No espere que le den la bienvenida a la entrada con una sonrisa, o que un camarero lo acompañe, menú en mano, hasta la mesa perfecta, especialmente seleccionada para sus necesidades. El lado positivo: usted puede seleccionar. En cafés más pequeños, se acepta compartir la mesa, así que no extrañe si un extraño llega para quedarse, especialmente si usted está sentado solo.

Como nadie lo acompaña a la mesa, tampoco espere que le entreguen la carta con el menú. Normalmente, encontrará uno o dos ejemplares sobre la mesa, siempre en menor número que las sillas. Así que si está comiendo con amigos, esté preparado para leer un menú entre dos o más personas.

No espere que un camarero aparezca en cuanto usted haya tomado asiento. Tendrá que pasear su vista por el lugar hasta chocar con la vista de alguien a quien hacerle un gesto, para que acuda a tomar su orden. Es usual que más de una persona se haga cargo de una mesa, así que no se asombre si es otro quien recoge sus platos al final.

No habrá agua helada en su mesa, pues no existen las bebidas gratis. También el agua, lo mismo con que sin gas, tendrá que ser ordenada y pagada. Atención: ¡El agua cuesta más o menos tanto como la cerveza!

En muchos restaurantes, el pan complementa la comida, así que la cesta no será rellenada cuando esté vacía. Sin embargo, en restaurantes tradicionales del sur germano, usted podrá encontrar delicias locales como los pretzels sobre la mesa. Tenga cuidado: generalmente, los camareros llevan la cuenta de lo que usted consume y puede salirle caro al final.

En algunos sitios, es común que le sirvan bebidas como la Coca Cola o el Sprite sin los esperados cubos de hielo. La sabiduría popular dice que no es saludable tomar bebidas sin alcohol por debajo de la temperatura ambiente. Sin embargo, usted puede estar seguro de que la cerveza siempre estará servida a la temperatura correcta, sin la ayuda de cubos de hielo, por supuesto.

Después de beber Coca-Cola caliente, lo más probable es que tenga que usar el baño. A la entrada del “Toilette” no se sorprenda de encontrar a una persona sentada al lado de un plato para monedas. Esta es la persona que limpia los baños. No importa cuanto pague por su cena, lleve siempre consigo una moneda consigo – mínimo de de 50 céntimos - para dársela a la o al encargado/a de los sanitarios.

¿Usted terminó de comer hace una hora pero su plato sigue sobre la mesa? Quizás es que no conoce el lenguaje de los cubiertos. Si los coloca en la posición de las 3 o 4 de tarde de las manecillas del reloj, seguramente le retirarán el plato.

Los camareros alemanes están entrenados para preguntarle sobre su satisfacción con la comida mientras le retiran el plato, algo poco práctico en este punto, cuando ya nada puede hacerse para mejorar la experiencia. La respuesta correcta, por supuesto, es: "muy bien, gracias". De lo contrario, esté preparado para una respuesta poco amable o un simple "ok, se lo diré al cocinero".

En cada país, las reglas para dejar propina son diferentes. En Alemania, el diez por ciento es una regla más o menos vaga. Si un café le cuesta 1,80 euros, usted puede dejar 2. Por una comida que le costó 36,40 puede dejar 38 si el servicio fue bueno, 39 si necesita cambio para el baño o 40 si no quiere cargar con monedas en su cartera.