados a buscar el cambio de Gobierno por canales irregulares”, ahonda Peters.

“Por otra parte, el oficialismo daría por constatado que el imperialismo conspira internacionalmente en su contra. Eso llevaría a los chavistas en Venezuela y a los aliados de Maduro en la región a cerrar filas para respaldarlo. Y si eso ocurre, al actual Gobierno venezolano se le terminaría haciendo muy fácil continuar distrayendo la atención de sus propios errores”, pronostica el especialista de Kassel. Alejandro Márquez, de la Universidad Libre de Berlín, coincide parcialmente con Peters.

“Yo no creo que leerle la Carta Democrática Interamericana a Maduro altere notablemente la situación del país”, comenta el analista de Berlín cuando se le pregunta si el mandatario tiene suficiente respaldo de las Fuerzas Armadas y de China, su principal prestamista, para soportar un eventual aislamiento derivado de un pronunciamiento de la OEA. “Venezuela ya está aislada económicamente. Es con miras a equilibrar su cuenta corriente que Maduro ha reducido tanto la asignación de dólares para importaciones”, subraya Márquez.

Aislamiento de facto

Pero, al condenar formalmente la ruptura del orden democrático en Venezuela, ¿no puede la OEA persuadir a otros actores internacionales de ejercer presión diplomática sobre el estamento chavista y llegar al punto de aislarlo, no sólo económicamente sino también políticamente? “Sí, pero sólo si Estados Unidos –que sigue siendo uno de los principales importadores de petróleo venezolano– apoya frontalmente la moción de la OEA y sanciona a empresas venezolanas en su territorio, como la refinadora de combustible CITGO”, dice Márquez.

“Y ese escenario no va a cristalizar porque Estados Unidos no va a dejar de comprarle crudo a Venezuela. Si el Estado venezolano no pagara su deuda soberana, entonces sí se confiscarían sin demora sus activos en el extranjero. Pero los Gobiernos de Chávez y Maduro han sido muy cautelosos y han respetado siempre los plazos fijados para hacer los pagos. Esta misma semana se vencieron unos plazos y, aparentemente, no hubo retraso alguno en los pagos”, comenta el experto de la Universidad de Berlín.

A juicio de Peters, contribuir a que Venezuela salga del atolladero en que se encuentra no pasa por arrinconar a su actual Gobierno desde fuera. “De facto, Venezuela también se encuentra aislada políticamente en este instante, debido a los cambios ya mencionados en Argentina y Brasil, y al progresivo distanciamiento registrado entre Caracas y otros aliados de la región. Yo insisto en que la aplicación de la cláusula democrática de la OEA lo que haría es atizar la solidaridad de muchos Gobiernos latinoamericanos y caribeños con Maduro”, asegura Peters.

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