La otra lucha mapuche: que no se muera el mapudungún
Natalia Messer (DZC)30 de noviembre de 2015
El mapudungún, “la lengua de la tierra” en español, ha sido alabado por su riqueza lingüística. Sin embargo, su existencia peligra, pues cada día quedan menos hablantes.
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Todavía recuerda el poeta mapuche Elicura Chihuailaf Nahuelpán que siendo niño se sentaba frente a un fogón en su casa, ubicada en el sur de Chile, a escuchar las historias de sus abuelos. Los colores, olores y las sensaciones despertaron su imaginación y el gusto por la poesía.
Si bien es posible encontrar su obra en alemán, inglés, francés, holandés e italiano, Chihuailaf escribe en español y mapudungún. Lo hace en esta última lengua como una forma de reivindicar a su etnia: el pueblo mapuche. Pero el mapudungún podría desaparecer si no se preserva. Cada vez quedan menos hablantes tanto en Chile como Argentina (países donde habitan los mapuches). Según un estudio del lingüista chileno-suizo Fernando Zúñiga, hay alrededor de 202.000 hablantes de mapudungún en todo Chile. La mayoría proviene de poblaciones rurales y tienen edad avanzada.
Alemania y el mapudungún
Uno de los primeros libros de gramática mapudungún lo escribió el religioso jesuita alemán Bernardo Havestadt, quien elogió la lengua por su perfección y la comparó con idiomas europeos contemporáneos. El Dr. Antonio Sáez Arance, del Instituto de Historia Ibérica y Latinoamericana de la Universidad de Colonia, conversó con DW sobre la importancia que tiene esta lengua en Alemania y por qué se traducen textos del mapudungún al alemán, como el caso de Chihuailaf.
“En Alemania hay una tradición de filología, de interés por las lenguas en general. Luego se añade una eclosión de movimientos indígenas en América Latina. Otro aspecto de fascinación fue que los mapuches son el único ejemplo de resistencia frente a la colonización española”, explica el académico.
Un canto azul
Azul es un color central en la obra de Elicura Chihuailaf. “Lo azul tiene que ver con un relato de origen nuestro, que dice que el espíritu mapuche viene desde el azul del oriente, desde donde se levanta el sol y de un momento específico que es cuando termina la noche y el día”, explica el poeta a DW.
La conexión con la naturaleza es fuerte para el pueblo mapuche, como han destacado autores ajenos a esta etnia. el poeta chileno y Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda, dedicó palabras a los mapuches. Y por eso mismo Chihuailaf decidió traducir algunos de sus poemas, porque “me di cuenta de que Neruda había entrado en el corazón del mundo mapuche y eso no lo había leído en ningún poema de algún escritor chileno”, confiesa.
La otra lucha mapuche
Al denominado “conflicto mapuche”, que mantiene al Estado de Chile en una pugna con el ancestral pueblo, que exige devolución de tierras y reconocimiento cultural, entre otras demandas, se viene a sumar otra: la lengua y su preservación. “Aquí hubo una invasión a nuestro territorio en todo sentido. Se atenta contra la naturaleza y se denosta a nuestro pueblo”, dice Chihuailaf.
Para Sáez Arance la lengua mapudungún y la cultura mapuche, en general, no se intentan preservar del todo en Chile, porque “como estado se resiste a la idea de reconocer la diversidad étnica y cultural, hasta el punto de que la Constitución de Chile no reconoce diversidad cultural o la existencia de una minoría étnica o de otras minorías”, comenta.
Pero se vislumbra esperanza, cree el académico, pues las generaciones jóvenes están más activas, especialmente con el reconocimiento del pueblo mapuche y la conservación del mapudungún. En tanto, el poeta Elicura Chihuailaf sigue conectado a la naturaleza casi como si fuese una extensión más de su cuerpo, y a través de sus poemas lleva otra lucha indígena más: seguir hablando y escribiendo “la lengua de la tierra”.
Culturas desaparecidas en el fin del mundo
El misionero y etnólogo alemán Martín Gusinde recorrió el sur de América, conociendo a los pobladores: las etnias Selk’nam, Yamana y Kawésqar. Aquí les dejamos las imágenes tomadas entre 1918 y 1924 por el alemán.
Imagen: Josefina López/DIBAM
Camino a la extinción
Entre 1918 y 1924, el joven misionero y etnólogo alemán Martín Gusinde viajó por los canales e islas del extremo sur de América, conociendo a los pobladores más australes del mundo: las etnias Selk’nam (foto), Yamana y Kawésqar. Allí sacó más de mil fotografías y documentó las tradiciones de esos grupos que poco después se extinguirían.
Imagen: Anthropos Institut
Tradiciones y rituales del fin del mundo
Cuando Martin Gusinde llegó al sur de Chile, el proceso era prácticamente irreversible. Los pueblos originarios habían sufrido el exterminio, epidemias y alteración del ecosistema por el ganado introducido. Gusinde logró ser aceptado por las comunidades, que le mostraron su idioma y costumbres. Él mismo participó en una ceremonia de la etnia Yamana, nómades canoeros. (foto arriba cuarto de izq.)
Imagen: Anthropos Institut
Cuerpos pintados
Los antiguos habitantes ya habían adoptado modos y vestimentas occidentales. Con el fin de dejar registro, Gusinde los fotografió en su ambiente natural y logró que revivieran rituales, como esta celebración Selk’nam -nómades cazadores de Tierra del Fuego, también llamados Ona-, en que los hombres participan con sus cuerpos pintados.
Imagen: Anthropos Institut
Miradas desde el pasado
Los retratos y sus miradas nos asoman a la realidad que encontró Gusinde hace casi un siglo. Los Kawésqar, como los de estas fotos, eran nómades canoeros de los canales. Hoy sobreviven sólo unos pocos representantes puros de esta etnia que está condenada a desaparecer, y con ello su cultura y lengua.
Imagen: Anthropos Institut
Fuertes contra el clima
A pesar del clima inhóspito, bajas temperaturas, nieve y gélidos vientos, los canales e islas australes fueron el hogar de los Selk’nam, Yamana y Kawesqar. Cubiertos con pieles y viajando en sus canoas, vivían de la caza y la pesca. Hoy ya no recorren estos paisajes desiertos. Además de unos pocos Kawésqar, sólo queda una última Yamana y algunos descendientes mestizos.
Imagen: Anthropos Institut
Viajando con Gusinde
El legado de Martin Gusinde, como testimonio de estos pueblos perdidos, ha llevado a historiadores y artistas a releer su obra a la luz de los tiempos actuales. El artista visual alemán Mario Pfeifer recorrió los mismos paisajes descubriendo la realidad de los actuales habitantes de la zona.
Imagen: Mario Pfeifer
Valor estético
Pfeifer también revisó el extenso archivo fotográfico de Martin Gusinde, que se conserva en Alemania. A pesar de las difíciles condiciones en que estas fotos fueron tomadas, tienen un gran valor no sólo histórico, sino también estético. Cada día son más populares, aunque el autor original no es tan conocido.
Imagen: Mario Pfeifer
En la era digital
Con fotos de Gusinde, registros sonoros y sus propias imágenes, Mario Pfeifer creó la instalación audiovisual “Aproximación digital a una humanidad condenada a desaparecer”. Presentada en Santiago y Nueva York, próximamente estará en Berlin. La reedición de estas imágenes y su confrontación con la realidad actual no deja indiferentes a los visitantes.
Imagen: Mario Pfeifer
Inspiración para investigadores y artistas
En San Agustín, cerca de Bonn, en Alemania, el Instituto Anthropos conserva la obra fotográfica y registros escritos de Martin Gusinde. Hasta allí llegan historiadores, artistas y editores para estudiar el extenso archivo. Tesis doctorales, exposiciones, libros retrospectivos y una película son algunos de los proyectos recientes y en desarrollo en torno a su obra.
Imagen: Mario Pfeifer
Museo Martin Gusinde
En la localidad chilena de Puerto Williams, la ciudad más austral del mundo, el Museo Antropológico Martín Gusinde, en honor al misionero alemán, busca difundir y valorar el patrimonio de los pueblos originarios que habitaron la zona. Imágenes, textos y objetos de investigadores como Gusinde son la puerta de entrada a este mundo perdido.