La tumba del Papa Francisco y el cónclave
6 de mayo de 2025
Lunes, poco antes de las tres de la tarde. Un día normal de trabajo en Roma. En torno a la plaza que está frente a la basílica de Santa María la Mayor hay más de 15 vehículos policiales y también dos ambulancias. Desde el 26 de abril de 2025, es una escena normal. Allí fue sepultado el Papa Francisco, en cumplimiento de su voluntad, documentada en su testamento.
Desde entonces, cientos de miles de personas han acudido a ese templo, una de las cuatro basílicas papales de Roma. Situada a pocos minutos de camino de la estación central de Termini, es una posesión extraterritorial de la Santa Sede, es decir, se encuentra fuera del Vaticano, a unos seis kilómetros de distancia.
Constante afluencia de peregrinos
Desde el entierro del papa Francisco, la gente no cesa de acudir a Santa María la Mayor. Tan solo los primeros dos días, se contabilizaron 70.000 visitantes a la basílica. Y la afluencia de peregrinos se ha mantenido.
El lunes (5.5.2025), la fila ante el puesto de control de seguridad tiene apenas unos 50 metros de largo. El fin de semana hay mayor afluencia y hay caminos de cientos de metros señalados con rejas. Policías velan para que los grupos de visitantes puedan atravesar por los pasos de cebra, en medio de un intenso tráfico.
La masiva llegada de gente no sólo significa un impulso para los cafés y tiendas que venden recuerdos en este rincón de la ciudad. El cardenal alemán Walter Kasper, de 92 años y uno de los teólogos más respetados del Vaticano, ve algo más en la prisa por ver a Francisco. "Es la expresión de un deseo, una esperanza, un interés”, dijo en una entrevista al diario italiano La Stampa.
A su juicio, esto demuestra "que la conexión entre la Iglesia y el pueblo sigue viva, y quizá más fuerte que nunca”. Considera que la gente siente que la Iglesia puede aportar una valiosa contribución a la vida. "Este es un mensaje claro para los cardenales que deben elegir al nuevo sucesor de San Pedro”, indicó Kasper.
La Iglesia fuera del templo
El cardenal habla de una "expectativa muy clara: la gente quiere un Papa en la línea de Francisco. Un pastor que conozca el lenguaje del corazón". Y explica: "Bergoglio ha sacado a la Iglesia del templo y la ha llevado a la periferia, a la calle, a los heridos”. Considera que el próximo papa debe ser capaz de continuar por ese camino.
Kasper menciona explícitamente a los numerosos creyentes que rezan en la basílica. Quienes han superado el tiempo de espera en las colas del exterior y avanzan hacia el interior de la iglesia, pasan primero ante la tumba custodiada por dos policías uniformados. Los policías instan a darse prisa al pasar junto a la losa con la inscripción "FRANCISCVS”, sobre la que reposa una rosa blanca.
Pero justo detrás está abierta la capilla lateral, que contiene el ícono que Francisco llevaba tan en el corazón. Durante sus doce años como Papa, rezó más de 130 veces ante esta imagen de la Virgen María. Quiso encontrar cerca de ella su última morada. Y ahora unas 80 personas se sientan y arrodillan aquí, en silencio.
¿Qué opinan los visitantes? Lorenza, que ha viajado a Roma con su pareja desde Lombardía, en el norte de Italia, dice que aprecia Santa María la Mayor por su maravillosa arquitectura, pero también quiere conocer la tumba de Francisco y el ambiente de los peregrinos. Didier, de Lyon (Francia), cuenta que, en realidad, sólo está de vacaciones en Italia, pero desea visitar la tumba del Papa.
Una iglesia en medio de la vida
Puede que Santa María la Mayor sea también una especie contrapunto de la Basílica de San Pedro. Todo es de un tamaño más pequeño, pero en medio de la vida. El tráfico ruge alrededor de la basílica desde el amanecer hasta el anochecer. Los cafés y bares están abiertos desde la mañana hasta bien entrada la noche, cuando alrededor de la plaza de San Pedro se respira una calma pueblerina. Y la pancarta "Grazie, Francesco” aún cuelga del edificio situado frente a la iglesia.
Hery Michel, de Madagascar, habla de la vida del papa Francisco, y destaca que devolvió la dignidad a muchas personas y vivió con modestia. A la pregunta de si le gustaría que en el cónclave se eligiera un segundo Francisco, contesta que no le corresponde a él decidirlo. Es responsabilidad del Espíritu Santo, dice Michel. Pero sí añade que le gustaría ver a "un siervo de Dios tras las huellas de Francisco”.
(ers/ms)