Así lo consigna el reciente estudio "Tirar del hilo", realizado en el país ibérico por organizaciones de mujeres latinoamericanas.
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"Era como estar inerte. Sentía que no había vida", recuerda hoy Lis, sobreviviente de violencia machista. "Desde el momento en que comenzamos a vivir juntos, empezó a mostrar cada vez más señales de violencia: psicológica y también física", detalló Lis en diálogo con DW.
"Hacía muchos comentarios devaluatorios y se burlaba de mí. Solía manejar el chantaje y la manipulación", agrega sobre el comportamiento de su exmarido y agresor.
"Él era violento con el bebé", dice en otro momento de su doloroso relato.
Lis –un nombre ficticio para proteger su identidad– nació en México, D.F. y emigró a España hace más de una década. A lo largo de los años, fue víctima de violencia machista perpetrada por su pareja y padre de sus hijos.
"Estas mujeres tienen dificultades de acceso a los recursos de protección y atención públicos disponibles para luchar contra esta lacra, y los obstáculos se deben a su situación de extranjería", explica a DW la argentina Silvina Monteros Obelar, doctora en Antropología y autora del informe.
"La protección de las mujeres migrantes es débil: proporcionalmente obtienen menos órdenes de protección y menos ayudas oficiales", resalta, por su parte, la peruana Tatiana Retamozo Quintana, coordinadora de la investigación.
El diagnóstico al que llegan es contundente: "Las mujeres migrantes están sobrerrepresentadas en las cifras de violencia machista. La sufren proporcionalmente más", indican.
"Pero la sobrerrepresentación no es solo una cifra. Es lo que sale a la superficie de una trama compleja de violencias estructurales, precariedad y exclusión social", correlacionan los autores.
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Por qué "Tirar del hilo"
Es esta trama compleja la que invitan a "desenredar" desde el nombre mismo del informe. "Tirar del hilo" tiene que ver con la simbología de los pueblos originarios de Latinoamérica, en los que "no hay puntada sin hilo", en los que todo tiene "un sentido y una sensibilidad", sostiene la investigadora Silvina Monteros Obelar.
"El nombre invita a tirar de estos hilos para conocer qué pasa en la vida de las mujeres migrantes, no como algo descriptivo, sino como una trama de relaciones y efectos, de intersecciones, de nudos, cortes y roturas, como las distintas vulnerabilidades que atraviesan las vidas de estas mujeres, y de suturas, como los parches que pone la Administración pública", agrega.
"Si tiramos del hilo vemos estas tramas, y entendemos por qué la violencia se ceba con nosotras", afirma la antropóloga.
Un circuito difícil de vencer
"Una de las conclusiones principales del estudio es que la situación de extranjería a la que se aboca a las personas migrantes en España, las coloca en situaciones que pueden ser de extrema vulnerabilidad: pensemos el caso de personas en situación de irregularidad administrativa, que no tienen acceso a la mayoría de los derechos", apunta Monteros Obelar.
"En el caso de las mujeres migrantes, cuando son víctimas de violencia machista, para comprobar su condición de víctima en un Juzgado, tienen que pasar por un verdadero viacrucis, en el cual se encontrarán con policías, abogados de oficio, funcionarios judiciales o personal de servicios de atención social que, en algunos casos, no recogerán convenientemente sus historias de violencia, la derivarán de un lado a otro sin informarla correctamente, le harán comentarios racistas o machistas, o no comprenderán sus situaciones específicas como mujeres migrantes”, detalla Monteros Obelar sobre el circuito habitual de estas mujeres.
"Y todo esto influirá en que ellas desistan de seguir adelante con los procedimientos judiciales y, al final, queden desprotegidas", revela.
Y no es todo. "Muchas se sienten cuestionadas por ser migrantes y también como madres, y temen que los servicios sociales les quiten a sus hijos o hijas. Además, su situación económica, laboral y social es muy precaria. Algunas están recién llegadas, no conocen el entorno ni las leyes, y sus redes de apoyo social son muy débiles", agrega la autora del informe desde Madrid.
Matices, particularidades e interrelaciones que quedan claramente de relieve en las historias de vida recogidas en el estudio.
"Ellas tienen su propia voz, pero desde estos espacios, somos sus altavoces", asegura a DW la socióloga Diana Tutistar, colombiana residente en Valencia, a cargo de las entrevistas del informe.
"Creo que es muy importante resaltar la fortaleza, la valentía y la resiliencia de las supervivientes de violencia de género", dice, por su parte, a DW la chilena Paola Verdejo Méndez, promotora comunitaria, también a cargo de la recogida de testimonios de las víctimas.
Bien lo sabe Lis, víctima y sobreviviente: "Se puede. Por muy complicado que parezca, por muy hundida y débil que te sientas, hay algo dentro que nos da la chispa para poder salir adelante", afirma, hoy segura de sus pasos.
(few)
America Latina: la violencia machista en cifras
El machismo y la violencia contra las mujeres están más presentes de lo que se cree entre los jóvenes. Un estudio de la organización Oxfam revela creencias y comportamientos que explican las altas cifras de violencia.
Imagen: picture-alliance/epa/Guadalupe Perez
Víctima por el hecho de ser mujer
El 56% de las mujeres y el 48% de los hombres de 20 a 25 años en América Latina tienen alguna conocida cercana que ha sufrido violencia física o sexual en el último año, según un estudio de la ONG Oxfam. En la región muere una mujer cada cinco horas y sólo en 2016 se registraron 1831 feminicidios. En México, donde no está tipificado este delito, la población ha salido a la calle a decir basta.
Imagen: picture-alliance/epa/Guadalupe Perez
Normas heredadas
En la base de esta violencia están una serie de imaginarios y normas sociales que han dictado tradicionalmente cómo deben comportarse las mujeres y qué derechos tienen los hombres sobre ellas. El 60% de los amigos cercanos a los encuestados le grita a su pareja y el 40% las humilla y desvaloriza, según el estudio realizado entre jóvenes de 15 a 25 años de ocho países latinoamericanos.
Imagen: Getty Images/R. Stothard
Sexualidad, mitos y creencias
El 87% de los jóvenes encuestados opina que el deseo sexual de los hombres es mayor que el de las mujeres. Asimismo, está muy presente la idea de que si una mujer está ebria se presta para que tengan relaciones sexuales con ella aunque no esté consciente, que el hombre se enoja si la mujer no tiene relaciones cuando él quiere o que si él está ebrio se justifica que la golpee
Imagen: Getty Images/AFP/J. MacDougall
Acoso callejero
Existe una normalización del acoso callejero, con comentarios de tipo sexual, piropos o silbidos por parte de desconocidos en espacios públicos y del transporte. El 75% de las y los jóvenes cree que esto es algo normal. El informe “Rompiendo moldes: transformar imaginarios y normas sociales para eliminar la violencia contra las mujeres” pretende alertar sobre estos comportamientos.
Las redes sociales, internet y celulares se han convertido en instrumentos para ejercer control sobre las mujeres. El 33% de las mujeres y el 44% de los hombres (15 a 19 años) consideran que no es violencia revisar el celular de sus parejas. Asimismo, el 84% de las mujeres y el 77% de los hombres (15 a 25 años) creen que sus amigos lo hacen.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Gutierrez-Juarez
¡No te pongas eso!
Otra forma de ejercer control y violencia sobre las mujeres tiene que ver con el vestuario. Pero la mayoría de los encuestados de 20 a 25 años cree que no es violencia que el hombre le diga a su pareja qué ropa usar. El 56% de las mujeres y el 59% de los hombres creen que sus amigos hombres lo hacen.
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Pedersen
Celos como expresión de amor
Otra creencia extendida es que los celos son una expresión del amor y quien cela está demostrando cuánto quiere a su pareja. Así lo piensa el 43% de las mujeres y el 63% de los hombres de 15 a 19 años. “En nombre del amor romántico, se cometen toda clase de abusos que atentan contra la libertad y el derecho a la intimidad”, acusa el estudio.
Imagen: picture alliance/dpa/C. Klose
¿No es sí?
Un lamentable concepto, en la base del machismo, es que las mujeres “se hacen las difíciles”: dicen no, pero en realidad quieren decir sí, opina el 45% de las jóvenes y el 65% de los chicos encuestados. En la misma línea, “un hombre puede tener relaciones sexuales cuando y con quien quiera; pero las mujeres, no”. El 81% de las y los jóvenes de 20 a 25 años cree que eso piensan sus amistades.
Imagen: picture-alliance/dpa/U. Ruiz Basurto
¿Por qué las mujeres aguantan una relación violenta?
También presente está la idea de que el hombre tiene derecho a disciplinar el comportamiento de la mujer con cualquier tipo de violencia. Los y las jóvenes de 20 a 25 años dan diferentes razones por las cuales las mujeres no escapan de relaciones violentas: 80% opina que lo hacen por sus hijos, 63% porque amenazan con matarla, 59% porque dependen económicamente y 47% cree que es normal.
Imagen: Getty Images/AFP/E. Abramovich
Distintas caras del machismo
El machismo está presente por igual en toda América Latina, con algunas diferencias en la forma de manifestarse. El Salvador, Colombia, Honduras y Guatemala sobresalen en la normalización de la violencia y Cuba por los silbidos y piropos en la calle. En Bolivia, el 61% de los hombres de 20 a 25 años cree que cuando una mujer sale a trabajar, los hijos e hijas sufren abandono.
Imagen: picture-alliance/Zumapress/L. Vargas
Creencias positivas entre los jóvenes
Pero también hay conciencia de que la violencia contra las mujeres es un problema grave y las autoridades deberían hacer algo al respecto. Así opina el 72% de las mujeres y el 63% de los hombres. Asimismo, el 88% de las jóvenes y el 77% de los chicos estima que la violencia hacia las mujeres es producto de las desigualdades entre ambos.
Imagen: AFP/Getty Images/E. Santelices
Moldes sexistas
Aunque persiste el concepto de hombres proveedores y mujeres cuidadoras, así como la idea mayoritaria (78%) de que todas las mujeres deberían ser madres, el estudio destaca casos de jóvenes que rompen con el molde sexista, y el valor de campañas e iniciativas para visibilizar los derechos de lesbianas y personas transgénero, quienes sufren todavía mayor discriminación y violencia.
Imagen: Getty Images/AFP/C. de la Torre
Transformar los imaginarios y normas sociales
Esa es la meta. Los jóvenes tienen un papel clave, como lo han demostrado con marchas y protestas. Pero el proceso, reconoce el estudio de Oxfam, es lento y complejo. La mayoría cree que el Estado debe actuar ante la violencia, pero admite que haría poco o nada frente a una situación de maltrato. Este informe permite reconocer estos moldes y alienta a no ser testigos silenciosos del maltrato.