La ONU culpa al Ejército afgano de la muerte de 23 civiles
30 de junio de 2020
La misión representante de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) informó que el ataque realizado a un mercado donde murieron 23 personas civiles fue realizado por el Ejército afgano y no por los talibanes.
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La Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) denunció este martes (30.06.2020) la muerte de varios civiles, 23 según las autoridades locales, en un bombardeo del Ejército afgano contra un mercado de ganado en la provincia sureña de Helmand.
"La investigación preliminar e imparcial de la UNAMA indica que los disparos de mortero del Ejército Nacional Afgano causaron un alto número de bajas civiles el lunes en un mercado", afirmó la agencia de la ONU en un comunicado.
La UNAMA afirmó que, según múltiples fuentes consultadas, las fuerzas de seguridad gubernamentales respondieron el lunes por la mañana con disparos de mortero a un ataque talibán, pero erraron su objetivo e impactaron en un mercado de ganado donde se reunían decenas de granjeros.
El Ministerio de Defensa afgano informó ayer de que al menos "23 civiles murieron y otros 15 resultaron heridos" en el ataque, que atribuyó a los talibanes. Los talibanes dispararon cohetes y utilizaron un coche bomba contra el mercado de ganado, según el Gobierno afgano, que negó que las fuerzas de seguridad hubiesen utilizado fuego de mortero.
Pero a la vista de la investigación preliminar, la UNAMA pidió al Gobierno la formación de un equipo independiente de investigación.
"La UNAMA está preparada para asistir a todas las partes, las víctimas y las familias para establecer los hechos", dijo el organismo de la ONU, antes de añadir que el número final de bajas está siendo verificado.
Un portavoz del cuerpo militar basado en Helmand, Abdul Qadeer Bahadarzai, se ciñó a la versión oficial pero prometió una investigación independiente.
"Seguimos defendiendo nuestra versión de ayer, aunque damos la bienvenida y apoyaremos cualquier delegación para investigar el ataque", dijo Bahadarzai. Poco después del ataque, los talibanes culparon ayer del bombardeo al Ejército afgano.
El nivel de violencia entre las fuerzas de seguridad afganas y los talibanes está creciendo de nuevo tras una breve tregua de tres días a finales de mayo con motivo del fin del mes sagrado musulmán del Ramadán, seguida de un periodo de reducción de los combates en medio de los intentos de iniciar un diálogo de paz.
JU (afp, efe)
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La interminable lucha por el poder en Afganistán
A 17 años de la invasión estadounidense, Afganistán sigue sumido en la violencia desatada por los talibanes. Una serie de mortales atentados en el último año sugiere que los radicales son más fuertes que antes.
Imagen: picture alliance/Photoshot
Una seguridad frágil
Los reiterados ataques que han tenido lugar en 2018 y 2019 han causado la muerte y dejado con heridas a cientos de inocentes, y muestran cuán frágil es la situación del país y el débil poder del gobierno. Los incidentes han provocado desesperación en los ciudadanos, cansados de la guerra, y han puesto en evidencia las limitaciones del Estado para garantizar la estabilidad.
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Una larga serie de ataques
Los episodios de violencia han puesto nuevameente a Afganistán en el centro de la mirada internacional. Tanto los talibanes como el Estado Islámico se han atribuido distintos ataques, mientras crece la presión para que el gobierno afgano mejore la seguridad y recupere los territorios que están bajo el dominio de distintos grupos insurgentes, incluidos los ya citados talibanes y Estado Islámico.
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Ofensiva de primavera
En 2018, los talibanes anunciaron el comienzo de su ofensiva anual de primavera, desestimando una oferta de paz realizada por el presidente Ashraf Ghani. Los milicianos, que luchan para reinstaurar su visión radical de la ley islámica, aseguraron que su campaña fue en respuesta a la estrategia adoptada por EE.UU. en 2017, más agresiva con el fin de forzar a los insurgentes a sentarse a negociar.
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La política para Afganistán de Trump
El presidente de EE.UU., Donald Trump, presentó una nueva estrategia para Afganistán en 2017, prometiendo desplegar más tropas para entrenar a las fuerzas afganas. También aseguró que su país seguiría apoyando a los afganos en su guerra contra los talibanes y que, para ello, la presencia estadounidense se extendería todo lo que fuera necesario. En 2019, sin embargo, cambió de parecer.
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Proceso de paz
Pese a que el presidente Ghani realizó una oferta en febrero de 2018 para que hubiera conversaciones de paz "sin condiciones previas", los talibanes no mostraron interés alguno hasta 2019, desestimando las propuestas como parte de una "conspiración". En 2019 aceptaron negociar, pero directamente con Estados Unidos, pasando por encima de Kabul.
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Apoyo paquistaní
Pakistán ha sido presionado por Kabul y Washington para que deje de ofrecer refugio a los militantes acusados de realizar ataques en Afganistán, un cargo que Islamabad niega, insistiendo en que su influencia sobre los insurgentes es sobreestimada. Kabul e Islamabad intercambian acusaciones de proteger a milicianos del otro país. El lenguaje áspero ha caracterizado la relación entre ambos vecinos.
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El papel de los señores de la guerra
Además de los talibanes, los señores de la guerra afganos ejercen una enorme influencia en el país. El año pasado, el líder de Hizb-i-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, volvió a Kabul -tras un exilio de 20 años- para jugar un rol activo en la política. En septiembre de 2016, el gobierno firmó un acuerdo con él con la esperanza de que otros señores de la guerra y grupos radicales siguieran el ejemplo.
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Un gobierno ineficiente
En medio de una interminable batalla por el poder, los niveles de respaldo al presidente Ghani no hacen más que bajar. La corrupción desenfrenada y el largo tira y afloja dentro del gobierno de unidad nacional respaldado por Estados Unidos han tenido un impacto negativo en los esfuerzos gubernamentales para acabar con el terrorismo.