La palma que hizo de la selva peruana un desierto (II)
Enrique Anarte | Luis García Casas
5 de diciembre de 2019
Los indígena uchunya llevan años enfrentándose a una empresa que ha deforestado la selva amazónica de la que vivían.
Publicidad
La comunidad de Santa Clara de Uchunya pide que se anulen esas 222 inscripciones iniciales de propiedad por parte de colonos, "para nosotros traficantes de tierras", en palabras de su abogado, durante la vista oral del caso. Y, por tanto, también su posterior compra por parte de Plantaciones de Pucallpa.
La empresa puso los terrenos como garantía de un fideicomiso a otra empresa que, a su vez, los puso en subasta pública. Por dos veces se declaró desierta, hasta que se hizo con ellos otra empresa del grupo Melka, aunque posteriormente se anunció la salida de su dirección de ese gigante estadounidense. Una maniobra legal, según un informe del portal de periodismo de investigación peruano Convoca, en colaboración con el Instituto de Estudios Forestales y Ambientales Kené, parece diseñada para diluir la responsabilidad de la actual compañía en los posibles delitos ambientales previos.
La aspiración de Santa Clara de Uchunya es que la compañía reconozca el derecho sobre esas tierras de la comunidad indígena, una de las más pequeñas de la Amazonía con solo 118 hectáreas reconocidas de terreno. A título comparativo, las comunidades colindantes no bajan de las 20.000 hectáreas, y la de saweto, en la que fue asesinado el líder indígena Edwin Chota, dispone de 120.000.
Los comuneros uchunya cuentan que cuando les escrituraron las tierras, en la década de los 70, se les dijo, de palabra, que se les concedería el título de propiedad sobre 20.000 hectáreas, pero que en el documento que se presentó a firmar constaban únicamente esas 118. "Se aprovecharon de mi padre porque era analfabeto", explica el actual jefe de la comunidad, Efer Silvano, cuyo progenitor ocupaba en aquella época ese cargo.
Deportes e integración social entre indígenas y mestizos
02:29
A día de hoy, el Gobierno regional de Ucayali ha ofrecido entregar a la comunidad 1.500 hectáreas.
El Ministerio de Agricultura peruano no respondió a las preguntas relativas a este caso planteadas por DW, que también intentó sin éxito contactar con los representantes de las empresas Ocho Sur P. y Plantaciones de Pucallpa, ya extinta.
"Ahí te meten bala”
Huber Flores es el único uchunya que se atreve a vivir en la misma orilla que la plantación, aunque a varios kilómetros, que lo protegen del peligro. Eso, mientras no se acerque demasiado. Le destrozaron una de sus cabañas y recibió amenazas directas, por las que tuvo que refugiarse temporalmente en Lima. Su mujer y su hijo todavía no han vuelto.
Amazonía Uchunya: un especial multimedia de DW
Todos en la comunidad advierten aseguran que es peligroso acercarse a la plantación. "Ahí te meten bala”, nos repiten. A varios les han disparado. En septiembre de 2007 mataron, en el caserío colindante de Bajo Rayal, que tiene problemas similares con otra plantación también del grupo Melka, a seis agricultores.
"Sabemos que es una lucha grande la que enfrentamos y estamos dispuestos a seguir hasta el final, pase lo que pase”, dice Flores a DW. Pese a convivir con la sombra de la plantación en las inmediaciones de su hogar, no pierde el optimismo ni la esperanza: "Estamos yendo progresivamente por buen camino en nuestra lucha”.
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independiente en 30 idiomas. Síganos enFacebook | Twitter | YouTube |
Santa Clara de Uchunya: ¿cómo convivir con la Amazonía de forma sostenible?
Los habitantes de Santa Clara de Uchunya, en la selva peruana, pertenecen a una comunidad indígena que lucha por seguir explotando los recursos naturales de la selva amazónica sin agotarlos.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Pesca y cría de peces
Los habitantes de Santa Clara de Uchunya recogen pescado de su laguna por turnos: uno cada día. Allí pescan con "trampa", es decir, con red. La colocan por la tarde y recogen los peces que se enganchan en ella por la mañana, uno por uno, sin arrastrar la red. Además, gracias al apoyo de una ONG internacional han instalado una piscifactoría que este mes de diciembre empezará a producir.
Imagen: DW/L. García Casas
Bañándose con pirañas
Pueden sacar hasta tres kilos de pescado al día, incluidas pequeñas pirañas. También "cazan" peces de la forma tradicional, con lanza, en el río Aguaytía, aunque lo evitan cada vez más debido a la creciente contaminación. En ese caso, van a primera hora de la mañana con la canoa cerca de la orilla, donde los peces se acercan para comer. Allí también se bañan, aunque hay rayas y otros peligros.
Imagen: DW/E. Anarte
Caza con escopeta
La forma tradicional de cazar, sobre todo aves, era con cerbatana. Pero ya nadie las usa ni las hace. En Santa Clara de Uchunya, según nos cuentan, ya ni siquiera nadie tiene una para mostrarnos. Quienes cazan, lo hacen con escopeta. Las fabrican en Pucallpa de forma casi artesanal. En sus tierras ancestrales hay caza, pero también osos hormigueros, tigrillos y otros animales amenzados.
Imagen: DW/L. García Casas
Cultivos
Sin embargo, de donde sacan la mayor parte de su alimento, y también una fuente de ingresos vendiendo el excedente en la ciudad, es de la agricultura. Todos los habitantes de Santa Clara de Uchunya tienen derecho a cultivar una chacra (parcela) dentro de las tierras comunales. El maíz, por ejemplo, se usa tanto para consumo humano como para dar de comer a las aves de corral.
Imagen: DW/E. Anarte
Plátanos contra el calor
También abundan los plataneros, que aguantan muy bien el calor y cuyo fruto, la banana, tiene salida a los mercados locales, sobre todo la variedad "bellaco". Sin embargo, es sensible a las inundaciones prolongadas, por lo que, a veces, se echan a perder las plantas y se malogra toda la cosecha.
Imagen: DW/E. Anarte
Arrozales en las lindes del camino
La cantidad de zonas inundables que hay en los alrededores de Santa Clara de Uchunya ha hecho que proliferen también los arrozales. Aunque no es una planta autóctona, han aprendido a cultivarla. El arroz es fácilmente almacenable y dura mucho tiempo, por lo que es perfecto para tenerlo como reserva por si una inundación los deja incomunicados sin poder salir de casa, como pasó el año pasado.
Imagen: DW/L. García Casas
Construcción sostenible
Otro de los aspectos claves de la sostenibilidad es la forma de construir de los shipibo. Antiguamente eran seminómadas: construían sus cabañas en un lugar y cazaban y recolectaban hasta que agotaban las reservas, para luego trasladarse a otro sitio, dentro de sus tierras ancestrales. Ahora están asentados en lugares fijos, pero siguen construyendo aún según su técnica tradicional.
Imagen: DW/E. Anarte
Sin clavos
La forma tradicional de construir utiliza para fijar las vigas unas lianas que recogen en la selva y que duran muchos años. Para atar las hojas de palma con la que hacen el techo, utilizan atadijo, una corteza que cortan en tiras y que también es muy resistente y duradera. Sin embargo, los tejados hay que renovarlos cada doce o quince años, por lo que algunos optan ya por techos sintéticos.
Imagen: DW/L. Garcia Casas
Madera para construir casas
Sin embargo, para construir una casa necesitan cortar bastantes árboles: seis cumaseba para los pilares, cinco espintana para las vigas largas, varias carahuasca y al menos ocho cañas bravas para el esqueleto del tejado. Además, tienen que pelar veinte palmeras para cubrir el techo. Aquí la sostenibilidad se basa en la gran extensión de tierra que utilizan unas pocas familias.
Imagen: DW/L. García Casas
La empresa de palma
En el caso de Santa Clara de Uchunya, lo que ha venido limitando el acceso a sus tierras ancestrales es la instalación de una plantación de palma de aceite que ha deforestado 7.000 hectáreas de bosque primario. Eso ha reducido las tierras en las que cazaban y de las que recogían madera y plantas medicinales. Además, ha espantado a la caza. Ahora están luchando para recuperar esas tierras.