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Catástrofes

La zona alemana devastada por inundaciones teme al invierno

11 de octubre de 2021

La reconstrucción de las localidades alemanas arrasadas por las inundaciones del verano avanza lentamente. La gran preocupación actual es la falta de gas, necesario para calefaccionar en invierno.

Flutgebiete Ahrtal
Imagen: Oliver Pieper/DW

Cada habitante de la región del río Ahr, devastada por las inundaciones que afectaron a la zona occidental de Alemania en el verano, tiene una historia que contar. Por ejemplo, Bernd Hülkenberg. Estaba escuchando música en su subterráneo esa noche cuando sintió un ruido, abrió la puerta, y entró un torrente de agua. En cosa de segundos le llegó al cuello. A duras penas logró subir la escalera, a oscuras, porque la luz se cortó. También la planta baja de su casa quedó inundada. Hülkenberg logró ponerse a salvo en el piso superior, pero su perrita no tuvo la misma suerte. "Lo peor fue no haber podido salvarla. Traté de agarrarla varias veces en el agua, pero en la oscuridad no podía ver nada”, cuenta.

Bernd Hülkenberg intenta reparar su casa.Imagen: Oliver Pieper/DW

Han pasado casi tres meses y Bernd Hülkenberg intenta todavía secar su casa y avanzar con las reparaciones. Los técnicos le han dicho que quizás para fines de diciembre o principios de enero podrá tener nuevamente agua caliente. Si todo marcha bien. Es un rayito de esperanza.

Hasta entonces, seguirá usando una estufa eléctrica, que no puede subir al máximo, porque todos calefaccionan con electricidad, dado que no hay gas. "El invierno será terrible”, teme.

En la localidad de Bachem, la crecida del río devastó tres calles. Dos personas murieron y 100 casas quedaron destruidas. Ulrich Stieber, dirigente local, vive en una parte que no resultó directamente afectada, pero en la noche de la inundación estaba en la zona de la crecida, tratando de poner a salvo a los padres de una amiga. Eso casi le costó la vida.

Ulrich Stieber, dirigente local de Bachem.Imagen: Oliver Pieper/DW

La corriente lo arrastró un kilómetro y medio. Con sus últimas fuerzas logró aferrarse a un poste. Sobrevivió finalmente sobre el surtidor de una gasolinera. Desde entonces apenas puede dormir y está en tratamiento psicológico. Pero intenta recuperarse y se siente responsable al mismo tiempo de los 1.300 habitantes de Bachem. Asegura que la comunidad se ha unido.

Pero la próxima prueba está por venir: el frío comienza a intensificarse. "La gente está muy preocupada por lo que respecta al suministro de gas”, dice Seibert, pero mantiene un inquebrantable optimismo: "Hasta ahora siempre ha habido una solución para salir del atolladero”.

Carpa con materiales de construcción

También en el mayor depósito de materiales de construcción de la región, en Walporzheim, se ofrecen soluciones de todo tipo. Allí se levanta una carpa en una superficie equivalente a media cancha de fútbol, con todos los implementos que necesitan los damnificados por las inundaciones: martillos, taladros y sierras, que se prestan por unos días o semanas. 25 voluntarios trabajan en la carpa, que se financia con donaciones y abre todos los días. Se distribuyen también botas de goma y carretillas, e incluso hay peluches para los chicos.

"Kaiser" es el apodo de este voluntario, que organiza la ayuda en la carpa.Imagen: Oliver Pieper/DW

Gente de toda la región acude a Walporzheim. Muchos voluntarios que duermen en la carpa todavía tendrán que buscar alojamiento, porque ya se siente el frío. Uno de ellos, apodado "Kaiser", afirma que es necesario que las tuberías de gas vuelvan a funcionar en la zona, porque de lo contrario habrá caos. "No podemos calefaccionar todos con electricidad, porque la red eléctrica colapsará en algún momento”, advierte.

Recién al comienzo

La mayoría de los voluntarios que ayudan a los damnificados no se encuentran en Walporzheim, sino un campamento central, en la vecina localidad de Grafschaft. Thomas Pütz, empresario del área de la tecnología ortopédica, se convirtió rápidamente en el jefe, que coordina la ayuda a los damnificados. También él fue víctima de las inundaciones. El agua devastó su empresa. Pero en poco tiempo erigió el campamento, con una perfecta infraestructura, que permite brindar apoyo concreto según las necesidades de la gente del lugar.

Thomas Pütz: ayuda organizada y eficiente.Imagen: Oliver Pieper/DW

"No llevamos a los ayudantes en buses a cualquier lugar de la zona afectada, sino que los enviamos a direcciones determinadas, con tareas definidas”, explica Pütz. En un momento llegaron a trabajar voluntariamente allí unas 3.000 personas. Pero la cifra disminuye permanentemente, entre otras cosas, también porque otras noticias han desplazado esta catástrofe de los titulares. La gente tienen la impresión de que casi todo ha vuelto a la normalidad en la zona, "pero eso dista de ser así”, afirma. En la actualidad, unas 600 personas siguen prestando su ayuda en días de semana. Y se necesita más apoyo para alcanzar a reparar lo más posible antes de que llegue el invierno.

El Estado ha puesto a disposición un fondo de reconstrucción de 30 mil millones de euros. Pero, para acceder a la ayuda, hay que superar las clásicas trabas burocráticas.

Myriam Kemp, de la Cruz Roja.Imagen: Oliver Pieper/DW

"Muchos no consiguen arreglárselas solos con el monstruo de la burocracia”, dice Miryam Kemp, de la Cruz Roja, que asesora a las víctimas de las inundaciones. Si se compara la labor de reconstrucción de la zona de catástrofe con un maratón de 42 kilómetros, Alemania todavía no ha avanzado mucho, afirma: "Estamos quizás en el kilómetro 10, aunque se siente como si estuviéramos en el 32, porque duelen las piernas. Estamos realmente todavía al comienzo y no sabemos qué nos espera aún”.

(ers/ms)

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