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La victoria de Lula es una victoria para la democracia

Francis Franca
31 de octubre de 2022

Con una amplia alianza, Luiz Inácio Lula da Silva ha derrotado a la extrema derecha. Al primer presidente de Brasil con un tercer mandato le esperan ahora tareas hercúleas, opina Francis França.

Los partidarios de Luiz Inácio Lula da Silva celebran su victoria en las elecciones presidenciales.
Los partidarios de Luiz Inácio Lula da Silva celebran su victoria en las elecciones presidenciales. Imagen: Pablo Porciuncula/AFP

Luiz Inácio Lula da Silva vuelve a la Presidencia de Brasil 20 años después de haber sido elegido por primera vez para el máximo cargo del país. El resultado de estas elecciones está lleno de hitos históricos y de simbolismo. Lula se convierte en el primer presidente de la historia de Brasil elegido democráticamente para un tercer mandato. Bolsonaroes el primer presidente desde la redemocratización que no resulta reelegido. La victoria de Lula también consolida la posición de la izquierda en América Latina tras sus triunfos electorales en México, Argentina, Bolivia, Perú, Honduras, Chile y Colombia.

La victoria electoral del fundador del Partido de los Trabajadores de Brasil, el PT, significa también una inimaginable resurrección política., pues Lula pasó 580 días en prisión tras ser condenado por corrupción en 2018. Tres años después, el Tribunal Supremo de Brasil anuló las condenas por errores de procedimiento, falta de pruebas y parcialidad.

Primero enemigo, luego amigo

Tras ser excluido de las elecciones presidenciales de 2018, Lula ha vuelto con fuerza en 2022. Consiguió forjar una alianza de políticos, empresarios e intelectuales de casi todos los campos políticos.

Por ejemplo, su antiguo rival, el ex gobernador del estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, de tendencia liberal, se presentó con él como vicepresidente. Esto le ayudó a formar alianzas con oponentes políticos de larga data, así como con importantes figuras de la política brasileña que antes lo habían rechazado vehementemente. Ahora, a pesar de todas sus reservas, lo vieron como la mejor alternativa al titular, Jair Bolsonaro. En los últimos cuatro años, Bolsonaro se ha dedicado a atacar implacablemente las instituciones democráticas del país y tiene un historial desastroso en el gobierno.

Francis Franca dirige la redacción brasileña de DW.

El resultado de las elecciones es una victoria para esta amplia alianza democrática. Al mismo tiempo, es innegable que las elecciones presidenciales han vuelto a estar marcadas por una lucha campal extrema. Pero esta vez, el rechazo a Bolsonaro fue mayor que el de Lula.

Una transición difícil

La ajustada victoria electoral presagia que difícilmente Lula pueda ahora gobernar en paz. Los partidarios de Bolsonaro están masivamente representados en el Congreso brasileño y forman una fuerte oposición. Ante este escenario y las tareas que tiene por delante, el reto de Lula para forjar alianzas políticas es mayor que nunca.

Se trata de luchar contra la creciente pobreza en el país y ayudar a más de 30 millones de personas en riesgo de pasar hambre. Se trata de impulsar el crecimiento económico, reforzar la protección del medio ambiente y recuperar la posición del país en el ámbito internacional.

Incluso el primer paso tras ganar las elecciones será difícil: Bolsonaro debe aceptar su derrota y entregar el poder a su sucesor el 1 de enero de 2023. Al parecer, esto no es algo natural para el todavía presidente en funciones: ha amenazado varias veces con no aceptar el resultado de las elecciones si no lo considera "limpio".

Clima envenenado

También es probable que la transición sea ruidosa. Más de 58 millones de electores han votado por el programa de extrema derecha de Bolsonaro. Muchos de ellos se han mostrado receptivos a la maquinaria propagandística de este bando político.

La movilización dentro de las burbujas ideológicas en las redes sociales marcará el tono de los acontecimientos en las próximas semanas. Y confirmará o descartará los temores de una ruptura democrática.

La tarea más importante en Brasil, la reconciliación, se pospone una vez más por el clima envenenado tras las elecciones. Pero para avanzar como sociedad democrática, los brasileños deben recuperar la capacidad de resolver sus diferencias sin violencia y encontrar acuerdos. Y las ideas fascistas que se han extendido en los últimos años deberían desaparecer en el abismo del que nunca debieron haber salido.

(gg/ers)

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