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La vida antes y después del smartphone

Martin Rademacher/TN6 de marzo de 2014

La gente joven se comunica cada vez más a través del smartphone y vivir sin él les parece imposible. Muchos creen incluso que es más importante que la sexualidad. ¿Nos estamos volviendo locos?

Imagen: Getty Images

Ocho y media de la mañana en el metro de una gran ciudad alemana: muchos viajeros jóvenes parecen ausentes, como si no fuesen capaces de percibir lo que les rodea. Al contrario, bajan un poco la cabeza y fijan la mirada en sus smartphones sin cambiar la expresión de sus caras. Son pocos los ojos que no miran a una pantalla.

Para mucha gente joven el smartphone se ha vuelto tan importante que son pocos los que pueden imaginarse su vida sin ellos. Por su variedad de funciones, también son conocidos como las navajas suizas del mundo de los celulares. Hoy en día son parte fundamental de la vida diaria de la gente joven. Los estudiantes de Bonn, Judith (18) y Carl (20), no son una excepción. ¿A qué cosa no podríais renunciar? Espontáneamente, ambos contestan: “A mi smartphone.”

Smartphone, más importante que el alcohol y el sexo

El instituto demoscópico Forsa hizo una encuesta en marzo de 2012 en la que preguntó a jóvenes de entre 14 y 19 años acerca de cómo usan sus celulares. El resultado fue muy esclarecedor: cuatro de cada cinco dijeron que les sería más fácil renunciar al alcohol que a sus móviles. Asimismo, dos tercios opinaron que también les resultaría más fácil renunciar a ver la televisión que a vivir sin móvil. Más sorprendente aún: el 60 por ciento de los interrogados afirmó que, para ellos, el celular es más importante que el sexo. ¿Por qué es tan difícil para la gente joven renunciar a su smartphone? Hans-Bernd Brosius, profesor de comunicación de la Universidad de Múnich ve la alta movilidad de los jóvenes como la razón principal de esta respuesta. “Los adultos pasan ocho horas diarias sentados en sus puestos de trabajo y, cuando llegan a casa, tienen un cuarto para trabajar. Están ligados principalmente a un sitio”. Según él, normalmente los adultos pueden entrar en internet y usar los servicios en línea cuando están en algunos de esos lugares, mientras que para los jóvenes es más fácil usar internet cuando están en la calle.

Hasta los más pequeños caen en la "smartphonemanía".Imagen: picture-alliance/dpa

¿Llamar por teléfono y mandar mensajes? Asuntos secundarios

De media, los adultos jóvenes de entre 18 y 25 años usan su smartphone tres horas y media al día. Éste es el resultado de una encuesta solicitada por la revista FOCUS a la agencia Mindshare Marketing en septiembre de 2013. Más de una hora de estas tres y media está destinada al uso de servicios de chat como, por ejemplo, WhatsApp. En el segundo puesto, con 44 minutos al día, están las redes sociales como Facebook. Funciones clásicas de los celulares, como llamar por teléfono o escribir mensajes, juegan sólo un papel secundario: a ambas acciones sólo se dedican 13 minutos al día. “Los jóvenes usan más aplicaciones en los smartphones que los adultos”, explica el profesor Brosius. “Y con cada aplicación el smartphone se vuelve más irreemplazable.”

Miedo a estar sin cobertura

¿Es peligrosa esta tendencia? La psicoterapeuta estadounidense, Lisa Merlo, advierte preocupada del riesgo que supone que los usuarios de los smartphones estén concentrados tanto tiempo en sus celulares, lo que hace que casi no perciban su entorno. En un artículo publicado en un periódico, Merlo alerta de la posibilidad de que, en el caso de que los smartphones tuvieran más funciones, los jóvenes les dedicarían demasiado tiempo. El miedo a estar sin cobertura, a no tener batería o a olvidarse el smartphone ya tiene su propio término: “nomofobia”, derivado de “no mobile phone phobia”. Según un estudio británico, dos tercios de la población local ya están afectados por la nomofobia.

El estudiante de derecho de Bonn, Philipp (22), también tiene miedo. Dice que para él sería muy difícil renunciar a su smartphone, especialmente por servicios de chat como WhatsApp.

Brosius, por su parte, destaca que no hay que tener pesimismo cultural por el creciente uso del smartphone. Dice que si bien para los adultos es más común comunicarse por otros medios, para los jóvenes es normal usar el smartphone porque han crecido con la comunicación a través de ese medio.

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