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La Unión Europea en los tiempos del egoísmo

José Ospina Valencia14 de junio de 2005

Europa no es ningún jardín de rosas, así algunos lo prometan. La disputa sobre su financiación y la tacañería de Londres son ahora, tras los límites impuestos por los negativos referendos, las espinas que más incomodan.

Gerhard Schröder y Tony Blair.Imagen: AP


Con el ánimo de apaciguar los ánimos, y en vísperas de la Cumbre de la Unión Europea en Bruselas, a llevarse a cabo este jueves y viernes, el canciller alemán ha recordado el compromiso que tienen todos los miembros de la Unión para con Europa. Schröder se refiere, concretamente, a la ya abierta disputa con Gran Bretaña que rehúsa a renunciar a las ventajas excepcionales de menores aportes negociados, por no decir forzados por Margareth Thatcher y que, desde entonces, siguen vigentes. La Gran Bretaña disfruta de una rebaja de 4,6 mil millones de euros anuales.

Un pronto acuerdo sobre el presupuesto para el período 2007-2013 tiene gran relevancia como señal positiva para el proceso de integración. Pero las cosas no pintan bien. Aunque el premier británico Tony Blair departió amenamente con Schröder en Berlín, no dejó entrever ninguna disposición real a ceder. Blair puso más bien condiciones: "sólo si se rebajan las subvenciones agrarias, estaré dispuesto a hablar de las ventajas financieras dadas por Bruselas a Londres", sigue siendo el tenor de su argumentación.

Gangas y subvenciones

Schröder, por su parte, rechazó las pretensiones de Blair, teniendo muy bien en cuenta que el mayor favorecido por la subvenciones al agro es precisamente Francia, uno de los motores de la Unión que el mismo líder laborista visitó antes de la cumbre. Cierto es que tanto las "gangas" financieras disfrutadas por Londres como las subvenciones agrarias aprovechadas por París, pueden ser consideradas como instrumentos asolapados del mal llamado "libre mercado".

Francia, por lo menos, aceptó hace dos años que las subvenciones se pusieran sobre el tapete en las negociaciones del presupuesto de Bruselas hasta 2013, según acuerdo logrado hace dos años. "Y los alemanes somos gente que respeta tratos y tratados", acotó Gerhard Schröder aludiendo a que queda a la libre decisión del presidente francés, Jacques Chirac, de acortarle él mismo a Francia los pagos de Bruselas.

Uno para todos y todos para uno

La Unión Europea ha tenido éxito a lo largo de décadas porque se ha basado en el principio solidario de que los fuertes ayudan a surgir a los de menos recursos. De ello hay buenos ejemplos. En su momento y hasta el día de hoy, países como Alemania, Francia, Holanda y Suecia han contribuido, por años, al excelente desempeño de España, Portugal e Irlanda que, valga la mención, han sabido aprovechar la ayuda financiera.

La Gran Bretaña, a pesar de todos sus problemas internos, no es ninguna nación menesterosa que tenga que acaparar los aportes que bien se necesitan para ayudar a sacar a adelante a la Unión y a una buena docena de países en el Este que deben y tienen que recibir, más temprano que tarde, una mano de todos los demás europeos.

En favor de un "proyecto de paz"

Nada más incómodo en una comunidad "igualitaria" que tener que pagar por los que, a sabiendas, no lo necesitan y ni siquiera consideran las necesidades del grupo. Máxime cuando se trata de realizar "el proyecto de paz más ambicioso del mundo", como lo definiera el ex inspector de desarme, Hans Blix, en su última visita a Bonn. Dicho sea que Tony Blair mantiene enrolado a su país en otro "proyecto" que ha costado incluso vidas humanas y sobre el que el gobierno británico no ha puesto reparos financieros: la guerra contra Irak.

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