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La política de refugiados no hace milagros

10 de octubre de 2022

Las expectativas de una política humanitaria de refugiados son comprensibles. Pero esta sobrecarga no solo es poco sincera, sino también peligrosa, escribe Astrid Prange de Oliveira.

Vista de un alojamiento compartido para refugiados en Lepzig, Alemania.
Vista de un alojamiento compartido para refugiados en Lepzig, Alemania. El complejo, construido con contenedores, ofrece 300 plazas. Imagen: Jan Woitas/dpa/picture alliance

Es un drama. Más de 100 millones de personas huyen actualmente de la guerra y la violencia. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, la invasión rusa a Ucrania ha desencadenado una de las mayores crisis desde la Segunda Guerra Mundial. 

Ucrania, Siria, Myanmar, Afganistán y Serbia. Desde las guerras de los Balcanes en los 90, el mundo se ha visto sacudido por guerras y desplazamientos masivos, en intervalos de tiempo regulares. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, coincide: "el desplazamiento ya no es un fenómeno a corto plazo o temporal", afirma.

Parece que el drama no tuviera fin. Por ello, la ministra alemana del Interior, Nancy Faeser, debería tener el valor de decirlo de esa manera en la cumbre sobre refugiados que se celebrará el martes en Berlín. Porque la política de refugiados se caracteriza, desgraciadamente, por no poder dejar satisfecho a nadie. 

"Combatir las causas de la huida": una ilusión 

Independientemente de que las fronteras de un país estén completamente abiertas o cerradas, nunca parece encontrarse una solución consensuada. Y se debe a que la inmigración descontrolada amenaza con sobrecargar las capacidades de acogida y provocar disturbios políticos. 

Por otro lado, el cierre de las fronteras hace que las rutas de vuelo sean más largas y más peligrosas, lo cual hace, principalmente, que los que más ganan sean los traficantes de personas. Y mientras no se superen las crisis y las guerras, la huida y el desplazamiento masivo continuarán. 

Una mirada al pasado reciente muestra que a los políticos les cuesta ejercer esa honestidad. A menudo se argumenta que hay que luchar contra las "causas de la huida en los países de origen", porque entonces menos personas huirían de la guerra, la violencia, el cambio climático y la falta de perspectivas. 

Durante las guerras de los Balcanes, en la década de 1990, esa narrativa condujo al controvertido "Compromiso de asilo". Ese compromiso consiste en el voto a favor de la restricción del derecho básico de asilo -consagrado en el artículo 16 de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania- que se realizó el 26 de mayo de 1993. 

Las modificaciones, incluida la normativa sobre terceros países, restringieron considerablemente el número de solicitantes de asilo. Dicha norma establece que las personas perseguidas políticamente no pueden solicitar asilo si previamente han podido entrar a través de un país seguro al país en el que lo solicitan.

Es cierto que, al principio, el número de solicitantes se redujo considerablemente tras la aprobación de la ley. Pero unos años después, la cantidad de personas que huyen de las zonas en crisis, incluso a Alemania, comenzó a aumentar nuevamente. 

En 2012, según la ACNUR, 42 millones de personas tuvieron que huir de sus países, la mayoría de ellas, desplazadas internamente. A finales de 2021, hubo 89 millones que huyeron, de los cuales 53 millones lo hicieron como desplazados internos.

Éxodo de Ucrania 

Es evidente que las guerras y las crisis no se pueden evitar con dinero y leyes. La "lucha contra las causas de la huida" en países de origen como Ucrania, Siria o los Balcanes, con proyectos de política de desarrollo, es una ilusión. 

El éxodo desde Ucrania habla por sí mismo. Según el Ministerio Federal del Interior, solo en Alemania se han registrado más de un millón de refugiados desde el estallido de la guerra en ese país. Además, desde enero hasta agosto de 2022 se presentaron 115.402 solicitudes iniciales de asilo en la Oficina Federal de Migración y Refugiados. La mayoría de los solicitantes de asilo procede de Siria y Afganistán. 

Alojamiento compartido para refugiados en Berlín-Spandau. La imagen es del 14 de junio de 2022. Imagen: Frederic Kern/Geisler-Fotopress/picture alliance

No hay soluciones fáciles 

La cumbre sobre los refugiados del martes puede contribuir a dar más apoyo a las ciudades y municipios que están haciendo enormes esfuerzos, para acoger e integrar a los refugiados. Ese apoyo se necesita urgentemente.  

Pero también es necesaria la honestidad política. Porque las "soluciones", supuestamente sencillas, solo pueden encontrarse en la franja política de la derecha o de la izquierda. Una política humanitaria de refugiados puede aliviar el sufrimiento de cientos de miles de personas que huyen de la guerra y la violencia, pero, por lo general, no puede detener sus causas. 

Si la Unión Europea pudiera acordar de una vez una política común de refugiados, eso sería un enorme paso adelante, y salvaría la vida de muchas personas. Sería un pequeño milagro, aunque la política de refugiados, en sí misma, no pueda hacer milagros, y únicamente puede ser un parche para las profundas heridas causadas por la guerra y los desplazamientos en todo el mundo.

(ng/cp)

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