La policía desaloja histórica casa okupa Liebig 34 en Berlín
9 de octubre de 2020
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La casa ocupada 'Liebig 34', todo un símbolo para el movimiento radical de izquierda en el distrito Friedrichshain de la capital alemana, fue desalojada este viernes (09.10.2020) por la policía. Las fuerzas de seguridad tuvieron que utilizar palancas y motosierras para acceder al inmueble, además de un andamio para entrar simultáneamente por las ventanas del primer piso.
Una veintena de residentes salieron del inmueble, la mayoría sin incidentes, aunque varios opusieron resistencia. Además, frente al edificio hubo refriegas con manifestantes con máscaras negras que arrojaron botellas y otros objetos contra los agentes policiales. Un total de 1.500 efectivos procedentes de ocho estados federados participaron en la operación, que empezó las siete de la mañana, para la que tanto la policía como grupos radicales de izquierda llevaban preparándose semanas.
Hay un estado de ánimo muy emotivo, dijo un portavoz del movimiento okupa. Pero habló de una protesta en gran parte tranquila. Todavía no hay información sobre posibles heridos y el número de detenciones. Desde primera hora una concentración protestaba contra el desalojo. Se corearon cánticos como "casas para quienes viven en ellas" o "Todo Berlín odia a la policía", acompañados por el fuerte ruido de las ollas de las casas circundantes.
Según la policía, llantas de automóviles, contenedores de basura y un edificio terminal en la estación Tiergarten S-Bahn ardieron en varios lugares de la ciudad durante la noche. No estaba claro si hubo una conexión con el desalojo. Hace dos años expiró un contrato de arrendamiento comercial por diez años para la asociación de vecinos de 'Liebig 34', que se autodenomina «anarcha-queer-feminista». En una larga batalla judicial, el propietario consiguió que se llevara a cabo el desalojo del inmueble, ubicado en el número 34 de la Calle de Liebig. (dpa/dlf)
Okupas en Río: así reclaman sus derechos los pobres
Río de Janeiro enfrenta una grave crisis habitacional. Los pobres son excluidos de la ciudad e incluso quedan fuera de las favelas más céntricas. ¿Alguien hace algo por ayudarlos?
Imagen: DW/S. Derks
Ocupar y jugar
Isabelle juega en un antiguo almacén en la famosa Rua da Lapa, en el centro de Río de Janeiro. Sus abuelos ocuparon la construcción hace más de treinta años. Con el tiempo construyeron muros, habitaciones y un bar, instalándose definitivamente en el lugar.
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Decadencia colonial
En su mayoría, las viejas casas de estilo colonial que se erigieron en el siglo XIX fueron abandonadas. Muchas de ellas, cuando sus dueños portugueses murieron y no dejaron descendencia. Cada vez más pobres se van a vivir a ellas, mientras que los ricos de Río de Janeiro prefieren los nuevos edificios de apartamentos.
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Hay que usar cada espacio
Muy a menudo las casas son subdivididas en pequeños compartimentos para acomodar en ellos a la mayor cantidad de personas posible. Este edificio destartalado cerca de la estación de metro Gloria es el hogar de unas 30 personas, que viven en 18 habitaciones que comparten una sola cocina.
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Buscando un lugar tranquilo
Como consecuencia del aumento de los precios y la prolongada crisis económica que afecta a Brasil, en los últimos años la cantidad de personas sin hogar se ha triplicado en Río de Janeiro. En las noches, buscan un lugar tranquilo donde poder dormir, como vemos acá en Rua da Lapa.
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Okupas organizados
A veces el acto de tomar u "okupar" un edificio se realiza de forma preparada y organizada, bajo el mando de instituciones sociales como Mariana Crioula, en la zona del puerto. Por más de siete años han estado presionando al gobierno para que construya departamentos para los menos favorecidos.
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Esperando aprobación
Los 70 miembros de esta iniciativa pagan una contribución y esperan, algún día, obtener una casa propia. Cada dos semanas llevan a cabo reuniones. Sus propuestas, incluidos los esquemas realizados por arquitectos, han sido ya aprobadas por las autoridades, pero el paso final de liberar los fondos para que comience la construcción se está demorando.
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Partir de cero
Quilombo da Gamboa es otro proyecto social que intenta el mismo proceso. Sin embargo, vivir aquí es estresante. "Hace unas pocas semanas hubo un incendio que destruyó parte del lugar. Vinieron los bomberos e intentaron sacarnos de acá a la fuerza. Como okupa, puedes perder tu casa en cosa de minutos", dijo Roberto a DW.
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Peligro a la vuelta de la esquina
Roberto enumera los peligros de "okupar" un lugar. "Durante una ocupación anterior, la gente me convirtió en líder de facto. Pero la cohesión social se derrumbó cuando llegaron los traficantes de drogas y se hicieron cargo de todo", cuenta. Tras ser atacado con un arma, Roberto tuvo que escapar y empezar todo de nuevo con el Proyecto Quilombo da Gamboa.
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Mala reputación
En Brasil, muchos proyectos sociales tienen mala reputación y son vistos por parte de la ciudadanía como organizaciones criminales, por estar relacionadas con gente pobre, ocupantes ilegales de casas, pandillas violentas y narcotraficantes.
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Siempre atentos
Todos quienes se involucran con estas iniciativas concuerdan en que la vía al éxito está cimentada sobre la base de una estructura fuerte y efectiva. Una de las reglas es monitorear las 24 horas del día quién entra y sale de las casas. Creozlita Silva aparece acá en su turno de puerta en Manuel Congo, donde se construyeron apartamentos después de que los "okupas" tomaran el terreno.