El reportaje narra, desde la perspectiva del imperio de Mielke, la historia de una relación existencial y simbiótica, y por primera vez arroja luz sobre su relevancia y sistematismo. Desde el que posiblemente sea el capítulo más delicado, el de las muertes en el Muro, y su encubrimiento sistemático, así como las detenciones y encarcelamiento de decenas de miles de fugitivos, hasta episodios menos conocidos, como la construcción de túneles y estaciones de escucha subterráneas para localizar a quienes pretendían huir excavando túneles. Y desde el multimillonario negocio del pago de rescates de la RFA a la RDA, hasta el "filtrado" en los pasos fronterizos entre las dos Alemanias para reclutar colaboradores no oficiales. Moviendo los hilos estaban, casi siempre, los agentes de Mielke, y a menudo él mismo en persona. Su poder creció a medida que perfeccionaba el Muro y el sistema fronterizo. En todo el país, los agentes de la Stasi y los informadores vigilaban hasta el más mínimo indicio de posibles fugas. El amurallamiento fue una fuente continua de nuevos ámbitos de acción y tareas, y nuevos enemigos: "fugitivos de la República", "violadores de la frontera", "colaboradores en la fuga” occidentales, "bandas criminales de tráfico de personas", y más tarde también "personas deseosas de abandonar el país". Con toda la población en el punto de mira, el jefe de la Stasi, Erich Mielke, consideraba fundamental vigilar a estos "incorregibles": contenerlos, inhabilitarlos, detenerlos y, en casos extremos, "destruirlos". La Stasi se hizo indispensable para asegurar el "Muro de Protección Antifascista", como se denominaba al Muro de Berlín en la República Democrática Alemana. Y así el Muro se convirtió en el fundamento de la Stasi, su principal campo de actividad, su razón de ser. Así como el Estado socialista debía al Muro su continuidad, y el imperio de Mielke le debía su apogeo, con su caída ambos se hundieron de un plumazo. Ironías de la historia: un agente de la Stasi abrió la primera barrera en la Bornholmer Strasse el 9 de noviembre de 1989, y con ella el Muro de Berlín.