La oficina de Trump: ¿un reflejo de su personalidad?
Volker Wagener
16 de enero de 2017
A pocos días de su juramentación como presidente de Estados Unidos, Donald Trump nos muestra su lugar favorito: una oficina completamente desordenada. ¿Qué nos revela este caos acerca de su personalidad?
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Si gobernará Estados Unidos de la misma forma que ordena su escritorio, ¡válganos Dios! ¡Qué caos más grande! Pero con Donald Trump, el presidente número 45 del país más poderoso del mundo, uno nunca puede estar demasiado seguro: y es que ama lo no convencional. Aparentemente, no pensó que fuera necesario arreglar un poco su oficina antes de recibir al jefe del periódico germano de mayor tiraje, a quien concedió una entrevista.
Su oficina en la Torre Trump nos permite asomarnos al corazón y alma de esta polémica personalidad. El dicho "Muéstrame tu cuarto y te diré quién eres" de repente adquiere un nuevo significado. Gracias al diario Bild, Donald Trump nos mostró su lugar de trabajo, desde donde maneja miles de millones, estiliza su pasado y se prepara para su nuevo empleo en la Casa Blanca.
No sabemos qué diría un psicólogo sobre la imagen de su oficina. Por eso, nosotros mismos intentaremos analizarla. Aquella imagen, que hoy pueden ver millones de personas en el Bild, es –dependiendo del punto de vista– una cosa o todo lo contrario. Pilas de libros, cajones abiertos, cuadros y esculturas, así como un teléfono que pareciera datar de los tiempos de Ronald Reagan en los años 80 del siglo pasado.
Y si miramos con atención, también podremos descubrir un cajón abierto debajo del escritorio. ¿O acaso se trata de una caja de madera? Como sea, está repleta de rollos de papel. Además, encontraremos una tijera común y corriente con mango de plástico de color anaranjado. La oficina del futuro presidente se parece mucho a un taller. Y eso a pesar de que Trump asegura ser una persona ordenada.
¿Coqueteando con la propia mediocridad?
En el piso 26 de su edificio, el presidente electo de Estados Unidos nos presenta un reflejo de la normalidad. El hombre, que ya tenía fama de chico malo antes de ingresar a la Casa Blanca, nos muestra a su niño interior: un fusil que cuelga de la pared, un velero miniatura, fotos privadas (no todas de él, pero en su mayoría), un bumerán. Aparte de eso, libros y montañas de papel de por lo menos 30 centímetros de alto. Además, diplomas, copas y folders. Todo amontonado. No cabe duda: este hombre es igual a ti y a mí. Una persona caótica, pues.
Sin embargo, a lo mejor todo esto es solo un engaño y nosotros hemos caído en él. Quizá todo lo contrario sea cierto. También es posible que el hombre del peinado rubio-amarillo, que solo se mantiene en su lugar con un potente fijador para el cabello, simplemente sepa estilizarse perfectamente.
Su estrecha oficina, las hojas, los cuadernos y libros, que aparentemente están regados por todos lados sin orden alguno: ¿acaso se trata solo de un truco de publicidad? Bien puede ser. Muchas personas ricas, que lo tienen todo, no preferirían nada más que un cuarto estrecho repleto de objetos de devoción personales del propio pasado. Aquí florecen la sentimentalidad y la melancolía.
Sea como fuere, tras todos esos indecentes discursos, el permanente casting de su familia y la espectacular –en todos los sentidos– primera conferencia de prensa del futuro presidente, finalmente conocemos ese lugar donde surgieron todas sus ideas, planes y campañas. En el despacho Oval su escritorio probablemente tendrá otro aspecto. Eso lo exige el cargo, y ahí también tendrá más lugar. Pero, ¿logrará dejar en casa a su niño interior y su colección de cascos de fútbol americano?
¿Cuánto poder tiene el presidente de EE. UU.?
Quien ocupe la Casa Blanca tiene poder global, o al menos eso se supone. Pero las cosas no son tan claras. Las facultades del mandatario estadounidense son limitadas, aunque el sistema le deja resquicios.
Imagen: Klaus Aßmann
Lo dice la Constitución
La gestión del presidente de Estados Unidos dura cuatro años. Luego de dos periodos, como máximo, debe irse. El presidente es el jefe de Estado y de Gobierno. Él dirige el sistema gubernamental. Dentro de sus tareas está llevar a cabo las leyes expedidas por el Congreso. Cerca de cuatro mil personas trabajan para el Ejecutivo. Es el diplomático del más alto rango.
Imagen: Klaus Aßmann
Control y rendición de cuentas
Los tres poderes tienen facultades para controlarse entre sí. El presidente puede otorgar indultos y nombrar jueces federales con la aprobación del Senado. El presidente nombra, entre otros, a sus ministros y embajadores y somete losnombramientos al Senado. Es uno de los controles legislativos al Ejecutivo.
Imagen: Klaus Aßmann
El "Estado de la Unión"
El presidente debe informar al Congreso sobre la situacion del país, y actualmente esto sucede a través del Discurso sobre el Estado de la Nación. En él no puede proponer iniciativas de ley, pero el mandatario sí está facultado para subrayar temas de importancia nacional. Con ello, el presidente puede ejercer en público cierta presión política sobre el Congreso.
Imagen: Klaus Aßmann
No puede decir simplemente "no"
Las leyes aprobadas por el Congreso entran en vigor solo con la firma del Presidente. Pero el Presidente puede interponer un veto. La ley vuelve entonces al Congreso. El Congreso puede levantar el veto, con los votos de por lo menos dos terceras partes de los legisladores. Según el Senado, en Estados Unidos han sido revertidos 111 de 1.500 vetos regulares; es decir, poco más del siete por ciento.
Imagen: Klaus Aßmann
Zonas grises
Ni la Constitución ni los fallos de la Corte Suprema establecen límites definitivos al poder del presidente. Una interpretación jurídica da pie al llamado "veto de bolsillo". Bajo condiciones muy específicas, el presidente puede "esconder en su bolsillo" iniciativas de ley, que son declaradas sin vigencia. El Congreso no puede anular este tipo de veto, que ha sido usado más de mil veces.
Imagen: Klaus Aßmann
Indicaciones que son leyes
El presidente le puede dictar a sus colaboradores en el gobierno cómo deben cumplir sus obligaciones. Las llamadas "órdenes ejecutivas" tienen carácter de ley y nadie las debe aprobar. Pero estas indicaciones pueden ser revertidas en la corte, o el Congreso pude emitir un "antídoto" en forma de una ley. El presidente entrante no puede revertir las órdenes ejecutivas de su predecesor.
Imagen: Klaus Aßmann
Saltándose al Congreso...
El presidente puede negociar acuerdos con otros países, aunque al final se necesita la aprobación de dos terceras partes del Senado. Para librar este obstáculo, los presidentes recurren a los llamados "acuerdos ejecutivos". Son convenios que no deben pasar por el Congreso. Están vigentes mientras el Congreso no presente objeciones que anulen la vigencia de los acuerdos.
Imagen: Klaus Aßmann
Declaraciones de guerra
El presidente es el comandante supremo de las fuerzas armadas. Pero es el Congreso el que declara la guerra. No está claro en qué medida el presidente puede dirigir al país a un conflicto armado. El Congreso consideró que con la Guerra de Vietnam se cruzó un límite de tolerancia, y reaccionó emitiendo algunas leyes. El presidente puede abrogarse facultades mientras no haya reacción del Congreso.
Imagen: Klaus Aßmann
El control definitivo
Si un presidente abusa de su poder, la Casa de Representantes puede iniciar un procedimiento de destitución del cargo. Hasta la fecha, ha sido invocado en dos ocasiones, sin éxito. Pero hay un instrumento jurídico más poderoso: el Congreso decide sobre los presupuestos: aprueba las partidas y puede cerrar las arcas públicas al presidente. Autora: Uta Steinwehr (Ilustraciones: Max Assmann)