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La panacea de Maduro para Venezuela

21 de agosto de 2018

“Perplejidad” es la palabra que mejor describe la reacción de los ciudadanos de a pie, los economistas y los politólogos a las medidas anunciadas por Nicolás Maduro el 17 de agosto para resucitar la economía venezolana.

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Maduro exhibe un ejemplar ampliado del nuevo billete de cinco bolívares soberanos.Imagen: picture-alliance/dpa/F. Batista

“Vamos a un proceso virtuoso de crecimiento; con justicia, con igualdad, con distribución de la riqueza. El Programa de Recuperación Económica es el más completo, mejor concebido y con la mayor pertinencia con la realidad histórica”. Fue con estas palabras que el hombre fuerte de Caracas, Nicolás Maduro, anunció el pasado viernes (17.8.2018) la inminente aplicación de medidas para sacar al país de la espiral hiperinflacionaria en la que se encuentra. Su ministro de Información y Comunicación, Jorge Rodríguez, agregó que la meta de las reformas era robustecer el poder adquisitivo de sus compatriotas y “corregir algunas distorsiones dejadas por la guerra económica”, atribuida por el oficialismo a una conspiración internacional de empresarios, políticos y Gobiernos antichavistas.

Entre otras iniciativas, el paquete de Maduro incluyó una brusca devaluación de la moneda que elevó la tasa oficial de 240.000 a 6.000.000 de bolívares fuertes por dólar; la sustitución del vapuleado bolívar fuerte por el bolívar soberano, que exhibe cinco ceros menos que su predecesor; el encumbramiento del petro, la criptodivisa local, como unidad de cuenta nacional; el incremento del salario mínimo de 50 a 1.800 bolívares soberanos; un nuevo sistema de precios “anclados al petro”, cuyo valor gira alrededor de los 60 dólares, según el Gobierno venezolano; el levantamiento de los controles cambiarios vigentes desde 2003; el aumento del precio de la gasolina para ajustarlo a los estándares globales; y cambios impositivos que presuntamente apuntan a reducir el déficit fiscal. Las medidas se irán haciendo efectivas progresivamente.

“Perplejidad” es la palabra que mejor describe la reacción de los ciudadanos de a pie y de los economistas a la más reciente declaración de intenciones de Maduro. En lo que respecta al nuevo salario mínimo, por ejemplo, muchos trabajadores dudan que sus empleadores puedan pagarles 35 veces más de lo que les pagaban antes. Y analistas como Henkel García, de la firma Econométrica, auguran que el programa de Maduro desalentará la actividad empresarial. Además, García enfatiza que, si el Gobierno asume el pago diferencial de las nóminas laborales durante noventa días para amortiguar su impacto sobre las empresas, como lo ha prometido, terminará saboteando sus propios esfuerzos para aplacar su déficit fiscal y dilatar su liquidez monetaria. Lo menos que inspira este golpe de timón es confianza, dicen los expertos.

El ministro venezolano de Información y Comunicación prometió que las reformas robustecerían el poder adquisitivo de sus compatriotas.Imagen: picture-alliance/epa/M. D. Castaneda

Hernández: “El petro no existe”

“Maduro y su entorno son sujetos fuertemente ideologizados. Ellos redactaron un documento conocido como el Plan de la Patria 2013-2019 donde expusieron sus objetivos muy claramente. Y ese plan deja entrever que el propósito de las últimas medidas de Maduro es darle la estocada final al empresariado y a la banca con miras a imponer, definitivamente, un sistema socialista al estilo cubano en Venezuela, un Estado comunal. El régimen ha admitido que está quebrado, que necesita dinero a como dé lugar, y para conseguirlo implementa un disparate por partida doble: uno fiscal y otro monetario. Entre otras cosas, el Gobierno se dispone a cobrarle el impuesto sobre la renta por adelantado a un sector de por sí deprimido, como lo es el sector privado, descrito por el chavismo como ‘el gran contribuyente’,” señala el catedrático Ivo Hernández.

“Por si fuera poco, se aumentará el impuesto al valor agregado del 12 por ciento al 16 por ciento. Con esos cambios, el régimen lo que quiere es raspar lo que queda en la olla”, agrega Hernández, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Münster. “El dislate monetario es aún más absurdo; pasa por inventar una criptomoneda, bautizarla ‘petro’, anclarla arbitrariamente a un barril de petróleo, como punto de referencia, y decretar que el petro va a determinar el valor de una nueva moneda nacional. El problema es que eso es como anclar una moneda a un unicornio, porque el petro no existe, no es una criptodivisa aceptada en los mercados internacionales. Como dijo el economista británico John Maynard Keynes en 1919: ‘si usted quiere desbaratar el capitalismo, destruya las monedas’,” esgrime el especialista.

“Yo en el nuevo programa de Maduro no veo otra cosa, sino el viejo proyecto comunista de destruir una moneda para dejar a la población de un país sin referencia de valor. De aquí a tres meses sólo hay dos escenarios posibles: o Venezuela queda sumida en una anomia económica brutal, en la mendicidad, o el régimen de Maduro termina de colapsar”, pronostica Hernández. A juicio del economista Alejandro Márquez Velázquez, de la Universidad Libre de Berlín, las reformas planteadas por Maduro buscan influir sobre dos variables que ya en la década de los ochenta habían generado hiperinflación en otros países latinoamericanos: la desproporcionada diferencia entre los ingresos y egresos del Estado, por un lado, y la gigantesca brecha entre el cambio de divisas oficial y el del mercado negro, por otro.

La nueva moneda venezolana entró en circulación el 21 de agosto de 2018.Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Cubillos

Márquez Velázquez: “Demasiados detalles en el aire”

“Pero, lamentablemente, el mandatario dejó demasiados detalles en el aire; no concretó cómo se llevarían a la práctica las medidas que él estaba aprobando. Como muestra, un botón: se dijo que las subastas de divisas, hoy bastante escasas, serían más frecuentes en el futuro cercano, pero no mencionó los factores que lo harían posible; el Gobierno tiene cada vez menos dólares debido al desplome de la producción petrolera de la empresa estatal PDVSA, no sólo a causa de la caída de los precios del crudo, que ahora se recuperan. Maduro tampoco aclaró si las subastas se harían con el nuevo bolívar soberano o con el petro”, agrega el especialista. Durante su alocución del 17 de agosto, el líder chavista insistió en que serían otros funcionarios quienes explicarían los pormenores de su Programa de Recuperación Económica en los próximos días.

“En general, ese plan puede ser descrito como un proyecto de unificación cambiaria para reducir el diferencial entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Como esa iniciativa no frenaría en lo más mínimo la depreciación de la moneda nacional, Maduro también se ha visto obligado a aumentar los ingresos fiscales en bolívares soberanos. Hasta ahora, el Banco Central de Venezuela ha mandado a imprimir dinero para cubrir el enorme déficit fiscal, que ronda el 20 por ciento del Producto Interno Bruto, según fuentes extraoficiales. Si se suspende esa práctica, la devaluación de la moneda también debería ralentizarse. Lo que Maduro propone es que PDVSA venda divisas a un valor cercano al fijado en el mercado negro para que tanto la petrolera estatal como el Gobierno obtengan grandes cantidades de bolívares”, acota Márquez Velázquez.

Hernández no encuentra ni un ápice de credibilidad en el proyecto de Maduro. “Venezuela acaba de pactar el pago de lo que le adeuda al consorcio energético Conoco Phillips; Caracas se comprometió a poner 500 millones de dólares sobre la mesa –ni petros ni bolívares, sino dólares– en el próximo trimestre. Y hay al menos cuarenta y tres compañías litigantes esperando a que el Estado venezolano honre los compromisos que éste tiene con ellas. Esas deudas tienen muy golpeado al régimen y no creo que se recupere ni con este ni con ninguna otra reforma económica”, dice el docente de la Universidad de Münster.

Evan Romero-Castillo (ERS)
 

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