Los nacionalistas polacos dan un paso atrás y retiran parte de la polémica reforma judicial que agitaba las aguas en Bruselas. Es un mensaje importante, también para otros Estados de la UE, dice Bernd Riegert.
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Por fin llegan buenas noticias desde Polonia, al menos desde la perspectiva de la Unión Europea: el partido gobernante Ley y Justicia ha dado pie atrás con la controvertida ley que forzaba el retiro de jueces del Tribunal Supremo y del Tribunal Supremo Administrativo. La presidenta de la Corte Suprema podrá regresar a su cargo tras largos meses de protestas. ¿Quiere esto decir que no se ha perdido del todo el Estado de derecho en ese país, como sospecha la Comisión Europea?
Mantener la presión
La Comisión había iniciado un procedimiento que, apelando al Artículo 7 de los Tratados de la Unión Europea, tenía como objetivo revisar y eventualmente restablecer el Estado de derecho en Polonia. Esta "bomba atómica política", como se conoce al Artículo 7 en la jerga de Bruselas, no bastó para hacer retroceder al Gobierno de Varsovia. También se hizo necesaria una orden provisional del Tribunal de Justicia de Luxemburgo para hacer recapacitar al líder de Ley y Justicia, el nacionalista Jaroslaw Kaczynski. El tribunal había ordenado la reincorporación temporal de los letrados polacos a sus puestos, mientras el tema era analizado por la alta instancia europea. Al unir fuerzas, las instituciones europeas hicieron realidad lo que muchos consideraban ya imposible.
El Gobierno polaco entró en razón y se sometió a las normas. Si lo hace por convicción o se trata de una maniobra táctica para mejorar sus relaciones con la UE, es aún un misterio. Es probable que la posibilidad de recibir multas por parte de Tribunal de Justicia haya llevado a Varsovia a renunciar a su plan original. Aunque también es posible que los decepcionantes resultados obtenidos por Ley y Justicia en las elecciones comunales hayan llevado al Gobierno a replantearse el escenario.
El respeto por el Estado de derecho es un requisito indispensable no solo político, sino también desde una perspectiva económica, para que los inversionistas pongan sus ojos a largo plazo en Polonia. Esto tiene que ver también con el crecimiento y los puestos de empleo. Seguramente también pensaron en eso al tomar la decisión las autoridades polacas.
La reinstalada presidenta de la Corte, Malgorzata Gersdorf, sigue siendo cautelosa: quiere ver el texto de la ley antes de confiar en el partido gobernante. La legislación que pone fin a la obligación de pensionarse que pesaba sobre los jueces fue sancionada por el Parlamento en pocas horas. La oposición criticó esta situación, porque no se ajusta al derecho.
Respetar las leyes
Si bien se trata de un paso en el rumbo correcto, hay que decir claramente que es apenas la mitad de lo que debía ser. Buena parte de la polémica reforma al sistema judicial sigue en pie. Por ello, sería demasiado pronto para frenar la aplicación del Artículo 7. La Unión Europea debe intentar que el Gobierno de Polonia corrija aún más su reforma. Si esto requiere nuevamente la participación del Tribunal de Justicia Europeo de Luxemburgo, sería un duro golpe para el Ejecutivo polaco.
El mensaje que deja esta disputa entre Polonia y la UE es bastante claro para los populistas y nacionalistas: al final todos deben cumplir las normas que han aceptado al ingresar a la UE. Eso no solo vale para Polonia, Hungría o Italia, sino para todos los estados miembros de la Unión. El que no reconozca ni acepte aquello debería irse. Y mejor que lo haga lo antes posible.
(DZC/CP)
Lech Walesa, ícono de "Solidaridad"
Consiguió doblegar al comunimo en Polonia. Hoy puede mirar hacia atrás consciente de que su liderazgo sindical ayudó a cambiar el mundo.
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Rebelde, premio Nobel y expresidente
El antiguo líder del sindicato Solidaridad y posteriormente presidente de Polonia consiguió doblegar al comunismo polaco. Lech Walesa ha recibido incontables reconocimientos por sus logros políticos. El 29 de septiembre (de 2013) cumplió 70 años.
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Instigador
Cuando en el verano de 1980 se disparó el precio de la carne, se desató una oleada de huelgas por toda Polonia. Walesa, que había trabajado como electricista en un astillero de Gdansk desde 1967 y que había pasado un tiempo en la cárcel por su activismo a favor del sindicalismo libre, estaba fichado por las autoridades. Aún así, el 14 de agosto se convirtió en líder del movimiento Solidaridad.
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Solidaridad
Tras ocupar los astilleros de Gdansk, trabajadores de toda Polonia probaron suerte con esta táctica. Walesa era el único que negociaba con el Gobierno en nombre del recientemente fundado sindicato Solidaridad. Esta movimiento de trabajadores, sin parangón hasta entonces, pronto se convirtió en una organización independiente con más de 10 millones de miembros.
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Con la bendición de la Iglesia
Tras décadas de gobierno comunista, la mayoría de los polacos seguía manteniendo su fe en la Iglesia católica, resistiéndose a adoptar el ateísmo promovido por el Estado. La influyente Iglesia polaca apoyó desde el principio las movilizaciones obreras. El obispo Henryk Jankowski se codeaba con Walesa, que había sido educado en la fe católica.
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Una larga lucha
El 31 de agosto de 1980 concluyeron las huelgas masivas con un acuerdo entre el comité sindical y la delegación de Gobierno. Se pactó el derecho legal a la huelga, la fundación de un sindicato independiente, mejoras en el sistema social y la liberación de prisioneros políticos. En noviembre, un tribunal de Varsovia legalizó el movimiento Solidaridad.
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De líder a prisionero
Hasta diciembre de 1981, Walesa dirigió el Comité de Coordinación Nacional de Solidaridad. Cuando, ese mismo mes, el líder del partido comunista y primer ministro Wojciech Jaruzelski decretó la ley marcial, Walesa fue encarcelado durante casi un año en una prisión cercana a la Unión Soviética.
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1983: Premio Nobel de la Paz
En 1982, la revista Time declaró a Walesa como el "hombre del año". Tras esta distinción, llegaron otros reconocimientos. Cuando se anunció a Walesa como destinatario del Nobel de la Paz en 1983, el líder sindicalista pensó que el Gobierno comunista no le dejaría entrar de nuevo en el país si asistía a la ceremonia de entrega. Su esposa y su hijo de 13 años recogieron el Premio en Oslo.
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Dona el dinero del Premio Nobel
Cientos de creyentes fueron testigos de cómo Walesa dedicó el Premio Nobel a la Virgen Negra, en la ciudad de Częstochowa, al sur del país, uno de los lugares más importantes de peregrinación de la Iglesia católica. Walesa donó el dinero del galardón sueco a una fundación de ayuda a los necesitados.
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Pulso al Gobierno
En 1983, Walesa pidió permiso para volver a los astilleros de Gdansk, pero debió permanecer bajo arresto domiciliario hasta 1987. El movimiento Solidaridad continuó convocando huelgas en minas, astilleros y sector transportes entre 1981 y 1988.
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El Papa
Walesa conoció al papa Juan Pablo por primera vez en julio de 1983, durante una visita del prelado a su país. Ocho años después, Walesa besó la mano del pontífice convertido en el primer presidente de la Polonia postcomunista. Lo hizo mientras sostenía en la mano la primera edición de la Constitución polaca, de 200 años de edad.
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Retirarse con dignidad
A finales de 1995, Walesa había perdido el apoyo del pueblo polaco y no fue reelegido presidente. Pero todavía disfrutaba del aprecio del resto del mundo, incluyendo al Dalai Lama, que se arrodilló ante el hombre que logró grandes cambios en Polonia.
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Amistad germano-polaca
En Alemania se considera que Walesa allanó el camino de la reunificación. En el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, Walesa acudió como símbolo de la reconciliación entre Polonia y Alemania.
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Un icono decadente
Hoy día se mira a Lech Walesa con actitud crítica, entre otras razones, por sus declaraciones discriminatorias contra los homosexuales. Una película del famoso director Andrzej Wajda, proyectada este año en el Festival de Venecia, presenta al exlíder no exento de defectos.
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Multitud de reconocimientos
El camino de Lech Walesa desde electricista a premio Nobel y presidente de Polonia ha sido largo. Actualmente cuenta con doctorados honoríficos y distinciones. Puede echar la vista atrás y recordar cuando, hace más de tres décadas, lideró a quienes buscaban un cambio político en Polonia.
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